Las reglas son para romperse

Comienzo

Nicole

No sabía dónde estábamos, quizás un lugar lejano, habíamos conducido por horas, 12 para ser exactos. Nos habíamos refugiado en un pequeño pueblo apartado de la ciudad, no lo conocía y por las expresiones que hizo Isabel sabía que ella tampoco. Estábamos en una posada humilde, descansaríamos unos días para después continuar con nuestro viaje.

Estábamos bastante cansadas así que en cuanto llegamos las dos caímos rendidas.

Cuando desperté me di cuenta que Isabel había dormido en el sofá de la habitación, me había dejado la cama para mí sola, las dos seguíamos algo incomodas después de lo qué pasó. Me levante y camine hacia dónde estaba ella. Su perfil izquierdo tenía una cicatriz de mi rasguño, además de que tenía todo el hombro vendado y había pastillas encima de la mesa, era mi culpa.

Decidí salir a caminar un rato, así que me vestí y salí. Camine por los alrededores y compre cosas necesarias para comer, después de eso decidí sentarme un rato debajo de un árbol a pensar en todo lo que habíamos dejado atrás.

Habíamos llegado a la batalla, no tardamos en correr hacia los enemigos, claro, yo me quedé con Christopher a esperar a Marcus para la batalla decisiva.

Estábamos a un lugar apartado, esperamos hasta que llegó Marcus junto con Zaid. Discutieron un par de cosas y después corrí rápido hacia Zaid. La batalla estaba reñida pero en un descuido él me tumbo y me mordió feroz mente el cuello. Por más que trataba de moverme no podía quitarlo, pero entonces, escuche una voz a lo lejos, una voz que por segundos me hizo más fuerte.

- ¡Nicole! – gritaba la voz a lo lejos.

Eso me dio la suficiente fuerza como para derribar a Zaid y tronarle varias costillas, tardaría en regenerarse así que aproveche para morderle el cuello bruscamente. Cuando pensé que podría ganar, Isabel me empujó con fuerza para quitarme de encima de Zaid, las cosas se habían complicado.

Salí de mis pensamientos, me había demorado mucho recordando cosas que aún me afectaban así que decidí regresar a la posada.

Cuando regrese Isabel ya no estaba en el sofá, la busque por toda la habitación hasta que escuche quejidos en el baño, cuando abrí la puerta Isabel me miró con una mirada de dolor por el espejo. Isabel estaba desnuda de la cintura para arriba, tenía una mano algo roja por la sangre pero también con algo de pomada. La mano estaba justo en la mordida que yo había provocado. Ella seguramente estaba aplicando una pomada que ayudaba a la curación aún más rápido.

Me miró y por un segundo pensé en salir pero su voz me detuvo.

- ¿Puedes ayudarme?, con el vendaje – decía señalando con la mano que no tenía ocupada. Tarde algo en responder pero reaccione.

- Si claro – decía algo sería pero por dentro con nervios.

Tome la venda y empecé a vendarla lo más cuidadosa que pude. Debo admitir que ver su cuerpo de esa forma me daban ganas de abrazarla y acariciarla, pero no lo merecía, no merecía ese placer.

Cuando termine ella suspiró de alivio, lavo sus manos y después salió del baño, yo me quedé unos instantes ahí, observando la sangre que aún cubría el lavabo.

Entonces la furia de recordar la mentira que ella y su hermano me plantaron me invadió y corrí para enfrentarme a ella. Ella trato de detenerme pero yo en ningún momento pare y logre rasguñarle la cara, cuando trate de atacar de nuevo Zaid me lo impidió.

La batalla con Zaid seguí reñida pero hubo un momento en que lo deje inmovilizado, ya que la furia me volví a invadir junto cuando escuche la voz del asesino de mi tío. Corrí con desesperación hacia ellos, pero de nuevo me encontré con Isabel en medio. Quería apartarla, quería hacerla pagar por lo que hizo, así que la mordí algo fuerte, ella nunca se quitó o me hizo daño, y yo nunca pude morderla con la suficiente fuerza. Me dijo todo eso que me hizo dudar de lo que estaba haciendo y remató con un golpe para que reaccionara. En ese momento me pregunté, ¿Qué demonios haces?.