"Es difícil decir adiós a alguien que fue una gran parte de tu vida, porque el amor es complicado, y dejar ir, puede ser aún más."
|Cap.18| París, nena, París
Mediados del incandescente sol de agosto (4.5 meses antes de mi divorcio):
Después de un arduo y meticuloso estudio, siguiendo cada paso del método científico, observé cuidadosamente el comportamiento del sujeto de estudio: Harry Kessler. Surgieron interrogantes (muchas, incontables, infinitas), me planteé hipótesis que bordeaban lo absurdo, y llevé a cabo experimentos de campo... personalmente.
Todo este despliegue de esfuerzo me llevó a una única conclusión tras un análisis exhaustivo y, claro, objetivo de los datos recolectados: Harry es 100% imbécil. Pero un imbécil en todo el sentido de la palabra. Y no me quedaré corta, no señor, es un: hijo de puta megalómano, mentiroso compulsivo, idiota sin remedio, tramposo, prepotente y, por si faltaba algo, un vil cobarde.
Después de lo que pasó en el despacho, pensé que las cosas cambiarían, que habiamos evolucionado en nuestra extraña relación. Pensé que estábamos listos para el siguiente paso, ese en el que nos dejamos de tonterías, admitimos lo que sentimos y nos comportamos como adultos razonables. Admito que el ilusionarme fue totalmente mi culpa. Porque, a ver, con mi vasta y rica experiencia en idiotas ebrios (gracias, papá), una parte de mí debería haberlo sabido.Y, aun así, ¿qué hice? Creí. Sí, creí como una ingenua en que esta vez las cosas serían diferentes. ¿Y quién es la tonta aquí? Exacto, adivinaron. Yo.
¿Cuánto ha pasado desde entonces? Dos semanas, tal vez. Quizás un poco más, tal vez un poco menos. Pero, sinceramente, se han sentido como mil años luz. Semanas en las que apenas lo he visto, y cuando lo hago, todo se reduce a esas miradas incómodas y saludos vacíos que tampoco mejoran la situación.
Me siento en un puto limbo emocional.
Últimamente nunca está en casa. Según Marc, hay "complicaciones en la fábrica" que Harry está intentando solucionar, pero vamos, ¿a quién pretende engañar? Yo sé perfectamente que está esquivándome. Porque si hay algo que Harry sabe hacer mejor que nadie (además de susurrar mentiras en mi oído y abrir mis piernas, claro está), es desaparecer y esconderse.
Yo, en cambio -para no volverme completamente loca de la ansiedad y evitar pensar en ese día- me he enfrascado en mis prácticas, en el trabajo y en darle clases de ballet a Cloe los fines de semana. Esa niña tiene tanta gracia para el ballet como un puto tronco seco anclado en el suelo, pero es obstinada, no pierde las esperanzas de descubrir su "talento oculto" en algún momento. Al contrario de mí, que ya estoy al borde de perder la paciencia... y posiblemente de estrangularla.
No podría decir con exactitud mis sentimientos hacia Harry, no es fácil descifrar los revoltijos en mi estómago, no diré que son mariposas cosquilleando, tal vez solo sea hambre, no lo he decidido todavía.
Lo que sí tengo claro es que Harry me gusta mucho. Sé que me estoy enamorando, pero me cuesta saber hasta qué punto. Y también sé que me está pasando factura: nada de lo que hago logra despejar mi mente de esa faceta suya, algo amable y hasta tierna, que escondió hasta ahora.
Ahora mismo mi corazón palpita de forma rápida e imparable, tanto que podría salir de mi pecho debido al esfuerzo físico. Inhalo profundo, obligando a mis pulmones a tomar gran cantidad de aire y luego lo suelto despacio por la boca. Mi frente humedecida por el sudor, provoca que pequeñas gotas resbalen por mis sienes. Mis piernas están temblando y los músculos de mis muslos están ardiendo debajo de mi piel. Pero aun así, aun sintiendo el calor y el dolor desgarrando cada músculo, las comisuras de mis labios se tuercen en una sonrisa cargada de cruda satisfacción y placer. Sí, sonrío de esa manera al recordarlo, al dejar que mi mente se llene de la imagen de la silueta de un chico de cabello revuelto, y esos ojos hipnóticos, recostado en el diván. Y dejo navegar en mi cerebro cada una de sus palabras que se quedaron impregnadas en las paredes de ese despacho, en mi mente, en mi piel.
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SUSTITUTA
Romance"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa" -JaneAusten-