La Adolescencia de Willow Creswel

Capítulo VIII: Grecia y Minnette.

Jamás, en mi vida, pensé estar en el funeral de Carter.

Yo estaba sentando en el comedor de la casa de Carter, solo, sin ganas de ver a alguien. La familia Rigzow y la familia Jhonson estaban afuera, dolidos. Mi padre con ellos, hablaban de lo buenos que habían sido en vida las personas que habían muerto.

Alguien llegó al comedor.

Volteé a ver de quién se trataba, y pues, era un joven, una chica hermosa, de piel clara como la nieve, unos ojos azules que cautivaban, y lo que más resaltaba era su pelo rojizo como el fuego. Y supuse que se trataba de Grecia, la chica con la que Carter salía.

— ¿Hola? —Me habló, su voz era una melodía, como si una sinfonía perfectamente saliese de su boca.

— ¿Grecia? —Pregunté, mi voz sonaba decaída.

— Sí... —Afirmó y se sentó junto a mí, en una silla que estaba al lado.— ¿Eres Willow Creswel?

— Sí. —Le respondí.— Al parecer Carter te habló de mí. —Sonreí.

— Pues sí, me dijo que eras su mejor amigo. —Ella correspondió mi sonrisa.— Él también te habló de mí, por lo que veo.

Me sacó una pequeña carcajada. — Sí, ese chico estaba enamorado, de ti, por supuesto. —Recordé cuando Carter hablaba de ella como si de un famoso se tratase.

Recuerdo de Willow...

—

Will, descubrí que en verdad ella me gusta, me gusta mucho. —Mi amigo se sonrojó.— Cuando estaba con ella sentí cosas que jamás había sentido por otra chica.

Fin del recuerdo de Willow...

Ambos hablamos mucho de Carter, de todas las locuras que habíamos hecho y de la cita con ella, al parecer, Grecia sentía muchas cosas por mi difunto amigo. El tiempo voló con nuestra conversación, y prometimos quedar otro día, intercambiamos números y de más.

— Me agradas, Willow. —Me dijo.

— Tú también me agradas, Italia. —Reí.

— Grecia. —Corrigió.

— Ah vale, sí, Grecia. —Me encogí de hombros.

— Will. —Escuché que alguien habló a mis espaldas, esa voz gruesa inconfundible.

Volteé y Minnette estaba ahí, se veía tan bien que salté y lo abracé, olvidando completamente que era heterosexual. Pero él entendía la situación y me abrazó en respuesta.

«Minnette se estaba volviendo un amigo, y que estuviese ahí como señal de que le agrado y respeto por mi amigo, me encantaba »

— Lo siento mucho, sé que era tu amigo... —Me susurró al oído, y me estremeció.

— Gracias Minnette, gracias por venir. —Me separé de él y me vio con una sonrisa.

— Vale... Voy a ir allá afuera para no interrumpir su conversación... —Dijo él, mientras pasaba su mirada por Grecia.

— No no, ya habíamos terminado de hablar. —Dijo Grecia.

Y así, comenzó una nueva conversación, pero esta vez, Minnette era parte de ella. La charla culminó cuando informaron que era hora del entierro.