Capítulo Siete (3/3)

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Razón N°5. Es un imbecil.

Laura

— Laura... ¿Vas a seguir sin hablar? Desde ayer que no hablas y lloras. — pregunta Gin mientras caminamos hacia nuestra clase de contabilidad.

— Es que... No puedo creer que haya dicho eso. ¡No lo entiendo! — digo enojada y dolida. — ¡Primero me besa, casi se acuesta conmigo, vuelve a besarme y me consuela para luego decir que soy fea y una niñita! Lo detesto.

— Jamás te he visto tan...

— ¡No estoy enamorada de él! Me enoja porque es un jodido bipolar que ni él sabe lo que quiere y me lastima porque duele escuchar lo asquerosa y pequeña que le pareces a un hombre. Además, me confunde... ¿Si no me desea, por qué me besa? ¿Por qué me...? Olvidalo. No quiero seguir hablando de esto.

— Laura, lo mejor que puedes hacer es ignorarlo. Terminará rompiéndote el corazón y no es el chico para ti. En siete meses te irás de todas formas...

Suelto un suspiro y asiento. — Tienes razón. No puedo creer que ingrese a la universidad siendo virgen.

Ginebra se ríe mientras me abraza por los hombros.

— ¿Quién sabe? Tal vez tomas un poquito de más y terminas en la cama del caliente e irresistible Ross Lynch. — dice en broma.

— Si... Eso no va a pasar...

— ¿Quién sabe?

— Yo lo sé, él lo sabe, todos lo sabemos. No hay espacio en su cama para una niñita tonta, inmadura y fea. — digo haciendo un fingido puchero y ella suelta una carcajada.

— Mi chica favorita está devuelta.

Luego de dos horas de números y lógica, finalmente estamos en receso. Aún no estaba recuperada del todo ya que me cansaba con rapidez y tenía frío por momentos.

Mientras que Ginebra come, yo me dedico a mirar a la nada pensando en si debería irme a casa o no. No quiero volver a desmayarme. Mi celular suena anunciando un nuevo mensaje y lo agarro.

Ross: Iré a buscarte. Espérame en la salida.

No, ya no lo tenía como imbecil. Había borrado todos los números sin querer cuando quise tener algo de almacenamiento y decidi ser madura y agendarlo por su estúpido y feo nombre.

Estoy a punto de contestar, pero Daniel se sienta a mi lado y me sonríe. Joder, que lindo que es.

— ¿Cómo estás? — pregunta.

— Estoy mejor que ayer. Ross ha estado cuidando de mi. — respondo sonriendo levemente.

— Oh, crei que habían terminado...

— ¿Terminado? — pregunto confundida. — Ross es el amigo de mi hermano.

— No es lo que él les dijo a los chicos...

¿Que Ross hizo qué?

— ¿Qué?

— ¿No lo sabías? — pregunta riendo levemente. — Ha amenazado a todo el equipo de futbol con que si alguno te invitaba a salir no podrían jugar la última temporada.

Ginebra se ahoga con su bebida y le doy palmaditas en la espalda mientras que proceso la información. No puedo creer que él haya hecho eso... ¿Por eso ningún chico se me acercaba?

— Ross no es mi novio ni nada por el estilo. No sé por qué habrá dicho eso, pero no me gusta ni le gusto. — explico.

— Eso es genial. — dice sonriendo de lado. — Quería invitarte a cenar este viernes. Una cita. ¿Te gustaría?

Lo miro sorprendida sin responder. ¿Daniel acaba de pedirme una cita? ¿Es esto real? No puedo... Lo aburriré.

— Yo... — comienzo a decir negando con la cabeza pero Gin me interrumpe.

— Ella acepta. Pásala a buscar por mi casa, así no pasa por los celos de Ross.

— De acuerdo. ¿Este viernes a las 9?

Entraba a trabajar a las 23:30hs así que podría. Sonrío levemente.

— Si... — murmuro ganándome una sonrisa hermosa de su parte.

— Nos vemos luego, Laura.

Una vez que Daniel se va, escondo mi cabeza entre mis brazos.

— Será un desastre... — susurro. — Lo aburriré, verá que con maquillaje no me veo mucho mejor y lo espantaré.

— Será maravillosa. Tranquila. Laura, eres preciosa con o sin maquillaje y una chica increíble. No importa lo que Ross pueda llegar a decir, ambas sabemos que es un imbecil.

Sonrío levemente y asiento. — De acuerdo... Gracias, Gin.

— No es nada. ¡Te dije que le gustabas!

— No puedo creer que me haya invitado a una cita...

— Serían una pareja tan dulce. — suspira Gin provocando mi risa.

Cuando finalmente salgo del colegio, Ross me está esperando en la puerta y yo lo ignoro completamente para dirigirme al auto y esperarlo.

— ¿Cómo estuvo tu día? — pregunta mientras me abre la puerta y me subo.

— Bien.

— Me alegro... ¿Algo interesante?

— No. Las niñitas como yo no tenemos cosas interesantes e importantes para comentar.

Ross suelta un suspiro. — Lo siento... Yo no quise...

— No digas que no quisiste hacerlo porque no es la primera vez. Di lo que quieras sobre mi, no me interesa lo que tu llegues a pensar sobre mi cuerpo y sobre mi. De todas formas, tienes razón. Pero luego no vengas a hablarme como si nada y finjas que nada pasó, porque no es así. Me limitaré a ignorarte, tu haz lo mismo. — lo interrumpo.

— Laura...

— Este viernes tendré una cita. Te informo así puedes follar tranquilo sin preocuparte por mi, aunque nunca lo haces. Me iré a lo de Gin.

— ¿Qué? ¿Con quién?

¿Es enojo lo que escucho en su voz?

No me desea pero le dice a todos que es mi novio.

No le atraigo pero se enoja si otro hombre quiere salir conmigo.

¿Qué está mal con él? Me tiene cansada.

— No interesa. Tendré una cita y eso es todo.

— ¿Daniel? Es un imbecil. Puedes hacerlo mejor.

Suelto una carcajada. — ¿Mejor? ¿Y ese serías tu? No conozco hombre más perfecto que él.

— Es un idiota. Definitivamente no irás.

— ¡Deja de controlarme! ¡No soy tu novia para soportar tontas escenas de celos ni para prohibirme verme o a hablar con un hombre!

— ¡Eres mia, Laura! — grita y al parecer se da cuenta de lo que acaba de decir ya que suelta un suspiro negando con la cabeza mientras que yo lo fulmino con la mirada.

— No soy tuya, jamás seré tuya. El hecho de que te haya correspondido el beso y casi nos acostamos no te hace mi dueño. No soy de nadie. No soy una maldita propiedad en donde los hombres marcan territorio. El día que sea de alguien, que pertenezca a un hombre, no de manera sumisa sino de entregarme a él... Créeme que se lo haré saber cada minuto y lo aseguraré de ello. Y no serás tu, así que deja tu estúpida actitud territorial. — digo enojada.

— Solo... Vamos a casa... — murmura Ross para luego finalmente poner en marcha el auto y conducir.

Ninguno de los dos habló en todo el viaje y lo prefería así.

Que se pudra.

Forbidden To Fall In Love. |  RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora