Parte 1 Inicio delirante.

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Jueves 27 de marzo de 2008

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Jueves 27 de marzo de 2008.

16:35 hrs.

Un auto se acercaba a un hangar de aviones abandonado en las afueras de la ciudad de Aolanís, era un lugar con maleza y árboles muertos; era un lugar abandonado. Ahí entró al lugar. Todo era oscuro. Se escuchó un grito entre la oscuridad dando una orden. 

 ¡Apague las luces o se muere!

El auto se detuvo y frente a él brillaron unas luces, había cuatro siluetas.

─ ¡Agache la cabeza y denos el dinero, aviénte el dinero donde lo traiga por la ventana y no suba la cabeza!

Se hizo lo que pidieron y tras unos minutos se escuchó que abrían una puerta, un auto reverseó; él salió, y sólo pudo ver los vidrios ahumados, fue hacia un coche que dejaron con las luces prendidas. Corrió para poder ver a su familia. Cuando llegó, miró una gran caja de cartón, la abre y ve algo que le detuvo el corazón. Dentro se encontraba huesos con pedazos de carne y cabezas con huellas de ataque; eran cráneos con la piel y carne desgarrada. Él se quedó callado y leyó una nota que dejaron.

─ Mira que tu mujer estaba bien buena y tu hijo era guapo, pero lástima que el pinchi bebé de su panza no naciera sólo fueron la comida de mis perros yo cuido a los animales así que cuídate tú.

El tipo nunca le habló a la policía, más sin embargo le recorría una rabia incontenible, veía los restos de su mujer e hijo y los toma tiernamente, los abraza; sintiendo su corazón latir como queriendo salir de su cuerpo. Él toma una decisión que tal vez lo llevaría a un camino equivocado o morir en el intento.

20:45 hrs.

Él regresó a casa con la caja, en su jardín cava dos hoyos, pone dentro los huesos de su mujer y la de su hijo, los entierra, por el bebé que fue desaparecido pone un rosal de color blanco; luego pone dos rosales de color rojo; cuando termina, llora inconsolablemente; se hinca rasca la tierra, mira al cielo y aprieta los dientes, el dolor que sentía era inimaginable; él hacía todo en silencio, su mirada era de coraje, apretaba el cuerpo con mucha ira.

21:15 hrs.

Media hora después llegan de visita el padre y la madre de la mujer. Tocan el timbre y nadie sale a recibirlos, el señor Pedro recordó lo que le había dicho su hija sobre la llave que estaba escondida bajo una maceta, la encuentra y abre la puerta. Las luces en el interior estaban encendidas, al no ver a nadie, escucharon que alguien lloraba en el jardín del patio. Ellos se asoman, y lo ven hincado, se acercan lentamente y notan que es el esposo de su hija.

─ ¿Dónde está Jennifer? ¿Ya sabes algo de ella?

Le pregunta el señor Pedro, Padre de Jennifer.

─ ¿Qué pasó con mi hija? ─ Le pregunta la señora.

Él sin levantar la cabeza. ─ Señor Pedro y señora Teresita, mi esposa y mi hijo no están y en dónde están no lo sé. En estas rosas los tengo a mi lado.

Las cuatro caras de un asesino... ¿Existen crímenes justos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora