In the paradise 04.

305 32 0
                                    


No tienes que hacerlo, somos amigos. —Dice.

—Yo...—Dije pero no logré decir nada.

—Mi nombre es Michael Jackson. No dudes en pedir lo que necesites. —Dice con una mirada alegre. — ¿Cuál es tu nombre?

Asentí.

—Mi nombre es E-Elizabeth Hamilton. Y de verdad muchas gracias.

—Bueno, E-Elizabeth Hamilton, es un gusto conocerte, ahora sí, podemos ser buenos amigos.

No pude evitar sonreír por imitar mi pronunciación de mi nombre.

—Dime ¿Tienes familia? ¿A quién podamos comunicarle que estas bien? —Dice interesado.

—No, en realidad. Estoy sola. —Le informo.

Michael se sumió en silencio, sé que no sabe que contestar así que mejor cambia el tema.

—Antes de desayunar, ¿Me permites revisar tu venda? Necesito cambiarla.

Mi corazón se aceleró y no pudo ser más obvio, la estúpida máquina que controlaba mis latidos me delato completamente. Y me sentí apenada.

—Prometo que la cambiaré bien, no se mucho de enfermería, pero lo haré bien. —Dice.

Asentí.

El levantó la sabana de mis piernas y la soltó lo suficiente para cubrir solo mi ropa interior. Se giró y tomó nuevas gasas, alcohol, vendas limpia, isodine (Era un líquido para limpiar las heridas) y un poco de algodón.

Se sentó aún lado de mí y dejo las cosas en el buró. Comenzó quitando mis vendas para después quitar la gasa, comenzó a mojar el algodón con el alcohol y me miro: —Dolerá, pero ayudará a que no se te infecte—Dice.

Asentí.

Cuando el algodón con alcohol hace efecto con mi herida, siento que me quema, es un ardor fuerte, así que me quejo y aprieto las sabanas.

—Lo siento mucho, Lo siento de verdad—Dice nervioso— Fue más fácil la primera vez cuando estabas bajo los efectos de la morfina.

Respiro hondo.

Ahora sé que no fue una imaginación y realmente él estuvo curando mi pierna ayer.

—Está bien, está bien. Es por mi bien.

Comenzó a hacer lo demás, para después vendarme de nuevo.

—Listo. Es todo por hoy. —Dice tratando de tranquilizarme.

—Muchas gracias, de verdad.

—No hay problema. —Veo una vez más sus ojos con un atisbo de alegría y sé que sonríe una vez más.

Tomó las cosas y las coloco en su lugar, lavo sus manos y acerco una pequeña mesita de madera para poner la bandeja con los hot cakes, fruta y el jugo de naranja.

Ambos comenzamos a desayunar y él me hacía preguntas.

— ¿Cuántos años tienes, Beth? —Dice con un apodo.

—Beth... nunca nadie me había llamado así. —Sonríe una vez más y lo hago yo también—Tengo Veintisiete años.

—Eres joven. —Dice, pasando el tenedor debajo del tapabocas, realmente ver que se le dificultaba comer, me hacía querer decirle que se lo quitara, pero realmente no quise hacerlo sentir mal.

—Sí. —Sonreí y lo observe unos segundos— ¿Cuántos años tiene usted?

—Treinta y un años, por favor llámame como si fuera tu amigo. Me haces sentir como de cincuenta—Ríe.

—Está bien, no más "Usted" Realmente, Michael, luces más joven.

—Gracias, me haces sentir de veinticinco. —Ríe.

Y así fue la tarde, con bromas pequeñas de ese tipo, me sentí en confianza, cuando la gente habla sobre un artista, todos se imaginan al tipo engreído por la fama, millonario y egoísta. Pero cuando mencionabas a Michael, era todo diferente, por lo menos para mí lo es.

—Michael...—Dije mirándolo— ¿Por qué me has salvado?

El me observo unos segundos y pensó su respuesta.

—Porque no merecías morir. —Dice mirándome aún— No merecías estar así, herida y sin nadie que te ayudara.

Asentí, bajando la mirada y levantándola de nuevo.

—Muchas gracias, no sabes cuánto valoro que estés haciendo todo esto, sé que si hubiese sido alguien más me hubiera dejado morir, pero tú no, estas aquí perdiendo tu valioso tiempo conmigo, con una completa extraña y aun así te has tomado el tiempo de hacerlo por ti mismo.

Sonrío.

—Me gusta ayudar, quizá hoy eres tú, a lo mejor mañana soy yo. —Dice con tranquilidad, y mi mano es dirigida a la suya, y la tomé acariciando la.

—Muchas gracias.

Alguien toca la puerta por primera vez en todo el día.

—Adelante. —Dice Michael.

—Buenas tardes, señor Jackson, vine a darle los medicamentos a la joven—Dice la enfermera.

—Buenas tardes, Taylor. Pasa. —Michael se levanta de su asiento para permitirle a la enfermera acercarse a mí.

La enfermera comienza a revisar las maquinas, y comienza a anotar en un expediente, pone medicamento en mi bolsa de suero y después me entrega unas pastillas con un vaso de agua.

— ¿Cómo te sientes? ¿Hay alguna molestia? —Dice.

—No, en realidad, me siento muy bien. No siento nada de dolor, quiero imaginar que el medicamento de ayer me está haciendo efecto.

—Me alegra saber eso, son muy buenas noticias—Dice sonriendo y nos mira a ambos.

Todos en la habitación mantenemos una sonrisa y es grandioso en verdad.

— ¿Crees que pueda levantar me de la cama? —Dije con alguna esperanza—Me siento fastidiada de estar acostada.

—No lo creo, joven. Su herida es reciente y como ha sido operada, tenemos que esperar un poco más. No queremos que se vuelva abrir.

Asentí.

—Eso significa que seguiré haciendo pipi por la sonda. (Es un tubo que se les pone a los enfermos para que hagan del baño)

—Así es. —Dice y nos sonríe a ambos— Estaré afuera por si me necesitan, con permiso.

—Propio—Dice Michael.

Y la vimos salir de la habitación.

—Hey, no te desamines, pronto comenzarás a caminar y será grandioso. —Me observa.

—Si lo sé. Es solo que no quiero que estés perdiendo tu tiempo por mi culpa.

—No digas eso, es un placer servirte. —Dice y se sienta en el banco que esta alado de mi camilla. —Cuéntame de ti.

Neverland | EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora