In the paradise 11.

262 26 0
                                    

Realmente escuchar su nombre mientras me besaba, me hizo querer llorar y partir mi corazón en dos. Fue mi culpa, sabía que él estaba  nostálgico por ella y aun así le dije que me besara.

>>

Tocaron la puerta, me puse la blusa y caminé hacia la puerta.

Taylor se había ido hace menos de diez minutos, quise imaginar que debió habérsele olvidado algo.

Y la abrí.

Y lo vi, con una sonrisa y las mejillas rosas.

—Buenos Días, Beth. —Saludó.

—Buenos Días, Michael, pasa—Me hice hacia atrás para que pasara.

El miro toda la habitación, y yo tomé  la sabana de la camilla, para tenderla.

—Lamento hacerte esperar para el desayuno, no sabía si querías que te acompañara hoy, y decidí bañarme un poco más tarde. Taylor se fue hace quince minutos y no mencionó nada.

—No te preocupes, venía a invitarte a que me acompañaras. —Dice sonriendo. —Si bueno le di el fin de semana libre a Taylor, le debo un par de días.

—Muchas gracias, solo termino de tender la cama y bajo.

—Te espero, no hay prisa.

—Está bien—Digo y  acomodo la cama— vamos.

El asiente y me permite salir a mi primero, cierra la puerta y cuando doy un paso más hacia las escaleras me tómala mano.

—Espera... tengo algo más para ti. —Dice y me sonríe.

— ¿Para mí? —Digo sorprendida.

—Sí, ven conmigo. —Dice sin soltar mi mano y me guía hacia su habitación,  me puse nerviosa con solo ver hacia dónde íbamos, el me mira y me sonríe. No puedo negar que realmente muchos pensamientos se me vienen a la cabeza.

Cuando se detiene una puerta antes de su habitación y abre la puerta.

—Esta será tu habitación por todo el tiempo que gustes quedarte, es tuya, siéntete en casa. —Dice y me quedo parada en la puerta admirando la belleza de habitación. Muy elegante, con una ventana  muy grande, era una habitación hermosa, una cama de tamaño matrimonial, un peinador, con todo tipo de perfumees y cremas. Y un closet lleno de ropa. —Ven a dentro... —Dice emocionado.

—Oh Michael...—Digo sorprendida.

Entre mirando la habitación. El me mostraba emocionado todas las cosas y yo no sabía que decirle, es un lindo gesto de su parte, me mostro el baño y  de la nada terminamos tirados en la cama.

—Es perfecta Michael, muchas gracias... Has hecho tantas cosas por mí, que siempre estaré en deuda contigo—Lo miro y él sonríe.

—Nada de eso, eres parte de mi familia ahora. —Me miro atento— Te lo mereces.

No sé qué decir y me giro sobre la cama para abrazarlo. El me abraza de vuelta y nos quedamos así.

—Muchas gracias, Michael. —Le agradezco una vez más y la voz de la señora Casandra se escucha en la entrada.

—Lamento interrumpir señor, el desayuno esta listo. —Dice apenada.

—En un segundo vamos, Casandra. —Dice y nos levantamos para bajar a desayunar.

Una vez que desayunamos, empecé a ayudarle a Casandra con las tareas de la casa. Michael tuvo que ir a su despacho, cuando  el reloj marca diez minutos antes de las dos subí a cambiarme  para la terapia de esta tarde.

Michael estaba en donde siempre mirando me desde el segundo piso, recargado en el mismo lugar bebiendo la misma copa.

Conectó algunos aparatos a mi cuerpo y me pusieron a caminar en un aparato, el especialista Williams escribía como siempre en mi expediente, Aron me sonreía y me decía una y otra vez que lo hacía muy bien.

Después de un cierto tiempo, desconecto los cables y entre a la alberca. Mire hacia Michael y noté que él no estaba más. Imaginé que tuvo un compromiso.

— ¿Puedo ayudar esta vez? —Escuche la voz de Michael detrás de mí, dirigiéndose al doctor Williams.

—Por supuesto señor Jackson—Dice el Doctor y me giro para verlo.

Michael entro a la alberca con su pantalón negro, sin camisa, su cabello rizado y  con una sonrisa. Llegó hasta a mí mojando su pantalón y la mayoría de su cuerpo.

—Hola—Mostro una sonrisa.

—Hola, Michael— Le dije y sentí sus manos  agarrar mi espalda y piernas para hacerme flotar sobre el agua. —Arruinarás tu pantalón.

—Eso no importa. —Sonríe— Llevo semanas queriendo ayudar en tu terapia. —Toma mi pierna y su mano la desliza de mi rodilla a mi pie, levemente como si fuera una caricia, no me quita la mirada y dobla mi pierna suave para comenzar a hacer los ejercicios.

Tarda un tiempo en dejarme  hacerlo por mi sola.

—Me gusta que estas mejorando mucho—Dice— Felicidades.

—Muchas gracias. —Le sonrío— Y a mí me gusta que te hayas quitado ese desesperante tapabocas.

Se ríe.

— ¿No te gustaba? —Pregunta.

—En realidad no, era una tortura para ti traerlo puesto. No podías comer a gusto y realmente tu voz sonaba más apagada y ansiaba poder conocer tu sonrisa.

Sonríe.

Durante unos minutos nos mantuvimos de la misma posición hasta que tuvimos que cambiar, ahora él me sostenía por  pecho y las piernas, mientras que yo estaba boca abajo moviendo mis piernas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Durante unos minutos nos mantuvimos de la misma posición hasta que tuvimos que cambiar, ahora él me sostenía por  pecho y las piernas, mientras que yo estaba boca abajo moviendo mis piernas.

Cuando la sesión de hoy es terminada, me cubro con una toalla y Michael se queda hablando con el doctor a cierta distancia de mí.

Y así pasa un par de semanas más, Aron comenzó a dejar de venir, mientras Michael me ayudaba.

Una semana más pasó hasta que el doctor me dio de alta, por fin,  era un fin de semana, Taylor había comenzado a descansar los fines de semana. En la mañana, Michael me sorprendió  con un par de pistolas de agua, quedamos en que haríamos una batalla de agua, junto con globos y aquí estábamos nosotros con dos tinas cada quien, llenas de globos de agua. Rellenamos la última tina que nos faltaba y  comenzamos a correr por todo el jardín de Neverland.

Neverland | EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora