18:"Nunca te dejaré solo"

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Max.
Estaba parado en frente la puerta y mis manos empezaron a sudar, el miedo nuevamente se apoderó de mí, mire hacia atrás y Lía, como si estuviera leyendo mi mente dijo

—Todo va a estar bien.—Asentí.

Me di vuelta nuevamente y pasé a una habitación típica de hospital, paredes blancas, cortinas color crema, el suelo también blanco, resumiendo  todo es  blanco.
Mi madre estaba acostada en centro de la habitación, con muchas máquinas a su alrededor, me acerqué lentamente y tome su mano.
La puerta de la habitación se abrió, un hombre de unos cuarenta y tantos se asomó y paso.

—Hola, soy el doctor Harris.— estiró su mano la cual estreché y prosiguió.— Su madre está en una etapa muy crítica, necesita plaquetas y un donante de médula ósea urgente .— Asentí con tristeza.— ¿Tiene pensado usted hacerce los análisis de compatibilidad?

—Ya me lo he hecho y no somos compatibles.

—Oh.. lo siento mucho, la otra que nos queda es esperar a que aparezca alguna persona compatible.— Asentí.— Ahora mismo la voy a anotar en la lista.

—¿Por cuánto tiempo estará así?— El doctor se quedó en silencio.

—Lo mejor que podemos hacer es esperar a que aparezca algún donante.— Me miró con tristeza.

Los dos salimos de la habitación, no sin antes darle un último vistazo a mi madre.—Su madre necesita descansar, les recomiendo hoy ir a casa, le administramos un calmante así que va a dormir toda lo que queda de la noche.

—Esta bien, muchas gracias.

Me quedé petrificado en el medio del pasillo, mi madre jamás había estado tan mal, me senté en las sillas dónde Lía estaba sentada momentos antes, ¿donde habrá ido?
Caminé por el pasillo que llevaba al ascensor y me la encontré en mitad del camino pateando una máquina de café .

Lía.

—Maldita seas máquina de mierda.— dije en voz baja.

Preguntarán por que estoy pateando una máquina de café, bueno la cosa es que pensé que ya era tarde y seguro Max tendría hambre y decidí ir a la cafetería, pero la verdad no tenía idea en dónde quedaba, así que recordé que cuando bajamos del ascensor había visto una máquina de café, pero la maldita no quiere escupir su café.

—¡Por favor ! Damelo — Le pedí un millón de veces más .

—Yo te doy todo lo que quieras nena.— Fruncí el ceño y me di vuelta, encontrándome con un chico muy atractivo, no les mentire en verdad estaba bueno su pelo era de color café al igual que sus ojos, de la misma estatura que yo aunque no lo crean, pero su comentario me pareció tan vulgar que tome una postura de "sería".

—Eres un idiota.— Al chico desconocido se le formó una sonrisa muy grande.

—Ahhh.. eres de ese tipo.— Lo mire mal.

—¿Ese tipo? Yo no soy de ningún tipo, déjame tranquila.— me di la vuelta para patear nuevamente la máquina pero ese  siguió hablando.

—Si, primero te ignoran, después se interesan y finalmente las tienes en la cama gimiendo tu nombre.— abrí la boca indignada y me di la vuelta, esta vez mirandolo.

—Eres un im...—No llegué a terminar que una persona o más bien Max apareció interrumpiendo.

—¿Pasa algo?— Dijo con su sexi voz de chico malo.

—Solamente le estaba diciendo a esta chica lo linda que es.— Dijo el enano de jardín, me cruce de brazos y me puse al lado de Max.

—Esteee.. yo ya .. — Y se fue sin más, me reí y Max cambio su cara de bulldog por una sonrisa.

—Creo que se hizo en los pantalones.— Max me siguió la risa hasta que note que de a poco su sonrisa radiante fue disminuyendo.— ¿Cómo se encuentra?

—Esta.. hay que esperar a que despierte, el médico dijo que posiblemente va a despertar mañana.—Asentí con tristeza
, me acerqué pase cada brazos al arrendador de Max y mi cabeza en su pecho , al principio note que se tensó, pero no me apartó, soltó el aire que tenía contenido y me abrazó aún más fuerte.

—Gracias..— levanté mi cabeza y lo mire a los ojos, en ellos vi sinceridad.

—No tienes por qué, ya te dije que nunca te iba a dejar solo.— Estiró sus labios formando una sonrisa a boca cerrada.

Posó su brazo al rededor de mis hombros y empezamos a caminar hacia el ascensor, bajamos del mismo y mire mi reloj de muñeca eran las 02:00 AM. Salimos del gran edificio, nos dirigimos hacia donde estaba mi auto y le tiré las llaves a Max con agilidad las tomo en sus manos, captó la idea de que no quería conducir de camino a casa, en verdad me encuentro cansanda.

Cuando llegamos al entrar nos encontramos con  la dulce hermanita de Max durmiendo en el sofá.

—Creo que ya debería irme.— Dijo rompiendo el silencio.

—Quedate..— El negó.— Por favor.— Rogué, seguía enojada con el, pero quería que se quedará.

—Puede ser peligroso.— bufé

—Estuvimos juntos desde la tarde y no pasó nada Max, no empieces con esa mierda.—  Me puse sería.— Además es tarde y la niña duerme, está refrescando y no creo que quisieras que se enferme o incluso te puedes llegar a enfermar tú y no tendrías a nadie que te cuide a...— me interrumpió.

—Bueno ya ya, está bien me quedo.— Se dió por vencido, sonreí satisfecha.

Max tomó en sus manos a la pequeña Adalyn y lo guíe escaleras arriba hacia uno de las habitaciones de huéspedes, que justamente quedaba justo en frente de la mía, en la habitación había una cama bastante grande como para que entraran dos personas, acostó a la niña, se dió vuelta , me miró fijamente.
Mis piernas empezaron a temblar y mi cuerpo no parecía mío, no podia moverme, mi respiración se aceleró, podría sentir como mi corazón latía con fuerza y aceleradamente, de a poco empezó a acercarse lentamente hacia mi, trague fuerte.

—Yo.. creo que debo irme ya..— Y no me dejo terminar de hablar interrumpiendome nuevamente pero esta vez con un beso .

Mi Secuestrador (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora