Capítulo Ocho

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Razón N°4. Es frágil.

Ross

Sigo sin poder creer que le haya gritado que es mia. Jamás he sido territorial con una mujer, ni una sola vez, tampoco he experimentado celos. Joder... ¿Qué me está pasando?

— Hoy no iré al colegio ni a mis ensayos. — anuncia Laura bajando las escaleras aún en pijama, pijama que consiste en un top y un short muy corto.

— ¿Te sientes bien? — le pregunto mientras le sirvo el desayuno y me siento.

— No... Estoy cansada todo el tiempo. Solo quiero dormir. Tengo mareos y temo que voy a desmayarme en cualquier momento.

Bien, algo andaba mal con ella. Algo andaba realmente mal en ella. ¿Qué era?

— Vamos al médico. Termina de desayunar y vamos. No es normal y comienzas a preocuparme.

Laura suelta un bufido pero no dice nada en contra. — Iré a cambiarme... — murmura para luego levantarse y dirigirse a su habitación.

— ¡Laura, no has...! — comienzo a decir pero ella se desmaya. Mierda.

 A penas logro a agarrarla antes de que su cabeza toque el suelo y la alzo en brazos.

— Laura... — murmuro preocupado. — Despierta por favor...

Nada.

¿Qué se hace cuando una persona se desmaya? Estoy seguro de que lo sabía, pero ahora tengo la mente en blanco. Solo puedo pensar en Laura y en su salud.

Sin dudarlo, la llevo al auto y la recuesto en el asiento trasero para luego dirigirme al hospital. En todo el viaje, ella no despierta y está pálida. Tendría que llamar a James en cuanto llegara al hospital y avisarle sobre la situación de su hermana, situación que se desconocía pero no era para nada buena.


Diez minutos después, llego al hospital e ingreso con ella en brazos.

— Necesito un doctor. Urgente. — le digo a una enfermera.

— ¿Nombre?

— Laura Marano. ¿Puede apurarse? Lleva un tiempo desmayada y no sé como hacerla reaccionar. Por favor... — pido desesperado.

— Descuide, en segundos la atenderán. Debe llenar un formulario.

Unos minutos después, finalmente se llevan a Laura en una camilla y yo me quedo en la sala de espera llenando el formulario. Curiosamente, sabia todas las respuestas. Tal vez eso era porque siempre iba con ella a las inscripciones o porque secretamente yo era quien pagaba sus lecciones.

No sé cuanto tiempo pasa pero yo ya comenzaba a desesperarme. Finalmente, un doctor sale de la habitación.

— ¿Familiares de la señorita Marano? — pregunta y yo me levanto de inmediato. — ¿Qué eres de ella?

— El novio. — miento. Sabía que no le daban información sobre el paciente a no ser que fuera alguien realmente cercano. — Su hermano está de viaje y sus padres han fallecido, no tiene a nadie más que a mi ahora mismo.

— Bien... Necesito hacerle una pregunta, ya que es el novio. ¿Sabe que la señorita Marano no ha estado ingiriendo alimentos?

¿Qué?

— La he visto flaca, se lo he comentado a su hermano pero me dijo que podía ser por todo el ejercicio que hacía... Y ella come.

— ¿Usted la ve comer?

Comienzo a hacer memoria. Siempre su plato quedaba lleno y más de una vez he encontrado restos de comida en la basura. No eran restos de comida, era su comida. Laura tiraba su comida.

— A veces... Pero ahora que lo pienso mejor, siempre hay restos de comida en el tacho y muchas veces deja su plato lleno con la excusa de que tiene algo que hacer urgentemente. No pensaba que fuera algo grave...

— La señorita Marano quedará internada por dos días. Tenemos que hacerle una transfusión de sangre, su desmayo se produjo gracias a la anemia, al igual que su cansancio, frio y mareos. Ya he hablado con ella, se quedará para distintos analisis en donde se determinará qué tipo de anemia tiene y qué tan grave es.

— ¿Transfusión de sangre? — pregunto. — No sé quién puede ser compatible...

— ¿Algún familiar? Ya sea de ella o suyo. Alguien que sea compatible.

Ryland.

— Por lo que he estado hablando con la señorita Marano, su anemia se puede tratar con suplementos nutricionales y un cambio en su alimentación. Probablemente tenga anemia ferropénica. Necesitamos hacerle la transfusión de sangre ya que ahora mismo está grave, pero en unos días se encontrará mejor. Asegúrese de que tome sus suplementos y coma como se debe sin saltearse ninguna comida. — dice.

— ¿Puedo pasar a verla?

— Claro. Aunque está algo sensible... No le aconsejaría que la reprenda ahora.

Tampoco pensaba hacerlo. Solo quiero cuidar de ella como debi haber hecho antes.

— Descuide. En un rato le confirmo si he conseguido un donante. — respondo antes de entrar a la habitación.

Laura miraba por la ventana y estoy casi seguro de que estaba llorando, por lo que me acuesto a su lado con cuidado y la abrazo.

— He sido una estúpida... — murmura sollozando.

— No eres estúpida. Solo has cometido un error.

Ella se da la vuelta y apoya su cabeza en mi pecho, inmediatamente la acerco más a mi mientras que le acaricio el cabello.

— ¿Por qué lo has hecho? — pregunto. — No comer nada y además hacer ejercicio... ¿Qué lograbas?

— No me sentía cómoda con mi cuerpo. Comencé al rededor de los 15 años, estaba enamorada de un chico pero él se fijaba en todas menos en mi. Pensé que era por mi cuerpo, probablemente sea así, por lo que comencé a dejar de comer de a poco para bajar de peso y llegar a gustarle.

¿Qué ella hizo qué?

— Bien, lo siento pero... ¿Eres estúpida?

— Ya te lo he dicho antes.

— Me refiero a que... ¿Cómo has podido sentirte así con tu cuerpo? ¿Cómo has dejado que un imbecil influenciara en tu salud?

— Él lo ocasionó... Pero luego simplemente no podía parar. Es feo verte en el espejo y odiar la imagen que ves, quería sentirme bien conmigo misma... Pero no lo logré y ahora, que está mi salud en riesgo por lo que debo comer, tampoco lo lograré. — dice llorando y yo hago que me mire mientras le seco las lágrimas.

— Escúchame bien. Eres completamente hermosa, increíble y dulce. Además, eres jodidamente caliente. — comienzo a decir. — Tienes unas piernas increíbles... — subo una de sus piernas a mi cintura y le acaricio el muslo. — Unos ojos donde cualquier hombre podría perderse... — me acerco a ella y Laura cierra los ojos por lo que deposito uns suave beso en un párpado provocando su sonrisa. — Y unos labios... Joder, y unos labios que no pasa una día que yo no quiera besar. — murmuro rozando sus labios con los mios. Ella aún sigue con los ojos cerrados. — Eres hermosa, la chica más hermosa que conozco... Que nadie te haga dudar sobre eso.

— Pero tu has dicho que... — comienza a decir pero la interrumpo.

— He mentido. No puedo decirle a tu hermano que me atraes y me gustas, me patearía el trasero lejos de ti. Él comenzaba a sospechar y yo tuve que decir eso, pero créeme que no fue en serio. Lo que te dije hace unos segundos es lo que realmente creo de ti, hay otras cosas increíbles que me encantan de ti pero si enumero cada una de ellas tendríamos para rato.

Laura sonríe levemente. Estaba cansada. Me levanto de la camilla y deposito un largo beso en su frente.

— Iré a llamar a mi hermano, a James, a Ginebra y a mi madre.

— De acuerdo... — murmura con los ojos cerrados y yo me quedo un rato admirándola.

Era en vano seguir negándolo.

Sigo enamorado de Laura.













Forbidden To Fall In Love. |  RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora