Capítulo 13: Distancia.

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M

i cabeza dolía como el infierno y apenas podía recordar lo sucedido la noche anterior.
Caleb estaba recostado junto a mi, en boxers.

Oh dios.
¿Acaso el y yo...?
No puede ser. No olvidaría algo así.

Abri el cierre de mi tienda y el sol del mediodía me encandiló por un momento.

—Al fin te despertaste dormilona—dijo mi hermano que tomaba café con Mateo, que me miraba fijamente—ahora falta Caleb—añadió y se dirigió hacia su tienda.
Claramente el no sabía que Caleb estaba en la mía.

Joder. Esto será un desastre.

Mateo vio en mi rostro la incomodidad y suspiró con frustración.

—Creo que mi hermano no está ahí—bufó.

Y en ese momento, Caleb, que aún estaba recostado detrás de mí donde nadie podía verlo se despertó y se sentó a mí lado.

—Buenos días—dijo, sonriente, pero Mateo y mi hermano echaban fuego por los ojos.

Mierda.

—No es lo que parece—aclaré, en mi defensa. Pero Mateo no me miraba a los ojos.

Caleb tomó mi mano, besó mi mejilla y se acercó a mí oído.

—Tranquila, solo ignoralos.

Lo miré sorprendida. Al parecer a él no le importaba lo que le suceda a Santi y a Mateo. Pero a mi si. Y no quería que se enfaden conmigo nuevamente.

—Necesito aire fresco. Salí de la tienda y me dirigí hacia el arroyo. Una vez ahí me lancé al agua.

Toda esta tonta rivalidad estaba cansandome. Todos enfadados. Ya estoy harta.

Mientras nadaba recordé lo acontecido la noche anterior. Como Caleb y yo nos besamos y como me miraba como si quisiera comerme entera.
También pensé en Mateo y como se enfadó en aquel bar al ver que Caleb me besaba.
¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? ¿Por qué ambos tienen que gustarme? ¿Por qué ninguno de ellos me dijo de sus sentimientos antes? Ahora todo es gran lío interminable y yo soy una tonta que juega con los dos. Solo he generado malestar y enfrentamientos entre nosotros, hasta mi hermano se ve afectado por esto. Ya basta. No volveré a estar con ninguno de ellos hasta estar segura de mis sentimientos.

Salía del agua cuando Caleb apareció.

—Hola preciosa—sus manos viajaron hacia mi cintura, aún mojada.

—Caleb—quité sus manos—necesito hablarte.

—Ohh. Si se trata de anoche. Creo que fue increíble. Me vuelves loco Ali.

—Si, se trata de anoche—lo miré fijamente—no podemos seguir así, yo no puedo seguir así, lo siento.

—¿A qué te refieres?

—No quiero que tu y Mateo peleen por mi culpa, pero, aunque suene horrible y egoísta, yo los quiero y deseo a ambos. Mateo se ganó mi corazón este verano, pero tu has sido su dueño desde que tengo memoria. No es tan fácil para mi escoger a uno de ustedes. Alguno de nosotros resultará herido, si tan solo pudiera Alejarme de ustedes—masajee mis sienes, estresada.

—Ohh, ya veo.

—¿Estas enfadado?

—Solo un poco desconcertado, creo que piensas demasiado—el besó mi mejilla y volvió hacia donde estaba mi hermano. Yo volteé para observar el arroyo y ahí estaba Mateo, a unos poquitos metros de mi. Me acerqué a él.

—¿Escuchaste eso?

—Desafortunadamente.

—Lo siento—Bajé la mirada, avergonzada.

—No te disculpes, uno no elige de quien se enamora. Si así fuera, nunca me hubiera enamorado de ti—el se dio media vuelta y se marchó de allí, dejándome sola, con el corazón hecho trizas. Las personas más importantes en mi vida, comenzaban a odiarme, y todo era mi culpa.

Ese día, volvimos a casa en silencio, como si fuéramos desconocidos. Me juré a mi misma no volver a lastimarlos. Y así fue.

Los días pasaron y cada uno mantuvo su distancia, parecía que estábamos en el verano de hace dos años atrás, cuando nadie insinuaba nada y todos éramos buenos amigos. Descubrí, finalmente, que si yo no estaba en el medio entre ellos dos, las cosas marchaban bien para todos, especialmente para nosotros cuatro. De a poco todo volvía a la normalidad.
Caleb volvió a ser mi mejor amigo, mi hermano volvió a quererme y Mateo volvió a ser el mismo mujeriego de siempre. Admito que dolió como el infierno verlo con chicas diferentes cada día, pero era tal el enfado que me hizo superar el dolor fácilmente.

Adam comenzó a pasar más tiempo con nosotros, para estas alturas todos en casa sabían de su homosexualidad.
Gracias a dios el está aquí. Cada vez que me derrumbo, el me ayuda a pasar el rato, nos hemos vuelto grandes amigos.

Mi hermano finalmente aseguró que volverá a Buenos Aires. Mientras tanto, mi madre y yo decidimos comenzar a organizarnos para traer nuestras cosas. Ambas viviremos aquí ahora.

El otro día pude escuchar a Mateo conversar con su madre, y me temo que el quiere irse a Buenos Aires. Me rompió el corazón oír eso. Pero yo no soy nadie para detenerlo. Aún no está seguro, pero yo creo que tarde o temprano terminará por marcharse, no hay nada que lo ate aquí, solo su madre, que está muy feliz con la mía, y la banda.

Y Caleb me ha dado mi espacio. No ha intentado nada, ni me ha insinuado nada. Es agradable compartir tiempo con él como antes. Aunque muchas veces lo encuentro mirándome de formas que me hacen sonrojarme, al igual que Mateo, que suele mirarme cuando cree que no voy a notarlo. Pero las chicas siempre notamos esas cosas.
Pero el no me observa sonriendo como Caleb, el me mira con dolor. Y eso me mata. Además, en tan solo una semana he visto varias chicas con el. Creo que se está olvidando de mi. Y si eso lo hace feliz, que así sea.
Yo no he dado el brazo a torcer, no volví a estar en medio de ellos dos. Creo que será lo mejor para todos.

Espero que les haya gustado. Lamento que haya sido tan corto :(
Pd: Les cuento que este libro seguramente tendrá segunda parte, aquí mismo. Habrá una brecha de tiempo entre la primera y la segunda parte. Espero que les guste la idea :)

Mi Plan B © (Completa, En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora