XXII - El Ritual

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El mago le enseñó al brujo del mal cómo debería ser el ritual para que el hechizo surtiese efecto. Klaus escuchaba con atención, siguiendo minuciosamente los pasos orientados por Juan, movido por su mayor deseo.

Cuando escuchó todo con atención, salió de aquella mazmorra inmunda, cargando a Juan, encadenado, consigo. Les ordenó a los otros brujos que fuesen a la cúspide del castillo a hacer los preparativos para la ceremonia de la inmortalidad y a asistir su triunfo.

Ya era noche. Allá en la cumbre del castillo, teniendo solamente la luz de la Luna como testigo, había una mesa de madera, especialmente preparada para la ceremonia. Al lado de la mesa, un altar con un cáliz en su superficie. Había un vaso con agua, otro con tierra y un pote con moras negras, al lado de todo eso, dos velas simbolizaban el fuego y otro recipiente, con hojas secas bien finas, representando la levedad del aire. Inciensos de mirra y olíbano ya estaban encendidos para perfumar y purificar el ambiente. El Libro de las Almas estaba en el centro, abierto en la página del hechizo. Sus páginas amarillentas decían que un mago de elevado grado de magia debería hacer una poción y uno de los ingredientes sería el elemento de sangre del candidato a la Inmortalidad.

Klaus caminaba delante y Juan detrás, con el libro en las manos. Subieron las escaleras, vigilados por el Doppelgänger. Todos los brujos ya les aguardaban, puestos lado a lado, formando un sombrío túnel. La maldad era presente allí, casi una energía pulsante dominándoles. Al final del trayecto, sobre palabras e invocaciones de los otros brujos, Klaus se acostó en la mesa especialmente preparada para el evento y recitó las palabras mágicas enseñadas por Juan.

— Mit der kraft des Mondes, empfangen die Macht der Unsterblichkeit! (Con la bendición de la Luna, recibe el poder de la inmortalidad).

Enseguida, cogió un puñal de plata que estaba a su alcance y cortó la muñeca del brujo, dejando salir algunas gotas de su sangre en el cáliz, mezclándolas a la poción. Levantó el grial con las dos manos y le sirvió a Klaus, para que bebiese la poción de la vida eterna. La luz de la Luna les iluminaba durante la ceremonia, tocando el cuerpo de Klaus por entero.

El ritual empezaba a surtir efecto y Juan tocado por la luz de la Luna y por la energía del encantamiento, sintió algo extraño apoderarse de su cuerpo. Abrió los ojos de par en par sintiéndose más fuerte. Miró a los lados para ver si todo estaba bien y continuó el rito.

En aquel instante, el arma en la mano de Juan dudaba, pensando en cómo sería si le cortase el cuello a Klaus. Sólo que habían dos brujos a su lado, listos para acabar con su vida en caso de que intentase algo. Además de eso, el Doppelgänger lo vigilaba todo de cerca. Él no podía arriesgar su vida, pues su misión estaba lejos de terminar.

Los Tauneses Ausentes acompañaban la ceremonia, capa gris oscuro por todo el lugar, junto a rostros ocultos por el capuz. Eso les dejaba con un aspecto muy sombrío. Algunos también tenían Doppelgängers que volaban alrededor de ellos.

Klaus sintió una fuerza anormal tomar su cuerpo y abrió los ojos al máximo. Era como si su alma fuese rellenada por tal energía. Su carne ardía y sus huesos dolían, pareciendo que iban a explotar. Empezó a gritar desesperado.

— ¡Maldito mago! ¿Qué es lo que le has puesto a esta bebida? ¡Me está matando!

Algunos brujos cogieron sus espadas y las arrimaron al cuello de Juan. Hubo un pequeño corte y algunas gotas de sangre del mago cayeron dentro del cáliz del ritual. Uno de ellos dijo:

— ¿Qué estás pretendiendo con esto, mago de los infiernos? Si no has puesto algún veneno en la copa, bebe para que estemos seguros. — Dijo el brujo taunés obligando al mago a beber un trago.

Juan bebió pensando que aquello no le haría ningún mal y, enseguida el brujo taunés tiró lo que restó de la poción a la cara del viejo mago.

— ¡Tened calma! Eso forma parte del proceso de transformación... Toda recompensa precisa un sacrificio. — Dijo Juan intentando tranquilizar el ambiente y se pasó un paño para limpiarse la cara.

El Hombre FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora