Valentina se ha ido a Madrid por un buen tiempo y de ella no se sabe mucho desde que se fue. Lo mismo sucede con Agustín, que al colgar la llamada no dejó ningún rastro en el que Karol pudiera tener al menos una sospecha de donde se encontraba.
Una semana después, las cosas parecían haber mejorado. Había llegado la calma. Por fin… había llegado la calma.
- Se ha dormido. - Ruggero soltó un suspiro. Cansancio era lo que se sentía después de intentar hacer dormir a una niña que lo que menos quería era cerrar los ojos. Pero finalmente lo había logrado.Ambos habían acomodado el cuarto de Valeria en el cuarto de invitados que Ruggero tenía junto a su habitación. Era cercano, por lo que Karol no había tenido ningún problema en dejar a su hija dormir ahí. Sin embargo, aún tenía problemas por las noches. En los dos días que llevaban durmiendo ahí, había tenido que levantarse en medio de la madrugada para calmar sus llantos. Y es que siempre habían acostumbrado dormir juntas.
Sí… tres días juntos… por lo pronto, Ruggero había insistió en que Karol y Valeria se mudasen con él por el tema de Tentation y los problemas que ella tenía con esa mafia. Además de querer tenerlas con él… sobre todo por eso.
- Tu hija no se duerme tan rápido. ¿Qué le has dado?
- ¿Tan rápido? He pasado contándole cosas y meciéndola para que duerma, hermosa. - se sentó sobre el borde de la cama y ya que el calor le consumía, se quitó la camiseta blanca de dormir, para después dejarla tendida sobre la mesita de noche de su lado. - ¿No te incomoda que duerma así, no? - bromeó al mirarla boquiabierta.
Karol recobró la compostura y se acomodó en la cama. Curiosamente estaba cubierta de pies a cabeza.
- ¿Estás cansado?
- Un poco. - él sacó las sábanas y se metió bajo ellas. - ¿Por qué? - preguntó al tenerla al lado.
- Quiero enseñarte algo. - respondió ella en un hilo de voz. Ruggero frunció el ceño sin entender y esperó gratamente ansioso. Se puso de costado, apoyando su cabeza en una mano. - Pero no te rías ¿okey?- Depende.
- ¡En serio!
- Dale, okey. - dijo riéndose anticipadamente. Pero al ver la mirada fría de Karol se le pasó de inmediato.
Ella soltó aire y tomó el borde de las sábanas para sacárselas de encima del cuerpo. Poco a poco, iba descubriendo su anatomía envuelta en lencería fina de color negro. Oh… mierda…
- ¿Qué? - ella hundió los hombros.- ¿Por qué…
- Primero, ¿te gusta?
Por Dios, esa pregunta debía ser ilegal.
Al no escucharlo responder, optó por tomarlo como un "sí".
- Qué bueno que te guste. - sonrió al verlo ahora a él con la boca semi-abierta y mirando su bonito encaje negro que cubría sus senos. Estaba bastante… bastante sexy. Ese hilo dental cubría su feminidad lo suficientemente poco como para abrir paso a la nada sana imaginación de Ruggero. Este tragó saliva y respiró entrecortado. Era demasiado poderosa. - ¿Rugge?
- Te queda muy bien.
- Gracias, voy a quitármelo.
- ¡¿Qué?! - preguntó él alarmado.
- Vas a despertar a Vale…
- Es que…¿Qué? ¿Solo te lo has puesto para enseñármelo y dejarme con las ganas?
Ella no pudo evitar ruborizarse.
- ¿Con las ganas de qué? - preguntó fingiendo inocencia.
- Sabes muy bien de qué, nena.
- Pero has dicho que estabas cansado.
- No para ti.
- Oh… - murmuró ella. Su fingida inocencia se vio convertida en una mujer bastante decidida. Una mujer con muchísimas ganas de él. Se terminó de quitar las sábanas de encima del cuerpo y caminó de rodillas hasta ubicarse sobre el estómago de Ruggero. Este alzó la mirada. Su cuerpo se tensó al pasar sus ojos por ambos senos y por esas piernas que tenía a ambos lados y que podía tocar. Y a la misma vez, una erección se formó dentro de sus pantalones al sentir el sexo de Karol, envuelto en ese hilo, chocar contra su estómago. - Así que no estás cansado para mí…
- Nunca. - alzó la mirada y pudo notar que Karol lo miraba con la misma intensidad. - ¿Por qué traes esto puesto?
- ¿No te gusta?
- Dios, me encanta, me encantas. - colocó ambas manos tras la espalda desnuda de Karol y la atrajo hacia él para poder tener su rostro junto al de ella. - Que no se te olvide, me fascinas.
Sus labios se movieron sobre los de Karol, comiéndosela suave y disfrutando del momento. Amaba tenerla con él después de tanto tiempo. Amaba cada segundo que empezaba a vivir con ella en una nueva vida.
- A Caro se le ocurrió que tal vez te podría gustar que me vista de esta manera. - puso los ojos en blanco. - Ya la conoces.
- Tu amiga es muy sabia.
- Al parecer sí. - ambos se miraron y él aprovechó en acomodarle un mechón de cabello que empezaba a caerse.
- ¿Y qué piensas hacer con esto?
- Lo que tú quieras.
- Vaya, eso me excita mucho.
- Rugge… - susurró ella en forma de reprensión. Se ruborizó de inmediato y trató de mirar a otra parte.
- Pensé que ya lo sabías, pero parece que todavía no lo tienes muy claro. - le acarició una mejilla y puso el mechón de cabello tras su oreja. Se inclinó un poco y clavó sus dientes en ella, haciéndola gemir suave. - Me. Pones. Muchísimo. - le dijo contra su oído. - Y sé que yo también. - agregó, mordiéndose un labio.
- Creído. - ella se separó y pasó ambas manos por el pecho desnudo de Ruggero, de arriba hacia abajo.
- Dime, ¿me equivoco? Si te has vestido así es porque querías causar algo en mí y definitivamente lo has logrado.
"Y vistiéndote de cualquiera manera, también lo lograrías…"
Ella terminó de frotar sus manos sobre el pecho de Ruggero y se acomodó como pudo sobre el cuerpo de este. Quedando acostada sobre él, boca arriba. Su bonito culo rozó la poderosa erección de Ruggero, todavía atrapada en los pantalones. Y este bajó la mirada, bastante expectante. Tensó la mandíbula y colocó ambas manos sobre el vientre plano de Karol.
De pronto recordó un dato curioso que ella le había comentado hace unos días…
- Así que… dos años sin sexo ¿eh? - susurró contra su oído. - Vamos a ver qué puedo hacer al respecto.