Capítulo XVIII: La mirada asesina.

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Cameron estaba acostado a mi lado, él estaba tan hermoso como siempre, reposando su cuerpo en mi cama, soñando, supongo.

No puedo creer que, este chico sumamente homofóbico que supuestamente me odiaba, esté en mi cama.

— ¿Qué tanto piensas? —Murmuró él, abriendo sus preciosos ojos para mirarme.

— Nada... —Susurré.

— ¿Qué es lo que pasa Willow? ¿Acaso es por mí? ¿Te incomodo? —Me dijo, mientras se sentaba en la cama.

— Claro que no, Cameron. —Rodé los ojos y me quedé viéndolo.

«¿Por qué eres hetero?» Le preguntaba a Cameron mentalmente, me fijé en sus tan apetecibles labios... «Bésame»

Y como si hubiese escuchado mis pensamientos, acercó sus labios a los míos, y los unió en un apasionado beso. «Maldita sea, sí.» Le correspondí el beso con lentitud, y cuando la unión de nuestros labios cesó, le miré atónito.

— ¿Qué fue eso?

— ¿Dónde está mi hielo? —Preguntó con otra voz.

Mi corazón empezó a latir fuertemente.

Empecé a escuchar gritos, por parte de James, «¡Mamá! ¡Abre los ojos! ¡Papá! ¡No te mueras! ¡Abuelo! ¡Nicole!»

Cameron me dio un beso en ambas mejillas y sacó de mi mesita de noche el arma de cristal... Una preciosa reliquia.

«¿Qué hace Cameron con ella?»

— ¿La tienes? —Le pregunté.— ¡Tú eres algo de ellos!

Él apuntó a mi cabeza, y jaló el gatillo.

La luz solar que entraba por un pequeño orificio de mi ventana hizo que me despertara de aquella pesadilla.

« ¿Por qué Cameron sale en este tipo de sueños? »

Me senté en la cama para bostezar, y darme cuenta de que Cameron estaba despierto, con algo en mano.

— Buenos días, Willgay. —Me saludó con una sonrisa.

— Buenos... Días... —Lo saludé adormecido.— ¿Qué tienes ahí?

— Tu diario...

«Yo no tengo un diario»

— No es mío, dámelo. —Le pedí.

— ¿Por qué no puedo leerlo?

— Porque es muy personal para el dueño.

— ¿Quién? ¿Carter?

— Cameron, dame eso y ya.

Él suspiró y me lo lanzó en la cara.

«Lo odio»

— James hizo cereal con leche... A que a los gays les gusta muchísimo.

— Sí, amo la leche, Cameron. —Le dije con un tono de molestia.

«Ya volvió el viejo idiota»

— Ve a lavarte los dientes. —Me pidió.

— Ya voy, papá. —Con sarcasmo.

Cameron salió de mi habitación y yo me fui al baño a asearme.

Cuando bajé a la cocina, me encontré con mi papá, James y Cameron sentados como ángeles en el comedor hablando de deportes.

— Hola. —Saludé y busqué mi cereal para desayunar.

Mi papá me abrazó y James hizo un gesto con su cabeza, por otro lado, Cameron me miró y ya, como nos habíamos visto hacía unos minutos.

La Adolescencia de Willow CreswelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora