Capítulo 9: Confesiones.

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on que de eso se trataba, Estela y mi madre están enamoradas.
Nunca sería capaz de juzgar algo así, menos si se trata de las dos mujeres que más amo en el mundo. Estoy Feliz por ellas, aunque creo que soy la única. Los muchachos no reaccionaron muy bien.

Con Mateo salimos del restaurante en busca de Caleb y mi hermano.
Ellos conversaban sentados en el banco de una plaza que estaba frente al restaurante.

Ellos dejaron de hablar cuando llegamos.

—¿Qué rayos fue todo eso?–pregunté molesta.

—¿Puedes creerlo?—Caleb se mostró confundido y enfadado.

—No me refiero a eso. Me refiero a la actitud de ustedes dos. No se comporten como niños. ¿Creen que fue fácil para ellas contarnos algo así? Lo importante es que sean felices, deberían dejar de juzgarlas.

—Vamos Ali, debes reconocer que es algo extraño—dijo mi hermano.

—Claro que lo es. Pero se trata de nuestras madres. No sean idiotas.

Caleb comenzó a reír.

—No voy a perder mi tiempo con ustedes—tomé a Mateo de la mano y volví al restaurante.

Mi madre lloraba desconsoladamente y Estela la abrazaba.

—Oh mamá, no llores. Estoy muy feliz por ustedes dos—las abracé a ambas y Mateo se unió a nosotras.

En ese momento Caleb y mi hermano volvieron a la mesa, sin poder disimular su fastidio se sentaron junto a nosotros.

—¿Hace cuanto tiempo sucede esto?—preguntó Caleb, sin mirar a su madre.

—Hace muchos años cariño, cuando el papá de Ali murió nos volvimos muy unidas y comenzamos a sentir cosas una por la otra. Pero nunca nos atrevimos a decirles la verdad. Pero ahora ya son más grandes, son mayores de edad, debían saberlo–dijo Estela, con firmeza.

—Vamos a trabajar y a vivir juntas. Les guste o no les guste—mi madre replicó, con coraje.

—Estoy orgullosa de ustedes dos—dije, mirando a las dos mujeres frente a mi—Tienen mi apoyo.

—Gracias cariño—Estela tomó mi mano, sobre la mesa.

—Y el mío—afirmó Mateo y tuve ganas de abrazarlo.

Cuando estábamos saliendo del restaurante, para dirigirnos al coche, Mateo me abrazó por detrás. Instintivamente mis ojos se clavaron en Caleb, quien rió con sarcasmo.
El se estaba comportando como un idiota esta noche.

—Está noche ensayo con la banda, me gustaría que nos acompañes.

—Me encantaría–respondí, tan cerca de su boca, que casi se me cortó la respiración.

Mi Plan B © (Completa, En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora