16. Retirada estratégica

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"En medio de la guerra, una retirada estratégica no solo es indispensable, es vital. Puedes llamarlo cobardía, yo lo llamo supervivencia. A veces, es más inteligente retirarse a un terreno más seguro que morir estúpidamente en el campo de batalla."

|Cap.16.| Retirada estratégica

Harry: 

Mi abuelo solía amar esta habitación. Es extraño cómo el recuerdo se cuela en mi mente justo ahora, mientras deslizo una botella del bar incrustado en una de las paredes del despacho, el vidrio se siente frío contra mis dedos. Supongo que tiene todo el sentido que le gustara; también se ha convertido en mi refugio. 

El aire aquí tiene un peso diferente, denso, con el aroma a libros viejos. La fina y costosa madera recién lustrada brilla, reflejando la luz del sol, que se cuela a raudales por las puertas corredizas de cristal, bañando la habitación en un resplandor dorado. Desde aquí, la vista a la piscina es como un cuadro en movimiento, el agua cristalina refleja el cielo como si intentara robarle un pedazo de su infinito azul. 

Siempre consideré casi mágico la forma en que todo parece converger en este espacio, como si el tiempo y el lugar hubieran hecho una tregua, solo para ofrecerme un respiro. Aquí suelo regocijarme por mi buena fortuna. Aquí, el peso de mi pasado se sientía más ligero, y por un breve momento, podía permitirme la ilusión de que todo estará bien, pero eso fue antes, mucho antes de ella, antes de Angelina Collins.

Todavía con la camisa desabotonada. Destapo la botella y el aroma del whisky se eleva en el aire. Vierto el líquido dorado en un vaso, y me es indiferente las pequeñas gotas  que salpican en la madera. Luego, me desplomo sobre el costoso asiento de cuero detrás del escritorio, sintiendo como el material cede bajo mi peso. 

El whisky invade cada rincón de mi boca, su amargor diluyendo el dulce sabor de Angelina antes de proceder a abrirse camino y quemar mi garganta en su descenso. 

Cierro los ojos y dejo que mi cabeza repose contra el respaldo de cuero, sintiendo la frialdad del material contra mi nuca, un contraste que, por un instante, me ofrece un poco de puto alivio. Pero en la oscuridad detrás de mis párpados, mis pensamientos se agitan, recordándome que, por mucho que intento ahogar lo que siento, las emociones se las igenian para regresar a la superficie. Suspiro.

Estoy cabreado hasta la médula. No con Angelina, por su osado juego, sino conmigo mismo, por haberme dejado arrastrar por mi propia debilidad, por haber cedido, por haber permitido que mis emociones me traicionaran de esa manera tan patética. No puedo negar que siento esas ruidosas y gruesas cadenas tirando de mí hacia esa chiquilla insolente, como si su sola presencia tuviera el poder de desmantelar todas mis defensas. Pero una cosa es reconocerlo en silencio, y otra muy distinta es dejar que esa verdad salga a la luz, exponiéndome como un idiota, tal y como acaba de suceder hace solo quince putos  malditos minutos. 

Quince putos minutos es lo que llevo aquí, malhumorado, masticando mi rabia, y a ella le bastaron solo cinco para ponerme de rodillas y prácticamente besarle los pies.

Todavía siento mi polla erguida entre mis pantalones y estoy seguro que mis pelotas están tan jodidamente duras que es posible que ya estén moradas como putas y arrugadas pasas. Quiero buscarle alivio, pero la idea de salir y encontrar una sustituta para mi sustituta ni siquiera entra en mi cabeza, porque mi polla solo la quiere a ella, joder, solo a Angelina.

Cuando la vi en ese altar, deduje que esto pasaría, que en cuanto la tocara desearía más, que me hundiría en una obsesión que solo traería caos. Supe que todo se complicaría ¿Pero le hice caso a ese presentimiento? No, claro que no. Lo ignoré como un imbécil, dejando que el deseo nublara mi juicio, convenciéndome de que podría manejarlo.

SUSTITUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora