Narra Ruggero
Enciendo un cigarrillo. El humo cubre mi rostro, acariciándolo y meciéndolo. Miro a través de la ventana. Paris se extiende delante de mí como una fotografía en una postal. Los autos pasan debajo y la ciudad me sonríe acogiéndome como de costumbre. Este lugar me hace sentir poderoso. Cierro los ojos. He estado aquí tantas veces haciendo la misma mierda de siempre. En la misma posición. Observando el mismo paisaje. En las mismas circunstancias. Con los mismos autos a gran velocidad y con la misma luna. Y las mismas estrellas. Y la misma gente. La misma ciudad. Probablemente el único que ha cambiado aquí soy yo.
Froto mi mano derecha sobre el borde de madera de la ventana abierta de par en par. Dejo salir humo suavemente, abriendo la boca y elevándola hacia las nubes. ¿Qué hora es? Es que este lugar nunca me permitirá dormir tranquilo. No podría hacerlo además sabiendo que nuestras vidas dependen de esta misión.
Trago saliva. Los minutos pasan. El ruido de las bocinas y de la agitada ciudad azotan mis pensamientos… estoy tenso, muy tenso. Tal vez cansado. Confundido. Una mezcla de todo. Una jodida mezcla de todo que me perturba y no me permite pensar con tranquilidad. Solo necesito hacerme una pregunta para saber que puedo manejarlo. ¿Estoy listo para volver? ¿Estoy realmente listo para entregarme en esto una vez más?
El viento hace que el humo toque mi rostro una vez más. La sensación es placentera. Me deja con los ojos cerrados por unos segundos, envolviéndome en su olor. Joder… jamás pensé que volver fuera tan difícil. ¿Puedo hacerlo? Sé que es parte de mí. Que una parte de mi naturaleza me pide a gritos que vuelva a experimentar la misma sensación que hace años no he sentido. Pero puedo decir algo con mucha seguridad, y es que en todo este tiempo no he necesito sentirla. Karol ha sido suficiente para mí. Ha sido el refugio que necesitaba. En todos los años que pasé robando y ganándome líos por la calle, no llegué a imaginar que solo necesitaba de una persona para poder sentar cabeza. Y mucho menos que esa persona sea una mujer tan diferente a mí y con diferentes proyectos a los míos. Pero pasó. Y ahora mismo no regresaría mi maldito pasado sino fuera por ella. Porque si no hubiera sido por mí, no estaría envuelta en esto. Maldición, lo único que le pedí a ese tipo que está haya arriba fue que a ti no te tocaran. ¿Fue tan difícil cumplir por lo único que he rezado? Mi fe se rige en ti, Karol. No puedo dejar que te hagan daño. Que te utilicen de esta forma tan vulgar. Eres mi chica. Eres mi mujer. Nunca fui de fierro cuando estaba tratando de decirte "te quiero"; Nunca fui de fierro cuando te fuiste. Ni lo fui la vez en la que regresaste. Nunca voy a ser de fierro si se trata de ti. Explícame… ¿Qué mierda pasará conmigo si te pierdo?
Cierro los ojos. El cigarrillo se ha consumido. Lo dejo caer por la ventana, observando desaparecer sus cenizas a medida que el aire va golpeándolo.
¿Qué hora es?
Camino a pasos lentos en la oscuridad de la madrugada, tocando con los dedos lo que puedo alcanzar y tratando de localizarme con el tacto de estas. Llego a sentir la cerradura de la habitación en la que está Karol todavía dormida. Está abierta a medias, así que no me hace falta moverla. Empujo la puerta, haciéndola rechinar y trato de entrar entre el pequeño espacio. Una vez dentro, me quedo mirando a Karol dormir por unos segundos. Por fin está descansando… es la única idea que me reconforta.
Avanzo a pasos lentos hacia ella, logrando posicionarme cerca. Está dormida boca abajo y su espalda sube y baja suavemente. Tiene las sábanas azules enredándole las piernas, pero solo hasta las rodillas. Mojo mis labios. Es preciosa. Y ha hecho tanto… tanto por mí, por Valeria… lentamente tomo asiento sobre la esquina de la cama. Mis dedos automáticamente deciden viajar por la piel de ella, de arriba hacia abajo, tocando su pierna izquierda.
"Maldita sea, tú no mereces todo esto"
Endurezco los pómulos a medida que las palabras se van enredando en mi mente. Solo entonces mis pensamientos dan un giro que hace tiempo estaba necesitando dar. ¿Qué mierda me pasa? ¿Desde cuando empiezo a tener miedo a esos hijos de puta? Soy Ruggero Pasquarelli, he hecho cosas de las que me arrepiento… pero justo hoy, no me da la gana de hacerlo.