50. Fin

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Madrid, 12 de Enero de 1967.

Periódico La Vanguardia.

"El imperio de la moda, más grande que nunca"

Galerías Velvet, la mayor empresa y centro de la moda, con sede en Madrid disfruta de su especial primavera en pleno invierno. Después de décadas de su apertura sus nuevos aires en dirección no han hecho sino incrementar lo que venía siendo un negocio al alza. Tras el triste fallecimiento de su director, Esteban Márquez, miembro de la importante y destacada en este nuestro país familia Márquez, el negocio pasó a manos de una eficaz y desconocida mujer, Blanca Soto Fernández, quien ha sabido a base de trabajo y esfuerzo convertir el negocio en directriz y modelo de la moda española e internacional. Siempre acompañada de su mano derecha, su socio en el negocio y causante de muchos de los beneficios de la empresa, Maximiliano Expósito, quien ha pasado con los años a ser el soltero más cotizado de este país...

No leas eso...

—¿Por qué no? Es bastante bueno...nos halaga y halaga nuestro trabajo

—Aun así...la prensa siempre acaba por perjudicarnos...recuerda, por mucho que nos alabe ese periódico sigue recordando que somos unos don nadie...

—Ahora ya no

Dejé el periódico sobre la mesa de madera, no pudiendo evitar que resbalara por el borde y cayera al suelo. Blanca me miró molesta. Su mirada gritaba "recógelo". Apoyé mi trasero en la mesa, crucé mis piernas y mis brazos.

—¡Querida! ¡Soy el soltero de oro de Madrid!—reí, todavía seguía sin asumir la posición social que había adquirido—Podría casarme con la hija de García...

Fingí que pensaba, llevando la yema de mis dedos hasta mi barbilla. Blanca me miró y sonrió. Había recogido el periódico y lo había enrollado sobre si mismo. Me dio con él en el pecho.

—¡Auch! Vale, vale. No te gusta Merceditas...entonces...podría pedirle la mano a Margarita, la hija de Sánchez, el notario.

—Eres más tonto...

Se acercó a mí y al tiempo que lo hacía desdoblé mis piernas y mis brazos, que fueron directos a su cintura. La pegué a mi cuerpo. La miré a los ojos y la besé. Ni siquiera escuchamos la puerta del despacho, que se abría veloz.

—Ejem...ejem...¡señora directora y señor soltero de oro les necesito!

Blanca se separó de mí y miró hacia la puerta al escuchar la voz de Raúl de la Riva, ahora diseñador único y predilecto de Galerías Velvet. Raúl había decidido quedarse con nosotros nada más se enteró de que Blanca iba a dirigir todo esto. Aún siento cierta resaca de aquel día, un día memorable.

—¿Lo has leído Raúl? ¡Soltero de oro!

—Tienes tú de soltero lo que yo tengo de monja. Aquí a la única a la que hacen justicia es a la señora.

Blanca rió. Puso dirección al pasillo y los dos la seguimos. Dejó una carpeta sobre la mesa de Clara y se dirigió al ascensor. Pese a ser la directora seguía sintiendo esa espinita de jefa de taller, por eso seguía bajando cada día a comprobar por ella misma como funcionaba el taller y no dudaba en imponerse si algo no iba como debía. En parte eso constituía el éxito que había logrado con aquel negocio. A veces me daba la sensación de que yo no hacía nada, que por mucho que organizara ella siempre lo doblaba.

BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora