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Para: Caro.

Text: No voy a tardar más de una hora en volver. Ruggero está muy herido y me ha pedido de favor que lo acompañe ¿no vas a matarme, verdad? Si Vale despierta no dudes en llamarme, estaré ahí! Te debo una.

"Como casi siempre…" recitó esa frase en su cabeza al terminar de teclear la última oración en el móvil: "Te debo una" y la verdad es que ya le debía bastantes. Pero gracias al cielo su mejor amiga estaba ahí en los peores y más inesperados momentos.

Ruggero sujetó la llave y la introdujo en la cerradura. Dio vuelta y la puerta de madera maciza se abrió en el acto dejando un chirrido en medio del silencio. Al encender las luces, ambos se quedaron expectantes mirando alrededor. El mismo departamento de hace dos años.

El ambiente se conservaba en perfecto estado. El mismo escritorio, los mismos muebles desgastados y los mismos cuadros colgados en la pared. Ruggero aún conservaba las llaves, pero definitivamente no se había atrevido a volver después de lo que había pasado con ambos… volver… solo hubiera significado recordarla, recordarla y recordarla… pero suponía que ahora, teniéndola a su lado después de dos años, no había nada mejor que enterrarlo todo de una maldita vez, en el mismo lugar en el que había empezado. Su viejo departamento de New York.

El frío y el peculiar olor hicieron que a Karol se le erizara la piel. ¿Cómo olvidar este lugar? Aquí había descubierto muchas cosas. Aquí había hecho el amor por primera vez con él. Recordarlo le hacía estremecer el cuerpo y al mismo tiempo todo su interior. Aquella noche había empezado todo y hoy… hoy podían acabarlo si quisieran.

Karol se frotó los brazos con las manos y miró hacia el techo.

- Cuánto tiempo. - dijo él, tomando la iniciativa. Cerró la puerta del departamento y el sonido activó sus sentidos. Estaban a solas, realmente a solas por fin.

- Bastante. - Karol bajó los ojos y los subió casi al mismo tiempo para poder observar la expresión de Ruggero. Él la estaba mirando. Mirando fijamente bajo unos ojos fríos pero a la vez intensos. - ¿Por qué me has traído aquí? - dijo tratando de cooperar.

- Pensé que sería buena idea. - Ruggero subió los hombros y guardó el llavero en uno de sus bolsillos traseros del pantalón. - Hace tanto tiempo que no vengo aquí.

Caminó y tomó asiento en el mueble más grande del departamento.

- Joder… - se quejó al sentarse y colocar la espalda sobre el respaldo. Hizo una mueca y se inclinó para tratar de parase de nuevo.

- Cuidado. - Karol saltó de su sitio y posicionó sus manos sobre ambos brazos de Ruggero para ayudarle. Y no pudo evitar sentirse atraída al tocar sus fuertes músculos. Maldición… era el hombre que amaba… que siempre amaría. ¿Por qué aún no podía asimilarlo del todo? Es que cada vez le sorprendía más lo que podía llegar a sentir por él. Tocó sus brazos, fibrosos y en forma y levantó la mirada para mirar sus ojos. - ¿Estás bien? - preguntó tratando de concentrarse.

- Sí. Esto es una mierda. - refunfuñó él. Se puso de pie con la ayuda de Karol y se le separó para poder quitarse la camiseta. Estaba realmente sucia, ¿es qué en ese hospital no podían darle ropa limpia?

La desplazó por toda su musculatura muy lentamente, tratando de no avivar el dolor de los moretones y las pocas cicatrices. Jodida paliza que le habían dado, como nunca. Dejó la camiseta tendida sobre el respaldo del mueble y se fijó en todo su cuerpo. Tenía algunos rasguños nada graves en los bíceps y una gran venda blanca le enredaba el estómago y la espalda.

- ¿Qué es esto? - dijo aturdido por lo que veía.

- Esto es lo que tú mismo ganas por buscarte problemas.

Mafia Tentation 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora