Carolina cargó a Valeria en sus brazos al escuchar la puerta sonar por tercera vez. La pequeña subió la mirada mirándola bastante fascinada y a la vez cómoda por su presencia. A decir verdad, habían resultado bastante compatibles y tanto ninguna como la otra tenían problema en pasar tiempo juntas.
Miró por el rabillo del ojo y sin poder captar mucho, abrió la puerta.
Y sus ojos también se abrieron lo suficiente como para delatar su impresión. Pero ni siquiera ella misma se daba cuenta de lo que hacía. Era incapaz de reaccionar ante lo que sus ojos registraban.
- ¿Aquí se queda Karol Sevilla? - preguntó Agustín. Traía dos cajas grandes sobre los brazos, así que tuvo que ladear la cabeza para poder mirar a Carolina.
Esta tragó saliva y acomodó a Valeria sobre ella, que reaccionó estirando los brazos al reconocer a Agustín.
- Sí. - logró pronunciar ella. La garganta se le secó y lo siguiente que pudo ver fue a ese Dios griego que había llegado a las puertas de su casa, dejar las cajas en el suelo y robarse a Valeria de sus brazos.
Tardó un poco en volver al mundo real. Pero es que el mundo real también tenía al mismo hombre que sus fantasías. Por Dios, era guapísimo. Sus músculos estaban tensos por sostener a Valeria con él. Se fijó en su espalda ancha, sus gruesos pómulos, en su piel, en su boca, en sus tatuajes, en sus ojos, en la manera en la que jugaba tan a gusto con Valeria…
- ¿Y tú quién eres? - ahora fue él quien la inspeccionó sin disimulo alguno, por supuesto.
- Carolina… Carolina Kopelioff. - respondió ella, acomodándose los shorts de pijama que traían osos de colores. - Soy amiga de Karol.
- Mm. - respondió él un tanto desinteresado.
- ¿Y tú? - Carolina enarcó una ceja, colocándose ambas manos sobre las caderas.
- Que te responda ella. - se estiró y le entregó a Valeria en sus brazos otra vez. Poco después, tenía de nuevo las cajas que había traído sobre los brazos. - Karol me ha pedido que deje esto en tu casa.
Carolina se quedó pensativa.
- Creo que debería llamarla antes para…
- No lo pienses tanto, nena. - frunció el ceño y hundió los hombros. - Soy de los buenos.
Sus ojos la miraron. Se sentía bastante seguro de lo que hacía como casi siempre y digamos que parte de esa seguridad también le proporcionaba un aire sexy. Y ahora, más que nunca deseaba serlo. Deseaba que ella lo viera de esa forma.
- Pasa. - le dijo ella, rindiéndose. Se hizo para atrás y con una mano abrió un poco más la puerta. Agustín se movió hacia dentro, rozando de casualidad su hombro con el de ella. Carolina se quedó petrificada, joder… ¿Cómo es que tenía un poder tan grande sobre ella? Había sido una corriente jamás experimentada. Esperó a que Agustín siguiera caminando, y al así hacerlo, enmudeció al notar su olor en medio del ambiente. Tenía una fragancia bastante varonil y perturbadora. Su respiración se entrecortó al saber que estaba detrás de ella posicionando las cajas sobre el suelo. Cerró la puerta e intentó relajarse.
- Bonito departamento. - dijo él bastante tranquilo. Dejó ambas cajas sobre el suelo y tomó asiento frescamente sobre uno de los muebles del departamento.
- Gracias. - ahora ella fue quién se volteó. - ¿Te vas a quedar mucho tiempo?
Él hundió el rostro.
- ¿Por qué?
- Quería tomar una ducha. - tragó saliva.
- Hazlo. - él se puso de pie, quitándole a Valeria una vez más de los brazos. Y esta vez no pudo evitar mirarle la boca al acercársele. Tenía que reconocer que la amiga de Karol estaba realmente buena. Tenía un corte bastante bonito y unos ojos que le erizaban la piel. - Yo me encargo de ella. - dijo volteándose y distrayéndose con Valeria.