Parte 4 Salida con éxito.

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Seis meses después

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Seis meses después.

Lunes 14 de marzo de 2011.

11:50 hrs.

En el hospital Karena, dentro de la sala de juntas; están un grupo de doctores para ver el estado clínico de Héctor.

¡Buenos días señor Héctor Antázuri!, soy el doctor José Ochoa, venimos a ver su rehabilitación, no se preocupe, es algo de rutina; a través de esto decidiremos si es posible darlo de baja de este hospital; ¡Siéntese, no tema!

Héctor hace lo que dice el doctor; entre los presentes circulan unos folders con el expediente del paciente.

― Señor Héctor, soy el doctor Osuna ¿Cómo se siente hoy?

― Muy bien.

― Usted al parecer sufrió de una amnesia sistemática, ahora se ve que ya pudo mejorarla.

― Así es.

― Espero y no incomodarlo. ― Le menciona el doctor Ávila.

― ¿No recuerda algo de lo que le pasó antes de llegar aquí?

― Lo siento, no recuerdo nada ni quiero recordar, pues ya me encuentro mucho mejor de que como llegué, ya vi los videos que me mostraron para ver mi mejoría creo y ustedes ya los miraron.

― Si, dígame ¿Por qué leía la Biblia y otros libros?

― Para mantener ocupada mi mente.

― ¿Cómo pudo saber que hacer señor Héctor? ― Le cuestiona el doctor Herrera.

― A mí me gusta leer buena literatura, desde pequeño, tal vez eso me motivo a desear leer estando con mi amnesia, quizás eso es lo poco que pude recordar.

― ¿Por qué pinta y dibuja?

― No lo sé, aunque me da mucha paz al realizarlos.

― Muy bien Héctor ¿Qué medicamento utiliza en su tratamiento?

― Uso un antidepresivo creo y es la marca Adipzikke.

El doctor Pizarro comenta. ― ¿Por qué cuando llegó se hincaba todos los días? ¿Qué le pasaba por su mente en ese momento?

― Creo y ya fue contestada esa pregunta con el doctor Ávila.

― Señor Héctor, soy el doctor Eiken ¿Qué profesión tenía antes de llegar a este hospital?

― Ejercía como doctor cirujano plástico.

― ¿Desea usted ejercer cuando se le dé totalmente de alta?

― Pues claro que si doctor.

― ¿Qué especialidad cosmética o reconstructiva?

― Cosmética.

― ¿Para qué realiza ejercicio en su habitación?

― Para no atrofiar mi cuerpo, y para mantener mi salud al cien.

― Señor Héctor salga un momento, decidiremos entre nosotros su veredicto.

― Ahí estaré esperando la respuesta.

― Evite hablar con la doctora por el momento por favor.

En la sala se escucha hablar en voz baja a los doctores, en unos cinco minutos sale el doctor Yoshi. ― Señor Héctor puede pasar.

― Gracias.

Héctor pasa y se sienta; el doctor Ochoa abre un folder y le dice.

― Señor Héctor Antázuri Infante, por una decisión unánime, su expediente se dará al gremio de doctores, Tendrá que esperar un tiempo más, ya vimos también el expediente de la doctora Celiño, notamos que su mejoría es admirable pues ayuda a otros pacientes como voluntario; en esta reunión usted es dado de baja de este lugar, aunque falta la decisión del juez del gremio; pensamos que también lo hará, espere que analice tus expedientes, él mandará la respuesta definitiva ¿De acuerdo?

― ¿Cuánto tiempo será?

― No lo sabemos, sólo espere el tiempo que sea necesario.

― ¿Puedo entonces salir a la calle?

― No aún no.

― Ustedes me comentaron que ya estoy dado de baja.

― Si, aunque falta la decisión del juez principal.

― Lo acepto.

― Bueno puede retirarse, espere el comunicado.

― ¡Gracias, compermiso!

Al salir se dirige dónde está la doctora Celiño.

― ¿Te dieron de alta Héctor?

― Si, me dieron de baja no de alta, me dijeron que esperara la decisión del juez del gremio.

― ¡Qué bien!

― Me voy a desesperar esperando como una mujer embarazada.

― ¡Que gracioso eres, espera todo tiene su tiempo!

― ¿Usted cree que me darán de alta?

― A lo que veo sí.

― Una pregunta ¿Por qué ellos me dan de baja y no de alta?

― Pues se te dijo así, porque ellos te dan de baja en este

Hospital, o sea ya solo sigue el siguiente paso que será

darte de alta.

― Ya comprendo.

― Ellos vieron tu actitud y mira que fue rápido.

― Me hicieron unas cuantas preguntas, pienso que con los videos que ya habían visto me dieron la ventaja.

― Tienes razón, eso te ayudó para ver tu mejoría y notar al presentarte tu actitud.

― Me siento bien, aunque esperaré la respuesta.

― ¡Tranquilo!

― La verdad me sentía muy nervioso, me controlé al pensar en lo que aprendí con usted.

― Eso sí, te vi como temblar un poco.

― Tenía un poco de frío, si me quedo otro ratito, al salir me hubiera visto como paleta helada.

― Eres simpático.

―Pues sí, gracias a Dios y a usted.

Las cuatro caras de un asesino... ¿Existen crímenes justos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora