Soldado Imperial. Capitulo 11.

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Capitulo 11:

El General me tiene desnuda, montada sobre sus muslos, estando él sentado en sus pantorrillas. El aún lleva puesto el pantalón negro y las botas.

Imito el movimiento de sus labios y el de su lengua. Disfruto aprendiendo con la practica, de un modo entusiasta, de como besar su boca masculina, boca que va enseñándome a besar con sensualidad. Además guía mis manos con las suyas.

Apoya mis palmas sobre su pecho amplio y poderoso, luego las sube hasta su cuello. Mantiene mi mirada brillante con una mirada oscurecida.

A medida que me hace recorrer su cuerpo, este se tensa, para luego temblar de deseo. Mi tacto parece quemarle la piel. Su piel esta enrojecida y suda copiosamente.

Me permite ver como su cuerpo responde a mis caricias y a mis besos, para luego capturar mis labios con besos largos y profundos.

Creo que el General esta usando toda su fuerza de voluntad, toda su capacidad de control para no llegar mas lejos de las caricias y de los besos. O quizás si esta dispuesto a marcar mi cuerpo arriesgándose a echar a perder sus siniestros planes políticos. 

Quiero ver hasta dónde será capaz de llegar. Quiero saber que tanto me desea y si es verdad que lo hace. O si este agradable encuentro sexual no es mas que una treta para lograr ganarse mi lealtad y obediencia absoluta ya que por él mismo sé que ha usado su cuerpo anteriormente para su beneficio.

Mientras voy por su cuerpo, le gusta que arañe suavemente su pecho, su vientre, su cintura y me deja abarcar y masajear toda su espalda.

No puedo controlar mis ansias de abrazarlo, de besar sus labios que me saben a gloria, de degustar su cuello y sus hombros.

Sus sensuales suspiros y gemidos masculinos aumentan mi libido, así como aumenta su propio placer si acompaño en la expedición por su cuerpo, manos, lengua y labios. Sus manos grandes, callosas y fuertes recorren también mi cuerpo.

Adoro el modo tan posesivo con el cual enreda los dedos en mi pelo y me besa. Debo aceptar que el General es un gran maestro en el sexo.

Que tonta e ingenua fui al provocarlo preguntándole si era insensible e impotente hace una semana. Ya me quedo claro que esta lejos de ser una piedra.

Mis mejillas arden cuando el General guía mi mano derecha dentro de su pantalón para que rodee con mis dedos temblorosos y torpes su erección que al tacto se siente agradable e incitante. Su miembro es fuerte, suave y cálido. Me guía con su mano sobre la mía para que estimule su falo. Cuando esta completamente duro y lubricado, estando desnuda él me tiende con lentitud y cuidado sobre mi chaqueta para dedicarse amar mi cuerpo demostrando un intenso deseo y lujuria.

Sus manos, labios y lengua recorren cada vestigio de mi cuerpo que responde con abandono.

La timidez, la vergüenza, el pudor y el recato no tienen espacio en mi mente afiebrada.

El placer que él me regala me hace florecer. Y como una flor en capullo me abro para él sin poder evitarlo o no quiero evitarlo lo que es peor.

Deseo conocer, experimentar, y pasar por todos los niveles del éxtasis en sus manos.

Mi piel esta húmeda debido a la saliva que me dejo su lengua lasciva, también por el sudor que goteo desde su cabello largo, y desde su rostro.

Mis pezones erectos quedaron hinchados y gratamente adoloridos después de ser lamidos y succionados insistentemente.

Siento desde los pies aún la presión del recorrido de sus manos. Gimo y me retuerzo agitada y excitada cuando lo siento entre mis piernas, amando mi sexo con la lengua.

Lo siento degustar, chupar, morder y sorber el sabor de mi vagina empapada. Me mantiene quieta con el peso de su mano izquierda sobre mi vientre cuando muevo sin cesar las caderas.

Empujo en su contra para sentir y para pedir que su lengua llegue aún mas profundo en mi interior.

Mi rostro arde. Me cuesta tragar aire, me siento ardiendo desde el interior. Gimo a viva voz. Veo trozos de cielo que dejan ver las copas de los arboles con los ojos nublados debido a estar llorosos por tanto éxtasis. Escucho al General gimiendo dolorosamente como yo.

Mientras él me penetra con la lengua y mientras juega con mi clítoris con el dedo pulgar izquierdo, se masturba con brío. De pronto siento que un calorcillo se expande desde mis pies que se tensan con fuerza y sube muy rápido hasta explotar detrás de mis parpados.

Esa intensa y grandiosa liberación me dejo sin fuerzas y sin aliento.

De pronto el General sube por mi cuerpo rápidamente, lo siento tensarse y lo escucho gemir apretando los labios. Sobre mi cuerpo agitado el General salpica la evidencia de su orgasmo.

Lo abrazo de vuelta cuando rodea mi cuerpo con los brazos, dejando la cabeza entre medio de mis senos.

Doy un gritito de sorpresa cuando rueda conmigo a cuestas y me deja sobre su cuerpo sin una gota de energía. Apoyo el oído derecho sobre su pecho agitado. Sus latidos son muy rápidos, le cuesta como a mi respirar con normalidad. Me siento muy bien, mas que satisfecha, feliz.

Minutos después....

— Si con el juego previo me dejas hecho polvo. No quiero ni imaginar que tan grato será la experiencia cuando lleguemos hasta el final.

Será una tortura esperar para hacerte mía Akame. Una verdadera tortura.

Eres una bruja seductora. Eres una tentación irresistible. Pero tal y como tú me dijiste.

No perderé contra ti. Sabes que no puedo hacerte el amor.

No renunciare a mis ambiciones por una simple mujer. No puedo por ende dejarme llevar por el deseo y por la pasión.

Debo entregarte a Yeongjo virgen.

Si te tomo, él sospechara que fui yo quién toco a su mujer.

Se irían por la borda mis ambiciones y mis sueños. Se perderían años de preparativos y de esfuerzos. 

Soy muy egoísta, caprichoso, tramposo y ruin, pero eso ya lo sabias.

¡Ohhh no!. No creas que estoy renunciando a ti.

Te considero mía desde que puse los ojos en ti. Así que lo que suceda en cuanto lleguemos a Hanyang no será motivo para poner fin a nuestra relación de amantes. Lo tomaré como que te estoy cediendo temporalmente a otro hombre por un fin mayor.

No permitiré que me olvides.

No lo harás aún cuando seas la emperatriz de Joseon. Y sea mi padre quién se lleve tu pureza en mi lugar.

He decidido marcar tu cuerpo de todos modos.

Existen muchas formas de marcar tu cuerpo y las pondré en practica desde hoy.

Ofendida y dolida me zafo de su cuerpo y me siento en mis pantorrillas y cuando él se sienta le doy una fuerte y sonora bofetada.

Le dejo marcados mis dedos que escocen por el golpe que le propine. Lo miro con odio y resentimiento. ¡Deseando arrancar su corazón por maldito y ruin!.

— ¡No soy tu amante!. ¡Ni ahora ni nunca!.

No te atrevas a tocarme otra vez desgraciado.

¡Te odio!. ¡¿Cómo puedes ser tan frívolo, indiferente y desconsiderado?!.

Me odio más a mi misma por amarte. 

Entérate General que aunque te ame y te desee a pesar de todo. ¡No soy tuya!. ¡No te pertenezco!. No harás de mi tu peón. 

Te juró que lamentarás más que yo lo que estas haciendo conmigo.

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