Capítulo IV

4.3K 313 79
                                    

Estaba consciente pero veía todo negro, soy capaz de escuchar a mi alrededor, sirenas, insultos, bocinas. ¿Qué está pasando? Intento levantarme en esa oscuridad pero no puedo, mi cuerpo no reacciona, de repente peso muchos kilos más. 
Mi vista comienza a mejorar aunque veo borroso, mi cabeza se mueve por si sola, solo veo lo que el movimiento me deja. Soy capaz de distinguir dos asientos delante de mi, alguien sentado en el de la izquierda, manejando. Es él, lo sé por su chamuscado pelo.

Estoy acostada en los asientos de atrás, puedo ver mis piernas sobre el asiento pero borrosas, me duelen y tienen colores oscuros, ¿moretones? Cuando creo que he despertado totalmente de la inconsciencia un fuerte dolor abunda mi cabeza, me marea, todo se mueve y lo último que escucho es «Lo logré, hijos de puta»

(...)

Abrí mis ojos de golpe, siento mi cabello pegado a la nuca por el sudor. El terror me invade al recordar todo lo sucedido, quiero correr. Mis ojos viajan por la habitación en la que ahora estoy, me encuentro en una cama pero no estoy atada. Mis ojos pasearon todo el cuarto, pero a mi izquierda sentado en una silla se encuentra él, observándome sin vergüenza alguna, sus ojos viajan de mis piernas hacia arriba lentamente, hasta que finalmente da con mi rostro y sus cejas apenas se levantan al percatarse de que estoy despierta, enseguida su semblante pasa a frío.
Se levanta de la silla acercándose a mi y el miedo se hace más fuerte. 

—¿Eres consciente de lo que has causado?—preguntó con una pizca de malhumor en su tono. No me dejó hablar ya que continuó—. La policía nos persiguió por horas, tuve suerte de llevarte a ti en el auto, los cobardes no se atrevían a disparar al coche por temor a lastimarte, ahora todos saben que te tengo conmigo, joder, nos están buscando y todo por tu maldita culpa—-habló entre dientes.

—Déjame ir...—pedí con temor.

Soltó una carcajada que hizo que mi piel se erizara—. ¿No aprendes más verdad? Debes callarte, y escuchar... Una vez que entras al circulo que me rodea, haces lo que yo y solamente yo te ordeno, a no ser que quieras sufrir las consecuencias—murmuró con malicia, casi como si le emocionara la idea—. ¿Lo quieres?

Negué rápidamente y mi cuerpo se tensó, esto no es un cuento de hadas ni una broma, realmente este tipo era un asesino y no parece importarle deshacerse de mí, no quiero morir, no me queda otra que hacer lo posible por escapar de aquí o sobrevivir.

—¿Quién eres?—pregunté con voz temblorosa, casi con terror de hacerle enfadar aún más, no sabía nada sobre este tipo pero quería saber con quien estaba hablando, si lograba escapar revelaría su identidad. 

—Soy Jeff, Jeff The Killer—pronunció con frialdad—, y para evitar cosas como la de la casa...—sentí que algo se enganchaba a mi pie—, tendrás esto, para que no intentes escapar—era una cadena que estaba sujetada al suelo y ahora impedían que yo pudiese moverme hasta cierto punto—. No te relajes mucho, ya vuelvo con una sorpresa para ti.

Estoy desesperada, me encuentro encerrada con un maniático  y pretende hacer de mí un juego. Comienzo a temblar, no puedo controlar mi cuerpo y las lágrimas comienzan a picar mis ojos de forma dolorosa, inhalo tratando de calmarme pero no puedo conseguirlo. La situación resulta irreal, como si de un momento a otro pudiera despertarme y concluir que se trata de una muy mala pesadilla, pero eso no ocurre. 

A los minutos entró de nuevo a la habitación con una caja en sus manos, la dejó en la silla donde se encontraba antes sentado y caminó hacia mi.

—Vamos a tener que deshacernos de esa fea remera que llevas puesta... Que pena.—anunció y mis ojos se abrieron grandes.

—¿Qué? ¡No!—grité y con mis manos me tomé la ropa—. ¡Aléjate de mi! ¡No me toques!

—Demonios, puta loca, cálmate. Sensible de mierda—exclamó y sacó de la caja unas cuerdas, se acercó y con violencia ató mis manos con el respaldo de la cama al igual que mis piernas, luchando contra mis movimientos desesperados por liberarme—. Pensaba quitarte la remera pero ahora que me has hecho hacer esto, voy a destrozarla.

Mis ojos se cerraron y trataba de mover mi cuerpo pero estaba fuertemente atado, pude ver como tomó su cuchillo y rasgó mi remera abriéndola y dejando a la vista mi torso. Mis ojos de cristalizaron, tenía miedo de lo que fuera a hacer. 

Observé como tomaba un bisturí y lo hacía girar entre sus dedos, casi considerando si utilizarlo o no. Finalmente se volteó hacia y mí y lo pasó sobre mi piel haciendo cortes superficiales dejando salir la sangre, solté un quejido—. Has notado... Que la sangre con pequeños cortes sale con un color tan vivo, brillante, pero no es así. Porque cuando experimentas un buen corte...—habló mientras hundía el bisturí en mi piel haciendo un corte más profundo y yo comencé a llorar de forma desesperada—. sale oscura, como un negro y rojo mezclados—cerré mis ojos, las heridas dolían bastante a pesar de ser pequeñas y no quería ni pensar que este era un simple comienzo.

—Oh... No llores—habló irónicamente y se acercó a mi oído para susurrar con su escalofriante voz—, te vas a acostumbrar...

Mi piel se erizó ante ese asqueroso calor que llegó desde su boca, olía a alcohol y cigarrillos, fue cuando noté que sobre la mesita de luz había un cigarro sin terminar encendido. Jeff se percató de mi mirada hacia eso y lo tomó entre sus dedos.

—¿Quieres un poco de esto?—dio una calada y soltó el humo en mi rostro haciéndome toser.

—Basta...—solté y al parecer no le gustó nada como le hablé puesto que llevó el cigarrillo a mi piel causando quemaduras, yo solté un grito y mis lágrimas caían.

—¿Es tan difícil entender...—seguía quemando varias partes de mi cuerpo a la vez que hablaba y yo gritaba—que a veces debes cerrar la boca?—llevó el cigarro a la herida profunda producida por el bisturí y lo pasó por allí. El dolor era demasiado, grité tan fuerte que causé la risa de Jeff, podía sentir como disfrutaba mi dolor.

—¡Detente, por favor!—supliqué en medio del llanto descontrolado y los quejidos.

—¿Por qué debería parar? ¡Me estoy divirtiendo! De eso de trata Emma, de que me divierta—exclamó entre carcajadas.

Comenzaba a creer que este era el infierno, y Jeff The Killer el mismísimo diablo.

OBSESIÓN DESTRUCTIVA [Jeff The Killer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora