12:"¿Será posible?"

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Lía.
Me tomo de la mano, me saco de aquel desorden de personas desesperadas.
—¿Que haces aquí mamá?—No la había visto en unos dos o tres años, su aspecto no había cambiado en nada, quizá por los botox..
—Hola Lía, mi hija desapareció por casi tres meses.—Note su voz quebrada.—Lía perdóname, debí estar más presente para tí, lo siento tanto pequeña.— Me abrazó, mi cuerpo se tenso ante su acto afectivo, noto que no le correspondi, me hizo seña para que la siguiera  y me llevo hasta un auto negro.
De camino a mi casa hablé con mi madre, me dijo lo mucho que me busco, yo por mi parte no le crei ni una sola palabra.
El auto negro se detuvo, abrí la puerta y bajé, la mansión de mi abuela estaba igual, pensé que en este tiempo las cosas habían cambiado aunque sea un poco , a excepción de la actitud de mi madre, pero no la casa por fuera seguía igual.
Camine lentamente hacia la puerta, agarre el pomo y lo gire.
—¿Que significa esto?— Una parte de mi familia y amigos estaban frente a mi.
La primera que vino corriendo a saludarme fue Laura.— Lo siento tanto Lía, es culpa mía si yo no te hubiera llevado al..—Rompió en llanto.
—Nada de esto es tu culpa Lau.. ya estoy bien.— seque una de sus lágrima.
Los siguientes que se dirigieron a mi fueron Carol y Franchesco .
Carol es una chica rubia de estatura media, de ojos marrones, de tes clara.
Franchesco es bastante alto, sus ojos son de un verde intenso, de tes morena, es bastante atractivo, aunque Max lo es aún mucho más.
—Diablos.— dije es voz baja, ¿por qué estaba empezando a comparar todo con Max?
—¿Eso fue para mi Lía?
—Ohh no Fran es solo que..—Piensa Lía una mentira.—Me duele el pie.— Franchesco me miro y asintió.
Después lo que siguieron fueron mis tías que podía notar su desagrado ante mi.
—Querida, nos alegra mucho que estés bien ,¿como te dejaron ir?— Me abrazaron con asco .
—Robaron la cuenta del banco.— Pude notar su cara de espanto.
—Entonces quieres decir que... ¿No hay más dinero?— Malditas viejas.
—Eso mismo.— mis dos tías se dieron la vuelta, sin saludar a nadie, se fueron por la puerta de entrada.
Estuve hablando con mis pocos amigos.
Después que se fueran todos, decidí que era hora de descansar, me metí a la tina cargada de con agua bien caliente.
Y fue en ese momento que me di cuenta de cuanto lo extrañaba, no iba a ser lo mismo sin el, sin su presencia, me sentía vacía, tenía miedo a la soledad de nuevo, cerré los ojos y lo imagine sus ojos verdes acompañados de sus largas pestañas, su cuerpo tupido, sus labios carnosos  y por último su sonrisa perfectamente blanca.
Abrí los ojos deseando fuera real, que el este conmigo en este momento.
Me salí de la tina, envolvi mi cuerpo en una bata, seque mi pelo y me diriji a la puerta que daba a mi habitación.
Me puse mi ropa interior y una remera, me acosté y me envolvi en las sábanas.  Se sentía tan bien estar en casa de nuevo ,aunque no me habían dejar disfrutar ni un día de mi estadía aquí como única propietaria, viví más tiempo acá que en mi antiguo departamento , mi abuela necesitaba mucho de mi así que mi así que había algunos dias que me quedaba en la sala de huéspedes.
Busque una posición cómoda y me quedé profundamente dormida.

Me desperté por el ruido ensordecedor del timbre de la casa mientras iba gritando la típica frase .
—¡Ya voy! — busque la llave que estaba en una de las mesitas de la entrada, abrí la puerta y era..
—¿Fran? ¿Que haces aquí?— Franchesco al ver mi reacción contestó.
—Hola Lía, ¿cómo estás? Yo también.— Me rei ante su pequeño actin, mientras el puso mala cara.
—Ok, lo siento.—Sonrió, me hice a un lado.—Pasa.—paso le di un beso en la mejilla y cerré la puerta.
—¿Quieres tomar algo? Recién me levanto .
—No hace falta que me lo digas.— Franchesco ya se había percatado de eso ya que miraba mi atuendo.
Mis mejilla estaban rojas como tomates, subí corriendo a mi habitación, me miré al espejo y lucia horrible, mi pelo estaba alborotado, y ni hablar de mi remera acompañada de mi tanga.
Me puse unos shorts y bajé nuevamente no sin antes buscar mis pantuflas.
—Listo.—Nos guíe hasta la cocina.— Dime Fran,¿pasa algo?
—No Lía es solo que yo..—Bajo su cabeza.
—Tu,¿qué?— el suspiro.
—Quería saber cómo estabas.
—Estoy como puedo es.. muy difícil es el primer día que estoy aquí.. ya sabes.—El asintió, me dirigí a la heladera .—No hay una mierda para comer, desde ahora lo único que puedo ofrecerte es agua.
—Que raro tu siempre tan femenina para hablar.— nos miramos y reímos.
—Fran, ¿Viniste en tu auto?
—Si ,¿por?
—¿Me llevas a hacer las compras?
—Claro.
Subí a mi habitación, me puse ropa más apropiada para ir al super-mercado.
Fue un viaje de unos quince minutos o quizá menos cuando llegamos.
Fran busco un changuito y entramos al super, íbamos bromeando y recordando anécdotas de cuando éramos más pequeños.
—Recuerdas cuando estábamos tomando coca-cola y te hice reír y..— sus carcajadas se escucharon por todo el super y la gente chismosa nos  y miraba con cara rara .— Fue muy gracioso.— y continuo con su risa, a mi en cambio no me hizo gracia, su madre me tuvo que llevar al médico por qué mi nariz ardía como el infierno.
Saque la lista de mi bolsillo y empecé a meter todas las cosas que necesitaba en el chango.
Fran se quedó en la sección de las frutas por qué según el eran muy saludable y bla bla.
Mientras yo iba por la pasta de dientes, elegí la que uso siempre. Cuando estaba volviendo donde Franchesco, ví a un chico alto de pelo castaño, una remera blanca y unos pantalones negros.—Es el.—sin pensarlo corrí tras el.

Mi Secuestrador (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora