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- ¿Entonces, vas a aceptar mi propuesta? - preguntó Daniel después de un minuto de silencio.

- No. Voy a ir a decirle a Judith que me voy.

Saqué mi cartera para guardar el dinero que había en mi bolsillo, pero...¡Mi dinero no estaba ahí!

- Mi dinero... - dije mientras buscaba en mi cartera -.No está. Se me debe de haber caído cuando compré la bebida.

- ¿Ahora vas a dejar que te lleve?

- No. Volveré caminando.

- Vives a más de 60 kilómetros. ¿Enserio piensas ir caminando? - preguntó riendo -. Ahora si que estoy seguro de que estas como una cabra.

- No estoy para bromas.

Me levanté y me fui en busca de Judith, por suerte estaba sola cuando la encontré. Estaba esperando a Zac, quien le iba a traer algo de comer. Por lo menos me alegraba saber que ella si se lo estaba pasando bien. ¿Que excusa podía inventarme? ¡Ya se! Solo tenía que poner mi mejor cara de "me encuentro mal, me duele el estomago" y ya está; con mi madre siempre funcionaba.

- Judith...

- ¿Que te pasa Nicole? Tienes muy mala cara. - preguntó un poco preocupada.

- Creo que la bebida me a sentado mal, me iré a casa ¿no te importa, no?

- Vale pero... ¿Como vas a ir? ¿Quieres que le diga a Zac que te lleve?

- No, no, no te molestes, tu disfruta. - me gire para irme pero antes le guiñé el ojo y ella se puso a reír – Por cierto, ya me contarás que tal todo con Zac, ¿he? Mándame un mensaje luego.

- ¡Claro! Mejórate ¿Vale?

¿Y ahora que hago? No pensaba ir a las rocas otra vez, en dónde Daniel se encontraba, ya que entonces pensaría que había aceptado su invitación. Me arrepentía tanto de haber venido... Solo había tomado una bebida y había perdido todo mi dinero. ¿Como volvía a casa? Tenía la opción de ir caminando, pero aparte de que era peligroso no me sabía el camino. Subí las escaleras para salir del muelle. Por lo menos me animaba saber que no era tan tarde ya que las tiendas seguían abiertas. Había varios coches dando vueltas por la calle, tal vez no era tan peligroso volver.

- ¿A donde crees que vas? - dijo una voz a mis espaldas. - Pensé que ibas a esperarme.

- Daniel, no voy a dejar que me lleves a casa.

- Cuando te lo he dicho no lo estaba preguntando, pienso llevarte de todos modos.

- Iré caminando.

- Entonces te acompañaré – dijo mientras se guardaba las llaves en el bolsillo. - Sabes que es muy peligroso ir sola por medio del campo a las diez de la noche.

- No es el campo, además, son solo 60 kilómetros.

- Eso no es poco. Tardarás más de dos horas en llegar. No entiendo porque eres tan cabezota. ¿Tanto te cuesta aceptar mi propuesta? Te invito a cenar y todo.

- No quiero, no tengo hambre.

Bueno, en realidad estaba muerta de hambre y rezaba para que mi estomago no rugiera en ese precio momento, no quería quedar como una mentirosa y menos como una estúpida. Tampoco quería caminar 60 kilómetros pero no podía decirle a Daniel que me llevara. A eso se le llama orgullo y a veces lo odio. Me salvó el sonido de mi teléfono, alguien me estaba llamando.

- ¿Hola?

- Nicole, soy mama, ¿como estás?

- Bien, pero... he perdido el dinero.

YOU & YOU AGAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora