24.Escondidos

336 14 0
                                    

Me quedé mirándola fijamente durante unos segundos. Hice mención de besarla pero ella se apartó de mí mientras dibujaba en su rostro una sonrisa entre pícara y malévola. Llevó su dedo índice hasta mis labios, recorriéndolos de un lado a otro, pasando del labio inferior al superior y al contrario hasta que lo introdujo en mi boca. Empecé a besarlo, a acariciarlo con mis labios y mi lengua mientras mis manos iban directas a su cintura y la acercaban aún más a mi cuerpo.

-¿Me deseas?-preguntó mientras sus dientes jugaban con el lóbulo de mi oreja

Asentí. Todo yo la deseaba. En aquellos momentos era prácticamente incapaz de pensar. Tenía un poder de atracción tan fuerte que me hacía perder el sentido.

-¿Me deseas aquí y ahora?

No dije nada. Bajé mis manos sobre su falda de tubo, tan despacio como pude, hasta sus glúteos y los apreté con fuerza. Ella mordió su labio inferior y jadeó ligeramente.

Me aparté de la pared y cambié mi posición por la de ella. La cogí por la cintura y la giré, pegándola a la pared y teniendola de espaldas a mí. Atrapé sus manos y se las levanté, pegándolas también a la pared. Al acercarme a ella pude notar sus glúteos justo en mi entrepierna. Mordí el lóbulo de su oreja y besé su cuello, de arriba abajo mientras ella llevaba sus manos hasta mi pelo y tiraba de él con fuerza.

-Y tú, ¿me deseas? ¿Me prefieres?

-Sí…

Recorrí sus caderas mientras levantaba su falda hasta la altura de la cintura. Ella seguía de espaldas a mí, anclada a mi cuello con sus brazos. Apreté sus pechos mientras abría su camisa y bajé por su abdomen hasta llegar a su entrepierna. Mi mano derecha se coló entre sus muslos, haciéndola gemir. Aparté como pude su ropa interior e introduje dos de mis dedos en ella. Empecé a masajearla. Blanca, al sentirme cerró los ojos y apretó sus labios, echando su cabeza hacia atrás y apoyándola en mi hombro.

Después de todo un seguido de jadeos y gemidos a medias por si entraba alguien, su mano llegó hasta la mía y me detuvo. Se volvió y me miró a los ojos. Ardian como nunca los había visto. Me desabrochó el cinturón y bajó la cremallera. Yo la cogí por los muslos y la levanté, pegando su espalda a la pared. Ella me guió hasta su cuerpo y dejó escapar un jadeo profundo al sentirme dentro de su cuerpo.

Al tiempo que su mano derecha se agarraba a mi camisa justo a la altura del hombro, su mano izquierda envolvía mi mejilla y me acercaba a ella, para arrebatarme un seguido de besos y mordiscos furtivos que parecían no tener fin.

Mis manos en su trasero la aguantaban sin que yo disminuyera mi ritmo.

-Dime que tú nunca me vas a fallar…-declaró mientras cerraba los ojos

-Nunca podría hacerte eso…

-Dime que vas a estar a mi lado…

-Siempre

-Y que me vas a querer pase lo que pase y haga lo que haga

-Me resultaría imposible no quererte

Los músculos de mis piernas empezaron a fallar. Llevaba demasiado tiempo aguantando su peso sobre mí. Me detuve y al hacerlo, ella me miró, extraña.

-¿Qué ocurre?

La bajé pero ni siquiera dejé que su pierna derecha tocara el suelo. La mantuve levantada, pegada a mi muslo derecho.

Acerqué mis labios a los suyos. En aquel momento sentí todo el calor que reinaba allí dentro y el que empezaba a apoderarse de mi cuerpo y también del de ella.

-Nada…-susurré

Volví a iniciar mi ritmo. Ella volvió a pellizcar mi camisa mientras apretaba sus labios. La observé detenidamente. Su pelo estaba revuelto, sus mejillas coloradas, su carmín ya prácticamente era inexistente y su respiración se mantenía acelerada.

Sentí como la sangre empezaba a hervir por todo mi cuerpo, como el calor se apoderaba de mí y tan solo iba a soportar unos segundos más antes de alcanzar mi estado de clímax. Ella abrió ligeramente sus labios como si fuese a decir algo. Tan solo dejó escapar un pequeño grito que yo cubrí con mi mano, devolviendolo de nuevo a ella.

Sonreí y ella me devolvió la sonrisa mientras abrochaba su camisa.

-Salgamos separados…

Terminó de vestirse y abrió la puerta del baño. Yo cogí su mano, haciendo que se detuviera.

-Todo lo que has dicho…

-Es lo que siento

-¿Nos veremos esta noche?

-Lo siento...hoy no duermo en las Galerías…

Soltó mi mano y salió con total tranquilidad mientras yo seguía respirando con dificultad. No podría nunca avanzar con ella, seguía anclada en su relación con Esteban, ¿cómo iba a estar a su lado si ella no me dejaba estarlo del todo?

Aprovechando que no había nadie mojé mi cara y me miré en el espejo, intentando recobrar las formas antes de volver a las galerías.

BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora