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El resto del día lo pasé con Judith y Katy. Me alegraba saber que había podido hacer amigas, ya que esa era una de mis mayores preocupaciones. Mi madre me mataría cuando se enterara de que había manchado mi sudadera. Judith se había ofrecido a llevarme a casa en coche, no era mala idea, pero luego me dí cuenta de que la casa de su padre no quedaba nada cerca de la mía y no quería molestar.

- Vamos, no es ninguna molestia llevarte - insistió -, además, tengo que pasar por casa de mi madre y queda cerca de la tuya.

- No lo sé, además, si mi madre me ve subida a un coche se enfadara...

- ¡Venga! No se dará cuenta.

- Bueno, vale - acepté resignada.

- ¡Genial! Mi coche está aparcado en la esquina - Judith me cogió del brazo y me condujo hasta él. Era un Chevrolet Celta de color verde, pequeño pero bonito. - ¿Te gusta? Fue un regalo de cumpleaños. Me costó un montón convencer a mi padre de que ya era lo suficientemente madura como para conducir.

- Es bonito - sonreír - ¿Porque Katy no viene con nosotras? - pregunté mientras me sentaba en el asiento del copiloto.

- Su madre la viene a buscar los días que no trabaja.

Nada más sentarme, me abroche el cinturón, ya que no sabía si eso de ir en un coche conducido por Judith era muy seguro o no.

- Y bien, cuéntame más sobre ti. - Dijo con la mirada fija en la carretera.

- ¿De mi?

- Si, no se... ¿Cómo era tu vida en Barcelona? ¿Por que te has mudado?

Sabía que esa pregunta me la harían en algún momento pero nunca me puse a pensar que iba a contestar. No quería que todo el mundo se enterara de lo sucedido en Barcelona, ya que luego me tratarían diferente. ¿Sería Judith una persona de confianza como para contarle eso? ¿Llegaríamos en un futuro a ser mejores amigas?

- Si es que lo puedes contar... - agregó después de mi silencio.

- Si... solo que, bueno, pasó hace poco... Hace poco más de un mes encontramos a mi padre muerto en la entrada de mi casa.

Judith ahogó un pequeño grito. No sabía porque le contaba eso, tal vez era la necesidad de contarle a alguien lo que me pasaba, cosa que no tenía en Barcelona.

- Después de eso no dejaron de llegar cartas y llamadas amenazadoras. Al principio tenía miedo, estaba asustada y me sentía sola...

- ¿Ya sabes quién mató a tu padre? - preguntó lo más seria posible. - ¿Está en la cárcel? ¿Porque os habéis mudado aquí?

- No. - contesté -, el hecho de que esté aquí no lo se. De un día para otro mi madre había comprado los billetes. Me dijo que el antiguo socio de mi padre la había contratado, pero... hay algo en ese tío que no me gusta.

- ¿Crees que él mató a tu padre?

- No lo se, no le han investigado... Además, me parece raro que después de la muerte de mi padre quiera contratar a mi madre.

- ¿Y las amenazas?¿Sigues teniéndolas aquí?

- No, ya no. Lo cierto es que me asustaría bastante tenerlas aquí. Mi madre me prohibió decir que nos íbamos de Barcelona ya que si se corría la voz quién nos mandaba las amenazas podría seguirnos.

Judith parecía incómoda. Claro... seguramente pensaba que cualquier comentario podría sentarme mal. Tenía que cambiar de tema.

- Y cambiando de tema - dije -, ¿Tracy ha sido siempre así?

- Te contaré un secreto - río Judith -, pero prométeme que no te reirás. Ella y yo eramos mejores amigas.

- ¿Enserio? - pregunté sorprendida. Nunca pensé que Tracy hubiera sido una chica normal, y mucho menos la mejor amiga de Judith.

- Si, enserio. Cuando éramos pequeñas lo hacíamos todo juntas.

- ¿Y qué pasó?

- Al empezar el instituto comenzaron a interesarle los chicos, a ver, a mi también pero no de la misma forma. Ella empezó a salir con Zac sabiendo que yo estaba colada por él - siguió con tono de decepción -, pero si me dijeras que por lo menos a Tracy le gustaba no me hubiera quejado, pero lo peor fue que me enteré de que salía con él solo para...

- Solo para darte celos - interrumpí.

- Exacto. No solo para darme celos a mi sino también al chico que le gustaba en ese momento.

- ¿Y Zac sabía que solo estaba con él por interés?

- No. Claro que no. Cuando se enteró estuvo unas semanas deprimido, pero luego empezó a salir con una chica mayor y se le pasó.

- ¿Y nunca intentaste arreglar las cosas con ella?

- Lo intenté - comentó sin ánimos -. Un día fui a buscarla para que me diera explicaciones de porque me hacía eso.

- ¿Y que te dijo?

- Nada... Que nuestra amistad había sido siempre una farsa, que ella nunca me había considerado su mejor amiga. Con el tiempo me enteré de que se había enfadado conmigo porque pensó que yo le había robado su diario.

- Y ¿Como es que es tan popular?

- Bueno, fea no es ¿cierto? Salió con uno de los chicos más populares del insti y todo el mundo empezó a prestarle atención y cuando cortaron le montó el pollo del siglo. - Judith se acercó al cristal y miró hacia los lados - ¿Tu casa está por aquí?

- Si. - contesté imitando lo que había hecho -, he pasado por aquí esta mañana... ¡En la esquina!

Judith aparcó el coche y se bajó conmigo. Dijo que me acompañaría hasta la puerta y que dejaría el coche ahí ya que tenía que ir a casa de su madre, que quedaba a seis calles de la mía.

- ¿Esta es tu casa? - parecía realmente emocionada.

- Si.

- Que suerte. Siempre me ha gustado este vecindario... ¿Tu habitación tiene ventana?

- Si, es la que da al callejón sin salida de la izquierda – contesté.

- ¡Genial! Sabes, podrás escaparte de casa siempre que quieras - contestó riendo. Judith movió su muñeca y miró la hora - ¡Oh, mierda! ¡¿Has visto qué hora es?! Adiós Nicole, ¡Nos vemos mañana!

- Adiós. - Me despedí de ella y observé cómo se alejaba calle abajo, me coloqué bien la mochila y entré en casa.

YOU & YOU AGAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora