In the hell 43.

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La noche calló una vez más.

Mierda. ¿Qué hice mal para estar pasando esto?

Miré a un punto fijo en la nada, mientras sostenía mi copa. Las lágrimas caían una vez más como los días anteriores.

La puerta se abre y limpio mis mejillas rápido, girándome y fingiendo que leía unos papeles.

—Hola, mi amor. —Dice Lisa ya en pijama. Y con una sonrisa leve en su rostro. —¿Sigues ocupado? —Dice y cierra la puerta detrás de ella. Le sonrío a la mitad y le asiento.

—Sí, tengo mucho trabajo hoy. —Le digo y cambio de hoja, Lisa pone sus manos en mis hombros y las desliza por mi pecho. Su toque hace que me tense, ya sabía lo que quería, noche tras noche hacía lo mismo para que la tocara, pero siempre era igual.

Sus labios besan los míos con necesidad, tosí leve y la miré. —¿Por qué no descansas por esta noche, cielo?

—No, Lisa. De verdad necesito terminar de leer estos contratos y firmarlos, tengo una junta urgente mañana por la mañana. —Dije y ella me abraza.

—Está bien, amor. —Sonríe leve y asiente. —Entonces, procura no dormir tan tarde. —Dice, sé que le ha dolido que la rechazara hoy también, pero no puedo estar con ella, cuando mi mente piensa en Beth.

Lisa sale del despacho y exhalo, sé que no se lo merece...y la culpa es mía por hacerle todo esto. No debí haber permitido que durmiera junto a mí por despecho, no debí ilusionarla si amaba a alguien más, no debí casarme con ella. Bebí lo que restaba de mi copa, me levanto y tomo las sábanas que estaban dobladas al lado del sofá y las extendí. Una vez recostado miré el cielo estrellado y traté de verle el lado bueno, no dormía en mi habitación, la había cambiado por un sofá incomodo, pero al menos tenía una buena vista.

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Al día siguiente le pedí a Bill que me llevara al local de Elizabeth, él parecía no estar de acuerdo, pero sin embargo no decía nada más. En menos de diez minutos estaba abriendo la puerta y bajando de la camioneta. —Espérame aquí, no demoro. —Le digo y Bill asiente.

Crucé la calle y me contuve en la puerta, observando por el cristal. Estaba Elizabeth junto a Harry y Taylor, estaban muy contentos al parecer celebraban algo. Empujé la puerta y las risas estallan en mis oídos, los tres estaban dándome la espalda, ellos no se habían percatado de mi presencia.

—Bien, entonces ¡Salud por Paris Katherine! —Grita Harry. Elizabeth levanta una caja de leche para brindar junto a ellos, no pude evitar esbozar una sonrisa, Elizabeth siempre lograba sorprenderme con su buen humor. No lograba entender quién era Paris, pero supongo que era una mujer importante.

—¿Has pensado en los apellidos que le pondrás a Paris? —A sí que estaba esperando una nena y su nombre se será Paris. Un extraño sentimiento me abarca el pecho y me quedo ahí sin hablar.

—No lo sé. —Beth se sume de hombros. Y Taylor habla.

—Será muy evidente cuando nazca y se parezca a...—Harry tose dándose cuenta de mi presencia. Taylor me mira y después termina su frase. —A ti Harry. —Dice nerviosa y Elizabeth se voltea confundida y me mira.

Tosí. —Lamento interrumpir su celebración. —Dije y me acerqué. —Taylor, te he traído tu pago, la última vez que nos vimos no pude hablar contigo y especificar la cantidad que querías por todos estos años a mi lado. —Le digo y Taylor niega.

—Señor, yo...no creo correcto que me pagué—Mira a Harry y a Beth—después de todo yo...no le di la cara cuando me fui.

—Tonterías Taylor, no te juzgo por salirte, a veces también quiero salir de ahí—Reí leve. —Te debo años de lealtad y sé que con nada en el mundo podré pagar por haber estado conmigo. —Le digo, sujetando sus manos—A sí que he firmado un cheque sin cantidad, pon le la cantidad que gustes, no me negaré en dártela. —Le digo y le entrego el cheque.

Neverland | EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora