En la mazmorra, los gritos de la muerte fueron oídos. Los prisioneros sabían que era una cuestión de tiempo hasta que llegase la hora de sus ejecuciones, aún más para el vidente que estaba tan debilitado.
La bruja Janda entonces comentó:
— Y yo pensaba que Klaus quería nuestra muerte. Lo que realmente quería era ser el único brujo vivo en este mundo y mis venenos nunca fallan.
— Entonces nosotros, por ser también seres mágicos, también corremos peligro, a no ser que consigamos escapar de aquí — concluyó Juan.
Días pasaron y era como si Klaus se hubiese olvidado de ellos.
Juan, en un atisbo de luz, tuvo una idea. Le dijo a Janda:
— Necesito que nos ayudes a escapar de aquí.
— ¿Pero cómo? Es imposible... Aún más ahora que estamos encadenados y el Doppelgänger de Klaus vigila todo el castillo.
— Oye bien mi plan. Va a salir bien.
Ella prestó atención a todo lo que Juan dijo y estuvo de acuerdo en que la idea era buena. Al día siguiente, preparó una poción mágica. Se la extendió a Juan que hizo un encantamiento, transformando la poción en algo viscoso y oscuro. Juan, entonces, con un gesto de las manos, hizo que el elixir fuese a parar en la mano de cada uno y lo ingirieron de un trago.
Janda también preparó un bálsamo con hedor terriblemente fétido y lo despejó en un rincón de la mazmorra, rompiendo el vidrio y apestando el lugar. Pulverizó algunas gotas sobre ellos mismos.
En cuestión de pocos minutos, los tres prisioneros quedaron con los cuerpos repletos de pústulas de la peste negra y pararon de respirar.
Klaus bajó a la mazmorra, atraído por el olor que se esparcía por el castillo. Junto a él, el fantasma replicante, que acabó deparándose con los cuerpos oliendo mal, sin vida, atacados por la enfermedad. Klaus, al encontrarse con aquello, ordenó inmediatamente que el Doppelgänger les llevase al cementerio de Florencia. Con los dedos tapándose la nariz dijo:
— La peste acabó con la vida de estos moribundos. ¡Cómo hieden! Tú por ser espíritu, no corres riesgo de coger esta enfermedad maldita. Quiero que te los lleves de aquí lo más rápido posible y quemes sus pertenencias. ¡Qué pena! Aún tenía planes para el mago Juan. En cuanto a Janda y Peter, iba a dejarles pudrirse en esta mazmorra.
Así fue hecho y cuando ellos fueron llevados a la morgue, los sepultureros les pusieron con otros cuerpos que sucumbieron a la enfermedad para que todos fuesen quemados juntos. La gran hoguera consumiría a todos los muertos al día siguiente.
Por la noche, cuando restaban allí sólo los cuerpos vacíos de los muertos, los tres despertaron.
— ¿Janda, estás despierta? — Preguntó Juan.
— Sí, estoy bien. Si es que podemos considerarnos sanos en medio de tantos cuerpos malolientes con la peste. ¡Pero no os preocupéis! Puse una magia en la poción que bebimos que no dejará que nos pongamos enfermos incluso en contacto con la enfermedad.
— Espero que funcione — Replicó Juan.
— Estoy débil, pero vivo. — Dijo Peter.
— Vamos a salir de aquí, inmediatamente — Vociferó Juan.
— Se levantaron, sintiendo aquel hedor horrible que los cuerpos exhalaban al descomponerse, junto al propio aroma fétido de la poción que Janda había pulverizado en sus cuerpos. Anduvieron por un pasillo en medio de una especie de morgue y abrieron la puerta ganando la libertad. El único guardia nocturno estaba durmiendo y no les vio salir.
— ¡Por fin libres! — Celebró Janda.
— Apestosos, pero con libertad — sonrió Juan abanicándose la nariz con la mano.
— A partir de aquí, vamos a la casa de una sobrina mía que vive en la ciudad. Ella nos dará comida, agua, ropas y el baño que necesitamos — dijo Peter.
Fueron a casa de la sobrina del vidente, que se llamaba Francesca. Ella y el marido les acogieron con hospitalidad y recibieron los debidos cuidados. Después durmieron limpios, con buenas ropas y alimentados. Peter decidió que pasaría unos días con la sobrina hasta recuperarse. Estaba comiendo como nunca lo hiciera antes, por tanto tiempo que pasara privado de alimentarse. Janda decidió irse a la mañana siguiente y Juan sabía que tenía que buscar al muchacho Philip, pues él ya estaba con edad apropiada para aprender la magia. Por la mañana se despidieron:
— Pasamos muchos años juntos en aquella prisión y yo os considero como mis amigos. En caso de que me necesitéis ya sabéis dónde encontrarme. Estaré en las montañas de Bohemia, cerca de la Floresta Sombría — Dijo Juan.
— También me gustó conoceros, lástima que bajo circunstancias tan adversas, pero lo que importa es que estamos vivos. Si queréis alguna poción o ayuda estaré en Madrid. Llegando allá basta buscar el almacén de la familia Cerinez. Podremos tomar un té. Hasta siempre amigos; os echaré de menos.
Y por fin, el vidente Peter se despidió. Aunque estuviese débil aún, empezaba a recuperarse con el buen tratamiento en casa de los parientes.
— Consigo ver un buen futuro para ti, Janda. En breve tendrás tu propio comercio de hierbas en Madrid y prosperarás. Cuida de tu salud y no te olvides de cambiar tu identidad. Será más fácil vivir si nos mantenemos anónimos.
Ella sonrió con la previsión del amigo.
— En cuanto a ti, Juan, muchas cosas cambiaron. Tu amigo lobo de las montañas ya se fue de nuestro mundo, sin dejar descendientes. Pero los hijos de las aves que te acompañaron ya te esperan. Hay alguien que necesitará mucho tu ayuda, viviendo en una Corte distante. Tú serás como un padre para él y eso te hará un gran bien. Pero tiempos difíciles se acercan y, en breve, deberás tomar una decisión muy importante, de la cual dependerá tu vida.
— Gracias, amigo Peter. Aliméntate bien y cuídate. — Juan se despidió, dándoles un abrazo a sus amigos, la cabeza llena de pensamientos — En cuanto a mantenerse anónimo, tengo algunos trucos para que mi existencia pase desapercibida.
Finalmente, la jornada estaba empezando a cumplir su destino.
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El Hombre Fantasma
FantasiDUOLOGÍA COMPLETA - Philip es un joven mago impetuoso que nace para salvar al mundo de la destrucción. El mago Klaus que ayuda a los inquisidores a encarcelar a los magos, quiere dominar el mundo de los vivos y el de los muertos. Klaus se vuelve inm...