5. Deseos ocultos

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"La verdad más evidente siempre se oculta cuando se trata de asuntos de amor."

Capítulo 5: Bajo la apariencia de indiferencia siempre se ocultan los deseos ocultos que luchan por ser liberados.

*Angelina's pov:*

La adrenalina y la euforia se apoderan de mí, impidiéndome cambiar de vestido. Me convierto en una especie de torbellino dentro de mi habitación, como una gallina sin cabeza, dando vueltas sin rumbo fijo. Revuelvo cada rincón, buscando frenéticamente todo lo que pueda necesitar en Francia: leotardos, mayas, mis zapatillas de puntas y algo de ropa. Apretujo y empujo las prendas sin ningún miramiento, tratando de hacerlas entrar en el fondo de mi valija.

No tenía previsto empacar mis cosas aún, ya que después de la boda, mi madre se ocuparía de enviar mi equipaje a casa de Kessler. Pero ahora, que he decidido darme a la fuga con Caiden, es probable que sí necesite cargar mi valija con esas cosas que no quiero dejar atrás. De repente, el rostro de mi madre se cuela entre mis pensamientos y exhalo un suspiro, esperando que Caiden sí consiga ese dinero para esta noche.

Me agacho y maniobro torpemente, luchando con el incómodo vestido para atrapar mis viejas converse rosa debajo de la cama. Me inclino aún más, empujando todo el desorden de artículos debajo del colchón para llegar a la esquina superior donde se encuentra el pequeño cofre de madera.

Me siento en el suelo frío y con manos temblorosas abro la caja de música que mi abuelo me regaló cuando tenía nueve años. Una oleada de emoción me embarga al ver que, a pesar del tiempo, la pequeña bailarina emerge y su tierna melodía llena el espacio. No puedo evitar sonreír ante el recuerdo de esos momentos de infancia.

Con cuidado, retiro el fondo falso de la caja y saco el pañuelo blanco que perteneció a mi abuela. 

Cierro la caja y la música cesa, dejando solo el eco de la melancolía en el aire.

Desenvuelvo el pañuelo con cautela, sintiendo la textura suave entre mis dedos mientras cuento el dinero que constituye mis ahorros. Respiro aliviada al ver que el dinero está intacto. Con Debra nunca se sabe.

Repaso una vez más el plan en mi cabeza, sintiendo un ligero temblor de nerviosismo. Me preocupa que Caiden, con su torpeza habitual, sea descubierto al seguir a Harry Kessler, pero decido confiar en el proceso. Él esperará afuera mientras yo me escabullo a escondidas para encontrarnos y partir juntos. No hay margen para el error; los mejores planes son los más simples.

Mis dedos temblorosos recorren las elegantes letras "CC", las iniciales de mi abuela, Cecille Collins, bordadas en el fino pañuelo. Para mí es un tesoro, con sus hilos de oro entrelazados, es una reliquia de mi familia. Solo mi hermana y yo poseemos uno cada una. Aunque idénticos, la diferencia reside en los detalles: en el pañuelo de mi hermana, una rosa; en el mío, una violeta.

Mis ojos se humedecen y mi corazón se conmueve ante la nostaligia y la tristeza mientras contemplo las letras bordadas. Echo de menos al abuelo; sí estuviera aquí,  jamás habría permitido que las cosas llegaran a este punto.

Me levanto para guardar la caja de música y el pañuelo en mi valija; sin duda, son cosas que deseo llevar conmigo para recordar.

—¿Qué se supone haces aquí? — Mi tarea se ve interrumpida por la voz de mi padre que resuena desde la puerta. Aunque me sobresalto ante su presencia, decido continuar con mi labor sin prestarle atención directa. —Deja de empacar, Nannette se ocupará de eso. —No me giro para enfrentarlo, prefiero mantener mi concentración en la tarea que tengo entre manos.—Tu esposo está impaciente.—Entra en la habitación— Quiere irse ya y me ha pedido que venga por ti—Masculla sacando el pañuelo de la valija donde le he acomodado. Me giro para ver como lo observa y por un momento me percato del brillo de las lágrimas en sus ojos. También lo extraña, es imposible no hacerlo — siempre tuvo predilección por ti.

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