Me acomodo la cazadora de cuero viejo. Es una de mis favoritas y probablemente no la usaría en otras ocasiones más que en esta.
Mirándome al espejo, me peino el cabello con los dedos con el objetivo de que luzca aceptable. Al mismo tiempo repaso en mi cabeza la lista de cosas que debo hacer y que deben estar hechas. Pero es difícil. Es que jamás he organizo algo como esto en toda mi vida. No voy a negarlo, estoy ligeramente nervioso y me sudan las manos como a un niño pequeño antes de navidad. Tengo a Karol en la mente, intentando descifrar la reacción que tendrá cuando sepa que he reservado una mesa para nosotros en una restaurant con música en vivo. Y verdaderamente me he lucido. El lugar es caro y la mesa está prácticamente alejada de las demás. Algo que para ser honestos, también me conviene.
También me he asegurado de dejar a Valeria en casa de Carolina esta noche. Las dos se llevan bastante bien, así que no tuve problema.
Sin embargo, aunque creo tenerlo todo planeado, me siento como un estúpido adolescente nervioso. Como si fuera una primera cita. Como si fuera la primera vez que voy a tenerla a solas, cuando sé perfectamente que es todo lo contrario. Que si de momentos a solas se trata, nosotros ya tenemos bastante experiencia.
Los minutos pasan y está a punto de llegar al departamento después de trabajar unas horas en la cafetería.¿Cómo es que tengo que decírselo?
Estos detalles siempre suelen ser uno de los más difíciles. Al menos para un hombre como yo, que no pasaba de follar hace unos años. Sin embargo con Valentina aprendí mucho. Tuve varias citas con ella. Pero nunca experimenté este jodido revolcón que estoy sintiendo en el estómago en este momento. Nunca tuve tantas ganas de pasar tiempo a solas con alguien como con Karol.
Y hablando de tiempo a solas… creo que ambos lo necesitamos…
Escucho la llave girar en la cerradura del departamento. Mi corazón late rápido y ruge tanto como el motor de una motocicleta. Mierda, de verdad estoy nervioso.
Cierra la puerta principal y escucho sus pasos acercarse a la habitación. Trago saliva y me alejo del espejo para poder esperarla con la mejor pinta posible. He hecho un gran trabajo, sinceramente.
Karol abre la puerta, de inmediato la siento colocar sus ojos sobre mí. Sobre toda mi anatomía. Está mirándome y sé que se pregunta qué me traigo en las manos. Conozco su mirada. Empieza sonriendo lentamente, hasta formar una gran sonrisa en los labios que me hace poner aún nervioso.
- ¿Hay algo que quieras decirme?
¿Cómo demonios lo sabe?
- Mm… tal vez. - le digo y bajo la mirada de inmediato. Mis ojos se clavan en el piso, pero puedo reconocer que Karol está sonriendo.
- Que guapo estás. - cierra la puerta de nuestra habitación y puedo escucharla acercarse a mí. - ¿Dónde está Valeria? - pregunta calmada.
- La dejé en casa de Carolina.
- Oh… ¿por qué? - subo la mirada y la encuentro enarcando una ceja. Está preciosa. Hasta para irse a esa cafetería está preciosa. Trae unos jeans pegados al cuerpo y una blusa basica.
Respiro hondo. Vamos, concéntrate.
- Pensé que sería buena idea.
Karol frunce el ceño, todavía con una sonrisa en los labios. Sé que no entiende nada y el hecho me reconforta, quiero que todo salga bien. Así que me acerco a ella a pasos lentos. Muy lentos. Cada centímetro va desapareciendo y su proximidad hace que quiera perder los papeles. Hace que me sienta en el paraíso del que estoy acostumbrado.
Karol va alargando su sonrisa a medida que me voy acercando. Es tan sublime. Por fin estiro los brazos y toco sus caderas, empujándola para que quede junto a mí. Nuestros cuerpo se juntan. Toco. Acaricio. Me deleito varios segundos donde me gustaría tanto ser la palma de mi mano. Hundo mi rostro en su cabello, embriagándome con el olor de este. Sin embargo, mis labios buscan su piel muy desesperadamente. Y al así hacerlo, le beso la boca lento. Abriendo lento. Mordiendo lento. Sintiendo lento. Karol enreda sus dedos entre mi cabello y en un acto de demostración, lo jala y lo despeina a su gusto. Toda mi tarea se ha ido al agua gracias a las manos de la chica para la cual quiero lucir bien. Así que… todo bien. La verdad no me importa. Toda las ganas que he tenido de verla por la mañana y por la tarde se vuelven una sola. Estoy desesperado. Ardiendo. Gimiendo por dentro. Karol tiene un poder tan grande sobre mí… y aunque podría completar este beso y terminarlo en nuestro lugar favorito, necesito concentrarme.