Soldado Imperial. Capitulo 15

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Capitulo 15:


Apreté la empuñadura de la espada con fuerza repitiéndome una y otra vez todas las razones que tenia para cortarle la cabeza al General.

Tenia ante mi la única oportunidad que se me presentaría para cambiar mi destino.

Me sentí invadida de ira, de odio, y llena de fuerza, de coraje para volver a mi palacio para hacer las cosas diferentes, del modo correcto.

Podría gobernar a mi nación de una buena forma, con justicia, con equidad, pensando en el bien de mi pueblo, no como lo hace mi hermano.

Podría librar a ambos Imperios, al de China y al de Joseon de una futura guerra sin sentido por la ambición de poder del hombre sentado en el trono.

Si asesinaba al General podría librarme de casarme con su padre, al que no deseo, al que odio.

No tendría que dar a luz un hijo para Yeongjo y nadie me arrebataría de los brazos a aquel niño que tendría que crecer sin una madre.

Nadie dejaría a aquel niño sin alguien que lo amara y lo guiara como es debido para convertirse en un regente justo y sabio, como dice que debe ser un Emperador el príncipe plebeyo, cosa de la cual estoy de acuerdo.

Un rey se debe a su pueblo, no a sus propios intereses.

Yo dudo mucho que un hombre tan ruin, egoísta y frío como el General pueda educar, y guiar a un gobernador que ame a su pueblo antes que al poder. No debo ceñirme a sus planes. Debo crear mi propio camino.

Debo ser una nueva Akame. Debo sentarme en la cima del poder y gobernar. Debo marcar un precedente en la historia. Una reina puede ser tan fuerte, sabia y recta como un buen rey.

Pensando en esto último. Seria un doble discurso si mi ambición, mi decisión, el camino, el sueño que acabo de encontrar. El de convertirme en una gobernadora, en una reina recta y justa comienza por el asesinato por mi propia mano del hombre que amo por muy ruin que sea este.

Debe haber, debe existir otro método. Debo encontrar otro método.

No soy capaz de acabar con la vida del General, por muy tentada que me sienta, aunque me sobren motivos para hacerlo.

No soy capaz de asesinarlo, por mucho que me lastime. Lo amo demasiado, con todo mi ser.

A pesar de todo no quiero verlo morir.

Su vida me pertenece, así como él se adueño de mi corazón y de mi cuerpo. Su ser por entero es mío. No le daré su vida a nadie.

El debe pagarme por sus crímenes estando vivo. Lo haré cumplir a cabalidad con su palabra dada. El debe convertirse en mi General y en el de mi hijo.

Baje la espada y la deje caer al suelo estrepitosamente. El General abrió los ojos y me observo con seriedad y frialdad. Me senté en mis pantorrillas.

Deje fluir las copiosas lágrimas que no me permitiría derramar delante de nadie nunca, a parte del General.

El es testigo una segunda vez de como me libero del dolor que punza en mi cuerpo, en mi mente y en mi alma como si fueran mil agujas puestas en puntos vitales para torturar, al derramar lágrimas. Será el General el único ser humano que me vera llorar de esta manera. 

Con un llanto desgarrador, que me hace sacudir el cuerpo, permito que todo el dolor que sentí en mi vida, el dolor presente y el que sentiré en el futuro se apacigüen ahora. 

Me cuidaré en el futuro de no derramar lágrimas frente a los ojos de nadie mas que los de mi General.

Con la voz quebrada le dije al General quién se me acerco y me abrazo dulcemente.

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