Se subió la cremallera de la chaqueta de cuero. El viento le despeino las mechas de cabello que se habían desprendido de su improvisada cola de caballo. Afuera todo parecía tan normal, la gente caminaba de un lado para otro cada uno con un lío diferente por el que preocuparse. Los autos corrían y la lluvia mojaba fuerte. Guardó el celular en el bolsillo interior de su chaqueta para que no se mojara y verificó a ambos lados de la calle si Ruggero no había llegado ya. Al no ver el Mustang estacionado, corrió hasta la dirección contraria de la calle empapada de lluvia y logró perderse entre un gran grupo de personas que caminaban cada una con un paraguas en la mano.
Sus nervios podían delatarla muy bien, así que trató de controlar su respiración agitada. Parte de lo que hacía no era del todo incorrecto, necesitaba salvar a Agustín o al menos hacer el intento. No tenía por qué pagar por sus jodidos rollos con Tentation. Era un asunto suyo, que debía resolver como se debía… y sentía que necesitaba acabar de una vez por todas, antes de que Valeria o Ruggero terminaran perjudicados en lo mismo. Al mismo tiempo, sabía que no podría soportar que algo le pasara a alguno de los dos. Sería imperdonable. Totalmente imperdonable. No podría soportar que tocaran a Valeria… su Vale. Así que todavía estaba a tiempo de resolver ciertos conflictos, corriera el riesgo que corriera. Además conocía muy bien el carácter de Ruggero en cuanto a Agustín. Suponía que si le contaba todo el problema de la llamada y que lo tenían secuestrado, muy poco podría importarle después de todo lo que había pasado entre ambos. No había muchas opciones por escoger. Estaba ella y solo ella contra todo ese problema.
Estiró el brazo al llegar al extremo de la calle. Las gotas de agua la empaparon de inmediato. Un taxi llegó a su llamado y se estacionó a centímetros de ella.
- ¿A dónde la llevo? - preguntó el hombre amable. Tenía bigote y parecía de más o menos unos cuarenta años.
- Cuadra cinco de la calle Brooklyn. - pronunció Karol, recordando cada palabra temblorosa proveniente de la voz de Agustín en el celular. El recuerdo le llenó el estómago de adrenalina.
El taxi avanzó, enredándose en algunas calles congestionadas por el horario punta de New York.
Karol miraba por la ventana, había sacado el celular y lo apretaba con fuerza con ambas manos. Su chaqueta cerrada cubría muy bien el arma que traía escondida entre los jeans. Después de lo que pasó en su departamento hace unos días atrás, ya no temía más en volver a usarla si era necesario.De pronto, el celular sonó.
El nombre de Ruggero estaba en toda la pantalla. Joder, ya había llegado al departamento.
Karol tragó saliva, tapó los parlantes del móvil para que el sonido no le hiciera sentir tan culpable. No podía correr el riesgo de apagarlo, necesitaba saber más información de Agustín, si es que este volvía a comunicarse.
Las llamadas de Ruggero insistían. Una, dos, tres veces…
- ¿No va a contestar? - preguntó el taxista, lanzándole una mirada curiosa por el retrovisor. Karol le contestó negando con la cabeza.
"Cálmate, maldita sea" se dijo a sí misma. Eso era lo que necesitaba: calma. No iba a pasar nada que ella no quisiera… después de todo Tentation la necesitaba, no podría hacerle daño y de algún modo podría llegar a algún acuerdo para que dejaran de meterse con todas las personas que la rodeaban.
Mientras su celular sonaba demostrando la desesperación de Ruggero, Karol observaba el lugar que se iba formando a medida que el auto avanzaba. Varias calles con grafitis, gente fumando, mujeres con ropa sugerente, música de protesta y un par de hombres que la miraron susurrando algo que ella no pudo entender, pero que podía descifrar por la forma en la que sus ojos trataban de penetrarla. Tragó saliva. Después de varios segundos en silencio, su celular volvió a sonar haciéndola saltar en su sitio.