In the hell 50.

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Lisa me miraba con una sonrisa llena de satisfacción.

Las comisuras de Lisa se alzaron al verme parada, con los ojos cristalizados, miré a ambas paradas frente a mí, la chica seguía apuntándome con la pistola, sus ojos emanaban diversión.

—Desvístete, no querrás que Esmeralda dispare en tu cabeza frente a tu hija o... ¿Si? —Dice Lisa con una sonrisa y de una manera cínica, el estómago se me revuelve completamente, me sentía débil y las piernas me temblaban.

Acababa de dar a luz ¡Maldita sea!

Tomé la pequeña manguera que pasaba el suero a mis venas y la arranqué, sacando el agua de mí. Tomé los bordes de la bata de hospital que traía puesta con delicadeza y debilidad, podría colapsar en cualquier momento, sentía que mis ojos se cerrarían en cualquier momento, pero estaba reprimiéndolo.

Levanté la bata con lentitud y la saqué por mis brazos, quedando por completo en ropa interior.

—¡Mierda! —Comenzó a reír, mirándome el cuerpo. —Eres un completo y asqueroso desastre. Un nudo se me forma en la garganta y me sentía tan impotente, estaba humillándome, cerré los ojos agachando la mirada en vergüenza y humillación.

Esmeralda me mira completamente y hace lo mismo que Lisa. —No entiendo como Michael pudo preferirte. —Dice, me sostenía de pie, tomándome de la camilla para no caer. —Esto es desagradable, ¿Podrías cambiarte ya? Me dejarás ciega.

Tragué el nudo en mi garganta y despacio tomé la ropa para vestirme. —Dame a mi bebé. —Le pedí, apenas en un tono audible.

Ella ríe. —Claro...—Dice estirándola hacia a mí, cuando estiré mis manos para tenerla junto a mí, Lisa la retira y niega. —¿De verdad creíste que te la daría, así de fácil?

La miré con el ceño fruncido, me hacían falta mis fuerzas, necesitaba ayuda...no puedo creer que esté pasando esto.

Mis ojos se cristalizan.

—Esmeralda. —Dice borrando su sonrisa. —Tú llevarás a Hamilton, me voy a adelantar con la pequeña... Paris.

Negué y mis ojos comienzan a dejar que caigan mis lágrimas. —No, Lisa...por favor. —Supliqué. —La niña no tiene nada de culpa aquí...—Me interrumpe.

—¡Por supuesto que si la tiene! —Ríe— Esta mocosa es la razón por la que Michael está contigo. —Asegura. —Y es uno de los puntos débiles de Michael, el otro eres tú, por eso me las llevaré a las dos. —Sonríe y en segundos me mira con el ceño fruncido. —Así que, Hamilton, no te atrevas a intentar algo, puede que pidas ayuda allá afuera y en el momento que lo hagas, no volverás a saber de la mocosa...—Me mira. Mira hacia Esmeralda. —Si intenta algo, no dudes pegarle un tiro. —Sonríe, dándome la espalda y saliendo.

Mis lágrimas brotaban y Esmeralda me mira. —Vamos muñeca. —Sonríe. Se junta a mí me pone la mano dentro de la bata y siento la pistola enseguida. Tragué un nudo y comencé a caminar. —Agacha la cabeza y sígueme.

Salimos de la habitación y Esmeralda cuelga algo en el picaporte de la puerta, era un pequeño letrero que decía: "Revisión médica, favor de no pasar hasta nuevo aviso"

Caminamos a la par, mantenía la mirada agachada y caminaba al ritmo que ella, mis piernas temblaban y el dolor entre mis piernas comenzaba a surgir, exhalaba mientras caminaba. La gente pasaba de un lado a otro sin darse cuenta de lo que estaba pasando, estaban tan metidos en sus cosas que no se daban cuenta de mí.

—¡¿Esmeralda?! ¿Cambio de turno? —Dice un chico, que vestía igual que nosotros.

—No Leo, es nuestra hora de comida. No se siente bien, así que iremos a comer. —Sonríe amable la chica que me amenazaba con disparaba si hablaba. —Su novio la acaba de terminar. —Susurra. Levanté la mirada y él chico se acerca a mí, notando mis lágrimas esparcidas en el rostro, tomó mi hombro.

Neverland | EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora