Mi ángel.

1.2K 103 15
                                    

Me levanté bastante animada. Hoy el sol brilla como nunca, el cielo se ve tan colorido, tan alegre. No hay ni una nube que opaque este maravilloso paisaje y clima. Fresco y hermoso.

Hoy Shawn sería dado de alta. Me levanté temprano, con demasiada energía. El descansar era todo lo que necesitaba. Tomé una ducha, me vestí y fui a la cocina, tomé un vaso y lo llené de jugo. La emoción estaba haciendo estragos en mi estómago. El hambre había desaparecido por completo. Habían sido días difíciles, pero hoy Shawn, su familia y yo nos encontrábamos tal y como el cielo. Frescos y hermosos. Renovados y emocionados.

Salí y tomé un taxi que me llevara rápidamente. Tenía una necesidad enorme de ver a Shawn, mi corazón latía con tanta fuerza que en el silencio del taxi, creo que el chófer podía oírlo. No solo el chófer, la ciudad entera. Mis manos temblaban incontrolablemente, mi boca estaba demasiado seca, transpiraba un poco, y la necesidad de bajarme a medio tráfico y correr para llegar a verlo era todo lo que me invadía el cuerpo. Ni un solo pensamiento razonable.

Cuándo logré ver las afueras del hospital, le pagué al señor y caminé tratando de contener mis nervios y la emoción. Saludé a las enfermeras entré al ascensor y marque el número 4 que era el piso en donde Shawn se encontraba. Caminé el largo pasillo y abrí la puerta 498. Y allí lo vi. Vestido con unos pantalones color negro, una sudadera gris y sus zapatos tipos vans negros. Su cabello estaba creciendo, sus cejas también, sus pestañas lograba verlas y sus ojeras ya empezaban a desaparecer. Ya estaba listo para marcharse de esa habitación.

Arreglamos todo el papeleo para que le dieran de alta y nos marchamos agarrados de la mano de aquel hospital, que esperábamos no visitar tan seguido. Shawn se quedaría en mi casa, ya todo estaba arreglado con sus padres y ellos estaban de acuerdo. Tomamos un taxi en las afueras del hospital y regresamos a casa. Estábamos exhaustos. 

Unos días atrás todo lo veía tan sin vida y sin color. Pero hoy, que Shawn estaba conmigo y estaba bien. El canto de los pajarillos se podía oír tan vivo, el sol brillaba como nunca, el cielo tan azul como el color de los ojos de Izan. ¡Oh, Izan! Lo tengo tan olvidado... 

Todo parecía recobrar vida. De hecho las paredes de la casa parecían tornarse de un blanco, pulcro y brillante, las luces artificiales iluminaban más el interior de la casa, y yo me sentía demasiado bien con estos brazos envolviéndome.

Shawn acarició mi cabello-Haley, te amo-y sentí un beso en la coronilla de mi cabeza.

-También te amo y mucho más. Y es lo que en verdad sentía. ¡Dios mío! Mis sentimientos por Shawn son incontrolables. No sé lo que hace, pero lo amo con locura, demasiado. Es imposible que alguien más sienta lo mismo por él. 

Cuándo me enteré que Shawn tenía cáncer, fue un golpe bajo, y duro. Él llegó a mi vida de manera inesperada. Y yo no esperaba un amor tan fuerte... El enterarme de su enfermedad me carcomía y el cerebro por el día y la tristeza me invadía por las noches, pensar que algún día ya no lo vería, como una noche se me fue arrebatada mis padres...

Pero aquí estamos ambos, luchando, y verlo sonreír es lo que me llena de esperanzas y fuerzas, para que cuando él ya no pueda luchar, luchar por ambos.

-Para siempre estaremos juntos, Haley. Es una promesa. Aunque estemos pasando por malos momentos, estaré para ti.

-Eres mi ángel, Shawn. 

-Soy un simple mortal, algún día ya no estaré amor. Pero mientras mantengas nuestro amor vivo en tu corazón, viviré en ti. No pienso atarte a promesas de que jamás estés con otro. Eres joven, pero no me dejes morir en tu corazón.

-¿Te estás despidiendo?

-No Haley, te estoy amando.

Y entendía a la perfección lo que Shawn decía. Si él se marchaba para no volver, el quería que recordara nuestro amor, pero que no me atara a él.

¿Como podría yo olvidar a Shawn? ¿Por qué pienso en que se irá? Le queda mucha vida, lo sé.

Han pasado 7 meses desde que lo conocí y definitivamente son los mejores de mi vida.

-Vamos a descansar, lo necesitamos-Tomó mi mano y subimos a la habitación. Ambos nos quitamos los zapatos y nos recostamos en la cama. Él me tomo de la cintura y recosté mi cabeza en su pecho. Podía oír sus relajados latidos del corazón, al compás de mío. Ese momento era perfecto. Entrelazo su mano con la mía, dejando pequeñas caricias en el dorso. Y de un momento a otro ambos estábamos totalmente dormidos.


  

Cuando te conocí. -S.m-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora