In the paradise 12.

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Acordamos que el que perdiera con la mayoría de globos reventados haría la cena de esta noche.

Tome un par de globos y corrí lanzándolos. Solo uno alcanzó a mojar a Michael, él comenzó a mojarme con su pistola y cuando menos lo espere me lanzó un globo atinando le a mi espalda.

—Voy ganándote, Michael, aún así. —grité mientras corría para tomar más globos. — ¡Dime Michael, ¿Qué harás de cenar esta noche?!—Grité riéndome.

— ¡Nada, porque te ganaré, señorita Hamilton! —Corrió con tres globos en sus manos.

—Eso está por verse. —Corrí.

Michael tenía su ultimo globo de agua, mientras que yo tenía dos, estábamos empatados.

— ¡Tu última oportunidad, Jackson! —Reí.

— ¡No cantes victoria, Beth! —Gritó riendo.

Parecíamos un par de niños.

Lancé el mío dándole en el brazo derecho.

—Oh, eso te costará muy caro. —Gritó con una sonrisa.

Lanzó su último globo y me dio en la pierna izquierda.

—Eso no estuvo mal, Jackson, pero tengo uno más que te mostrará la derrota. —Grité y corrí tras él.

Corre pero la raíz del árbol lo hace caer, me pongo frente a él.

—Se me antoja una milanesa con espagueti de postre unas fresas con chocolate y un par de copas de Champaign —Dije demostrándole que su derrota está cerca y lo lanzo reventando le el globo en el pecho. — ¡Sí! ¡Bebe! —Grité de la emoción— ¡Te gane! ¡Escuchen todos, le gané al rey del pop!

Michael sonríe y se lanza sobre mí, haciendo me caer y juntos rodar entre el lodo.

—Eso no fue justo, señorita. —Dice con una sonrisa arriba de mí.

—Oye, no es mi culpa que te cayeras con la raíz de un árbol. —Reí.

—Entonces que la cena comience a las siete. ¿Te parece bien?

—Me parece perfecto. —Dice y se levanta y me ayuda a levantarme.

Dos adultos, él de treinta y yo de veintisiete, ambos mojados por razón de una guerra de globos y enlodados como niños de seis.

—Señor, lo busca  el señor Joe. —Dice Bill.

—Voy en un momento. Haz que me espere en el despacho. —Dice Michael y juntos entramos a la casa. Ambos nos metimos a nuestras habitaciones para bañarnos y quitarnos el lodo.

Abrí mis cajones y saque una camisa, era extraño que estuviera una camiseta de botos de Michael, me la puse y vi que me quedaba como vestido, quería ver su reacción al vérmela puesta y así preguntarle por qué una camisa de él estaba en mi ropa, finalmente me puse mis pantalones.

Bajé para tomar algo de fruta a la cocina, pique un poco y camine por el despacho de Michael, había una puerta media abierta y escuche lo que estaban hablando, realmente no quería pero la curiosidad me mató.

—Lo siento padre, estaba en una guerra de globos, terminé todo enlodado. Lamento la demora—Dice Michael.

—No es posible que estés tan tranquilo haciendo guerras de  globos con toda esta situación. —Se escucha una voz enfadada prominente del padre de Michael.

—Padre, ya te dije que no juego con las mujeres, no porque la prensa necesite vender falsos párrafos, arriesgaré a una chica a esa mierda.

—Debes entender a tu padre Michael, tú firmaste un contrato con la disquera, tú debes por lo menos tener dos parejas en público, la primera fue Liza pero ¿adivina qué? Está a tres metros sobre tierra y en cambio si no cumples las normas, te demandaremos por millones dejándote en bancarrota. —Dice una voz desconocida.

Neverland | EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora