Capítulo 20

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CAPÍTULO 20

NARRADOR

El pequeño departamento parecía tan lúgubre como cuando estaba deshabitado, la nueva inquilina no había hecho alguna diferencia notable en ello, a pesar que tenía una recamara ella la usaba muy poco, dormía en el sofá que se encontraba frente al televisor, la cocina era una de las piezas abandonadas, junto con el comedor, todo se basaba en ese minúsculo espacio donde había estado sobreviviendo los últimos días.

Llegó y dejó lo que ella consideraba "compras", que se basaban en un cereal, dos jugos, un par de frutas y papas fritas. Ella creía, que el fin de semana podría sobrevivir con ello, y con el número telefónico de comida rápida muggle.

Se sentó en el sillón y tomó toda la correspondencia, llevaba dos semanas posponiendo leerla, tomó la primera carta mientras se llevaba a la boca los chocolates que le habían quedado en aquella caja la noche anterior, arrugó la carta en cuanto vio que era de Snape, no se preocupaba por él en ese momento, lo único que deseaba era poder mantenerse estable por unas semanas.

Se levantó rápido cuando escuchó que el timbre sonaba, el joven repartidor la vio de arriba abajo con curiosidad, Susan bajó la vista para ver que su camisa de embarazo estaba llena de chocolate, le arrebató la comida china y le pagó con cara de pocos amigos.

¿Hay algún problema?

Ninguno, la empresa agradece su preferencia, y le manda estos cupones por... cliente frecuente — dijo el joven educadamente.

Y claro que ella tenía frecuencia para ir a comer ahí, si es que podía decirse de esa manera, ella se concretaba en marcar el número telefónico y pedir lo primero que se le venía a la cabeza, desde que había llegado a la ciudad no había hecho otra cosa más que alimentarse de comida chatarra, y ese lugar había sido su preferido, y era económico, algo que en ese momento agradecía profundamente.

Bien.

Cuando terminó de cenar se vio al espejo, tenía un aspecto deplorable. Tenía esos kilos de más del embarazo, estaba descuidada, sucia, su cabello era un asco y las ojeras parecían notársele cada vez más. Se odió mil veces al darse cuenta que empezaba su nuevo trabajo al día siguiente, y ni siquiera sabía si tendría ropa decente que pudiera usar.

Sin pensar en ello fue a dormir al sofá, tomó aquella frazada de su hija y se la llevó a la cara, el suave aroma de Amber se mantenía aún presente, las lágrimas bajaron por sus ojos, pero la medicación estaba ayudando para que ella no se volviera loca en el dolor, por alguna razón que ella no entendía, había buscado ayuda, no sabía la verdadera razón del porqué había decidido "vivir", después de la muerte de su hija.

...

Ese lugar era una verdadera locura, un empleo inferior al prestigioso puesto que había tenido en San Mungo, pero pensaba en cambiar de aires para poder sentirse mejor. El cuartel era más grande de lo que imaginaba, la mayoría de las personas eran varones que pasaban de los 40 años, aunque notaba algunos hombres jóvenes, que intentaban hacerse camino y reconocimiento en esa área.

Fue recibida por una bruja de mediana edad, en los diez minutos que les tomó recorre el lugar, la mujer le explicó cómo funcionaban las cosas, sus principales obligaciones, el reglamento y su consultorio.

Una vez que entró en éste, se dio cuenta que ya tenía seis expedientes los cuales tenía que revisar esa misma semana, lo bueno de ese lugar era que la mantendría ocupada gran parte del día, no la obligaría a lidiar con sus demonios internos, y con esa depresión que parecía consumirla cada día más.

Una promesa no cumplida (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora