XX - El Poder Sombrío

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Klaus miró el libro y se quedó pensando en cuánto lo deseó por tantos años de su vida. No solamente él, sino también sus amigos del clan de los Tauneses, que se habían desviado de la magia honrosa y tenían sed de poder. Irguió el libro en las manos y se carcajeó. Rayos resonaron por los cielos, anunciando una gran tempestad, y él se sintió el más poderoso de los brujos. Creyó que nadie más podría detenerle.

Juan, tirado a sus pies, sólo lamentó lo ocurrido, pero sabía que era un mal necesario para sobrevivir.

— Ahora es mío, como siempre soñé. Seré inmortal y, en breve, el único brujo vivo sobre la faz de la Tierra. ¡Con el poder de la magia bajo mi mando gobernaré el mundo!

— ¿Por qué lo quieres tanto, Klaus? — Juan gritó, intentando llamar la atención del enemigo. — Si lo mejor de la vida es compartir. Aunque ahora estés ciego por la avaricia que dominó tu corazón, en el futuro verás que aun con todas las cosas materiales de este mundo, no hay felicidad cuando no se tiene a alguien para amar.

— ¡Cállate la boca, mago idiota! Yo jamás voy a querer dividir con los demás lo que luché tanto para ganar. Mi único amigo es Fratello, y eso porque es parte de mí. Desdeño a aquellos que necesitan a una familia o amigos. Puedo tener las mujeres que quiera en esta vida. ¡Ahora, aún más, ya que viviré para siempre! Es llegada la hora de mostrarme al niño, viejo. No pienses que vas a ganar tiempo. ¿Dónde está?

Klaus levantó el cuerpo de Juan a unos tres metros de altura con su mano izquierda, manteniéndole elevado. Después con la mano derecha, hizo que el cayado se soltase de la mano del mago tomando pose del artefacto mágico.

— ¡Tengo ganas de destruirte!

— Pero, no de momento... Vas a necesitarme, brujo. Aun teniendo el libro, necesitas a un mago con mi poder para aprender los hechizos que hay en él. Sé que dentro de tu alma deseas poder y, solamente yo podré ayudarte a alcanzar ese objetivo.

— Pensaré en eso... Pero antes, no quiero más disculpas. Enséñame al niño, sabandija mentirosa. Sé que está vivo.

Juan negó con la cabeza.

— ¡Estás engañado! Se puso enfermo y yo no podía cuidar de él adecuadamente. Intenté encontrar a una mujer o bruja en el bosque que cuidase del pequeño. Pero, antes de que lo consiguiese, pereció en mis brazos. Puedo probártelo. Le enterré cerca de un gran roble, en medio del bosque.

— Llévame hasta allí. Quiero verlo con mis propios ojos.

El mago sabía que el bebé que sepultara era una niña. Se quedó pensando en la esperanza de que el brujo no la desenterrase y sólo sintiese su presencia. Si no, Juan estaría en mala posición.

El viejo abrió el portal, llevando al brujo y a su criatura hasta el lugar en que estaba el pequeño cuerpo. La tierra batida mostraba que algo había sido enterrado allí, hacía poco tiempo.

— Fratello, siente con tu poder si existe el cuerpo de un niño aquí.

La criatura tomó la forma de Klaus y colocó la mano en el suelo batido. Penetró el brazo por entre el barro hasta alcanzar el cuerpo del bebé. El replicante movió la cabeza de modo afirmativo hacia Klaus.

El mago Juan suspiró aliviado.

— Tengo que creer en lo que me estás diciendo. Tienes la percepción mejor que la de cualquier ser humano. Ya que el hijo del mago murió, es un brujo menos para que yo elimine en este mundo. Ahora que tengo el libro, tú mago viejo, serás mi esclavo hasta el momento en que ya no me sirvas. Entonces podrás visitar en espíritu, a tu familia. Pero no pienses que voy a tratarte bien. Serás un prisionero en la mazmorra de mi castillo en Florencia, en la Toscana.

— Yo te serviré, brujo Klaus. No necesitas encarcelarme. Ya estuve preso lo suficiente en mi vida.

— Para quien iba a matarte, estoy siendo benevolente. Abre el portal y llévanos a mi castillo.

— Necesito que pienses en él ahora y en la región donde queda, para que yo pueda crear el pasaje de transferencia.

Klaus se imaginó en su castillo. Juan abrió un portal y entraron. El Doppelgänger fue atrás y el cuervo en el hombro del brujo. El lobo y el búho se quedaron atrás, perdidos, sin saber cómo encontrar al amigo. El águila observó el movimiento en la Floresta Sombría, allá desde arriba, y percibió que el mago estaba en apuros. Pero, no había manera de que ninguno de ellos le siguiera.

Ahora el bosque ya no podría ayudar al mago Juan.

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Europa - Siglo XV

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