18.Otra vez

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Aquella mañana desperté y ella ya no estaba allí. No sé a qué hora había dejado mi cama pero ni siquiera se había despedido de mí. Había huido en mitad de la noche como si no quisiera verme más, como si hubiera sido nuestra última vez.

Salí al pasillo y pasé por delante de su habitación. La luz estaba apagada, aún era temprano para empezar el turno. Era extraño sentir tanto silencio en las galerías.

Llegué hasta el callejón y me senté sobre las cajas. Me fijé en un coche negro que estaba aparcado justo enfrente de las galerías. Había algo raro en él, no sé por qué pero no me daba buena espina.

De pronto escuché un sonido metálico, la puerta de las galerías empezaba a abrirse. Centré mi atención en la figura que aparecía detrás de ella. Blanca, vestida ya con el uniforme, cubría su cuerpo con una especie de chal para evitar la frescura de la mañana. Al verme se detuvo unos segundos, supongo que no esperaba verme allí. Se acercó a mí y se sentó a mi lado.

-Buenos días…

-Buenos días Blanca

-¿Qué haces aquí?

-No podía seguir en la cama…¿por qué te has ido?

-Porque quería convencerme a mí misma de que me harías caso y te marcharías de aquí al ver que yo no estaba, pero ya veo que no

-Ya te dije que no voy a dejar esto sin ti.

Me miró fijamente a los ojos. Iba a apoyarse sobre mi hombro pero la detuve. Miré al final del callejón, el coche seguía ahí.

-¿Qué ocurre?

-Ese coche...no me gusta…

-Tiene algo extraño…

-Es como si nos estuvieran espiando

-Entremos entonces

-¿Puede que sea Esteban?

-No…

-No suenas muy convincente

-Él no haría algo así, ¿espiarme? Es de locos

-Llevas dos noches sin dormir en su casa...puede que sospeche algo

-Le dije que me iba a quedar aquí por el trabajo, él lo entendió perfectamente...no creas que siempre va contra ti

-No me importa que vaya contra mi, lo que no quiero es que vaya contra ti...si te hiciera algo no me lo perdonaría en la vida

-Estás tan enamorado de mi…

-Y tú lo estás tan poco

Dibujé una media sonrisa en mi rostro que ella no tardó en devolverme. Si algo tenía es que podía ser totalmente sincero con ella aunque ella lo fuese a medias conmigo. Yo sabía que sentía algo por mi, lo que todavía no sabía que era y cómo interpretarlo.

******

Era prácticamente hora de comer cuando todo ocurrió. Ocurrió de un modo rápido, casi sin que diera tiempo a gestionarlo.

Una media hora antes Esteban había entrado en las Galerías mucho más serio de lo habitual, no se había siquiera detenido a hablar con don Emilio, como hacía todas las mañanas y su acompañante, un hombre alto y delgado, parecía alguien sospechoso.

Cerraron las puertas de las Galerías, nadie podía salir de allí. Entraron unos tres tipos, agentes de policía.

-Maximiliano Expósito, queda detenido por complicidad en el robo a una joyería en la ciudad de Barcelona.

-¿Qué? ¿Pero qué dice?

Empecé a alterarme. La situación había cambiado, ahora ya no eran “unas preguntas”, ahora uno de los tipos se acercaba a mi, esposas en mano, me colocaba sobre uno de los mostradores, limitando todo movimiento posible, llevaba mis manos a la espalda, me esposaba y me cacheaba por completo.

Al levantarme miré a todos y cada uno de mis compañeros, que no daban crédito a la situación. Entre sus miradas busqué la de Blanca pero no estaba allí. Esteban tampoco estaba. En aquel momento, la policía me tenía esposado y yo solo podía pensar en ella.

-¡Don Emilio! ¡Digale a doña Blanca que estoy bien!

Intenté alargar la situación pero aquellos tipos prácticamente me arrastraban por el suelo. No quería oponer resistencía, eso sería mucho peor pero no me quedaba más remedio que asegurarme de que Blanca no se preocupara por mí.

Como la otra vez, me sacaron de las galerías y me metieron en un coche negro. La gente de la calle no dejaba de observar, atónita, la situación mientras alguno de mis compañeros salía a la calle para tomar detalles de todo cuanto ocurría.

Me colocaron en el centro. A cada lado un policía. Otro delante y el conductor. En lo que duró el trayecto a comisaría no solté una palabra. Había aprendido con los años que el recriminar no servía con aquellos tipos.

Tal y como me habían sacado de las galerías me entraron en Comisaría. El mismo jefe de policía me miró de arriba abajo y detuvo a los policías que me guiaban.

-Hombre...-dejó caer mientras encendía y tomaba una calada de un puro-Nos volvemos a ver...y esta vez nos vamos a ver largo y tendido muchacho...

Hizo un gesto con la cabeza que los otros entendieron a la perfección. Yo ya sabía lo que me esperaba de nuevo. La sala gris de los interrogatorios. Solo que esta vez la situación estaba bastante peor.

-Sentadle ahí...que se ponga cómodo el señorito que esto va para largo...

En la sala estaba el mismo policía de la otra vez, el que sólo fumaba y escuchaba, el del interrogatorio y uno que me aún me era desconocido  y que permaneció en una esquina durante gran parte de las horas que iba a pasar allí.

-Bueno...bueno...bueno... Maximiliano Expósito, ya sabía yo que no te ibas a ir de rositas tan fácilmente...ves, al final todo sale a la luz
-Yo no he hecho nada
-Eso dicen todos
-Es cierto, yo no tengo nada que ver con este asunto
-Eso también lo dicen todos, quiero un poco de variedad
-¿Me van a decir al menos porque exactamente me han detenido ahora? Yo ya les dije todo lo que sabía
-Porque ahora las cosas han tomado una nueva perspectiva y el caso se ha vuelto mucho más animado de lo que parecía, pero tranquilo que te lo explicaremos punto por punto...

BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora