Capítulo XX

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Dos días habían pasado.

Para marcharnos de la casa no hubo ningún problema que nos robara tiempo, ni siquiera tenía que armar maletas pues no tenía ropa, tan solo usaba la misma vieja camisa que encontré en aquel polvoriento armario. Jeff no tuvo inconveniente alguno y en minutos me esperaba en la planta baja, con un bolso. Al parecer él sí tenía cosas que quería llevar, seguramente ropa que tenía en su habitación y alguna que otra cosa. 

Estaba dentro de lo que era mi habitación, dando las últimos miradas al sitio en el cual estuve ¿semanas? ¿meses? Realmente no llevo la cuenta, pero todo ese tiempo ha sido tan despreciable que no merece ser contado. Mis ojos viajaron hasta la pared donde se encontraba el agujero que poseía la caja musical. Jeff no me habló más sobre ese objeto ni mucho menos me informó sobre el payaso de mis sueños, pero yo ya me había convencido que era todo parte de imaginación. 
Di unos inseguros pasos hacia la pared y asomé mi ojo para poder presenciar aquel elemento, sin embargo, me encontré con el vacío. Allí no había nada. No me sorprendió, ahora comenzaba a creer que realmente fue una alucinación por mi paranoia, y eso me alivió un poco pues el ente que me había visitado aquella noche, no existía. 

Salí del cuarto sin más dilación, caminando por el aún monótono pasillo y bajé las escaleras. Jeff se encontraba sentado en el sofá mirando a la nada y su mirada captó en cuestión de segundos mi presencia.

—Ya era hora... Parece que tú le tomaste más cariño a esta pocilga que yo—se quejó mientras tomaba el bolso con su mano derecha y se levantaba—. ¿Nos vamos?

Podía notar a kilómetros su impaciencia y eso me alteraba pero podía disimularlo. 
Nuevamente mi mirada decidió repasar el lugar, pero solo observaron un sitio; la cocina. Donde varios sucesos ocurrieron, el lugar donde conocí a Lily, el lugar donde murió y el lugar donde ahora se encontraba la sangre de ella.

¿Qué habrá hecho con su cuerpo?

Sacudí mi cabeza aislando esos pensamientos y me giré hacia Jeff quien ahora se mordía el labio con malhumor. No quería tener que discutir con él. 

—Sí, vamos...—concreté. 

Por primera vez iba a poder admirar las afueras de la casa, sabía que era un bosque porque pude ver parte de él cuando me atasqué en la ventanilla del baño, pero eso no era suficiente. Iba a poder respirar aire puro y fresco, dentro de la casa parecía que el ambiente estaba contaminado. 

Jeff abrió la puerta principal y se giró hacia mí, me extendió uno de sus brazos y yo fruncí el ceño con confusión, no había tenido en cuenta que él quisiera asegurarse sobre que no escapara.
—Ven aquí—ordenó, yo me acerqué y él clavó sus blancos dedos alrededor mi delgado brazo.

La luz cegó mis ojos y estos comenzaban a doler un poco, era comprensible después de vivir en un lugar no tan iluminado. Después de los segundos en los cuales mis globos oculares se acostumbraron pude observar el entorno, me quedé anonadada. Era un sitio hermoso, muy verde. 

Bajamos los pequeños tres escalones y giré mi cabeza para poder observar la casa, estaba verde del musgo, pero se veía hermosa. Enredaderas en las paredes, algunos insectos y pájaros sobre el techo. Ojalá el adentro fuera tan hermoso como lo exterior de la edificación. No podía dejar de examinar la construcción hasta que el ruido de una puerta siendo abierta me hizo voltear la cabeza.

Al girarme pude observar una camioneta ford vieja, estaba oxidada y le faltaban partes, pero al parecer funcionaba.
Jeff dio unos pasos atrás y tiró de mí para ponerme frente a la puerta para que entrara.

—No creerás que todas esa veces que salí fue caminando, ¿no? Éste bosque se encuentra a kilómetros de la ciudad, quedaría sin piernas antes de llegar—confesó.  

Ahora soy consciente de lo mal que me hubiese ido si hubiera intentado huir, no llegaría a ningún lado teniendo tan lejos la ciudad y Jeff me encontraría. Un largo camino se extendía unos metros adelante, seguramente para salir de este follaje. 
El morocho con su cabeza me indicó que subiera y no lo dudé, con suerte encontraría la manera de escapar mientras viajemos. Me costó un poco subir, la altura era considerable y tuve que trepar para lograr llegar. Por parte del psicópata se escuchaban burlas y risas las cuales simplemente ignoré. 

Cerré la puerta con fuerza unas 3 veces para obtener finalmente que quedará inmóvil. Con cuidado apoyé los pies pues la superficie tenía algunos agujeros y temía que se rompiera. Jeffrey subió por el lado del conductor y encendió el vehículo, aceleró de manera brusca despidiéndose de la vieja casa y yo solté mis tensiones con un suspiro. 

—Hasta la vista, pedazo de mierda.

Mi mirada se dirigió por unos segundos al espejo para divisar vagamente la casa, pude ver una ventana del living donde las maderas que tapaban habían sido arrancadas y un figura en ella, una mano con garras parecía moverse en forma de saludo, la figura se dobló y vi una nariz con forma de cono sobre unos afilados dientes. Cuando quise girarme para ver mejor, la construcción se había perdido entre los árboles. 

¿A dónde iríamos?

OBSESIÓN DESTRUCTIVA [Jeff The Killer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora