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Lía.
Pegué mi oreja a la puerta y aunque intentará no podía descifrar que era lo que decían.

Busque mi ropa pero olvide que había quedado en el sofá, me dirigí a uno de los muebles y saqué una remera de Max que me llegaban a tapar el culo. Sali sigilosamente por la puerta, camine por el pasillo y pude ver a Max bastante enojado, cerrado la puerta  principal.

Me crucé de barzos, el todavía no se percataba de mi presencia. Al darse vuelta se llevó un susto de muerte.

—Maldita sea.— No voy a negar que no me causo gracias, pero me tenía que poner firme y sacarme la duda.

—¿Quien era?— dije cortante.

—Nadie, no tienes por qué preocuparte.— Indiferente.

—Escuche la voz de una mujer Max y se supone que no tengo que preocuparme por nada.— Dije incrédula .

El abrió su boca para decir algo pero luego la cerro, enojada busque mi remera y fui nuevamente a su habitación, el me siguió, encontré mi sostén al lado de la cama, me saque su remera y empecé a vestirme, no me molestó el echo de que hace unos segundos había una mujer en su casa, si no que no le quiso decir de quién se trataba, no podía reclamarle nada, ni mucho menos, pero me jodió.

—Espera Lía.— estaba a punto de ponerme mi pantalón, lo mire.— Era Dafne.

—¿Dafne?¿Que quería?¿ Y como diablos entro en tu casa?— Las preguntas salieron de mi boca rápidamente.

—Es muy largo de explicar.— Con su mano derecha arrastró su cabello hacia atrás, estaba nervioso.

—Explicame.— Exigí.

—Es muy largo de explicar.— Repitió se sentó al borde de la cama, imite su acción.

—No tengo nada que hacer aquí .— Intenté levantarme pero el me detuvo, tomando mi brazo tirandolo hacia abajo .

—La conocí en secundaria, coincidíamos en algunas clases, al principio lo tome como un juego, ya sabes era un juguete para mí.— Miro hacia la puerta.— Después de un tiempo fuimos novios, era una tipa realmente excepcional, muy buena, hasta que se metió con mi mejor amigo.— Podía notar el desprecio en las facciones de su rostro.— Llevábamos saliendo unos tres años, la dejé, no podía soportar verla a la cara, me daba asco.

—¿Por que vino?— Dafne en verdad me caía mal, desde el primer segundo que hable con ella, me daba muy mala espina.

—No lo sé, no se como logro entrar en mi casa.— Fijo su mirada en mi.— Esa tipa está loca, apenas la vi le dije que se vaya.— Tomo aire.— No puedo creer que arruinara este momento.

Me quedé muda, no sabía que decir y mucho menos que hacer, podía notar el desprecio en cada palabra que tenía que ver con ella.

Max.
Sabía perfectamente lo que quería Dafne.

—Tienes que alejarte de ella Max.— Por más que lo intentará me era imposible.—Sabes lo que él le hará si descubre que la sigues viendo.

—Ese no es tu problema Dafne.— Marcus cuando se lo propone puede llegar a ser un verdadero hijo de puta.—y tenian toda la razon.—En cambio si sigues conmigo sabes que podemos hacer muchas cosas más divertidas, ya sabes como los viejos tiempos.— Se mordió su labio intentando pareces sensual, a mí me causo mucha repulsión.

—¿Para esto es que me citaste?— Lo sé soy un verdadero idiota por venir, pero ya no la aguantaba, me llamaba día y noche, se apareció nuevamente por mi casa, ¿qué más podía hacer?

—¿Que me dices nene?— Se acercó demaciado hacia a mi.

—Digo que paso.— Me levanté del banco en el que estaba sentado y comencé a caminar, dejándola sola.

Mi Secuestrador (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora