16 - Prioridades

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La bolsa con la cámara de Jayden y su sonrisa no dejaban lugar a dudas de los planes que tenía para aquella mañana de sábado.

Kate bajó la tapa de su portátil y sonrió a su hijo, que estaba plantado frente a ella, perfectamente equipado para montarse en su preciada moto.

—¿Ya te vas?

—Sí, Kendra y yo hemos quedado a las 10 en el laboratorio de fotografía de la universidad.

Kate se puso de pie y se acercó a su hijo.

—Estamos muy orgullosas de cómo estás afrontando tus nuevas responsabilidades.

—Gracias.

Galatea apareció en el salón, llevando una caja con unos candelabros de plata.

—¿Ya te vas a hacerle el reportaje de fotos a tu amiga? —Él asintió—. Últimamente parece que las oportunidades para ganar dinero llaman a tu puerta, que suerte tienes.

—La verdad es que no me puedo quejar, es una suerte que Kendra necesite un book de fotos y sea amiga mía.

Kate miró el reloj que había sobre la chimenea.

—No te entretenemos más, hazle una buena sesión de fotos —Le guiñó un ojo con ternura.

Él sonrió y se encaminó hacia la puerta de la calle.



Los tacones de las botas de Kendra resonaban con eco por los silenciosos y desiertos pasillos de la universidad.

Cuando sus ojos localizaron a Jayden, de pie frente al laboratorio de fotografía, no pudo contener una radiante sonrisa.

—Hola.

—Qué puntual eres, Kendra —Sonrió, mientras se disponía a abrir la puerta del laboratorio.

—Es una suerte que el profesor Keytel confíe tanto en ti como para dejarte la llave del aula.

Jayden le dedicó una divertida mirada.

—Es lo que tiene ser uno de los primeros de la clase.

Kendra dejó su abrigo sobre una de las sillas y se dedicó a recorrer con la mirada cada uno de los elementos del laboratorio de fotografía.

En un extremo de la clase, había una enorme pantalla blanca, frente a la cual unos focos profesionales arrojaban una brillante luz blanca.

En las estanterías del aula, desprovista de pupitres, había toda clase de artilugios de fotografía, así como elementos decorativos para el atrezzo de las imágenes.

Jayden empezó a prepararse, mientras Kendra se entretenía arrojando unos cojines de colores sobre el suelo para poder realizar las fotografías sobre ellos.

—Es toda una suerte que me puedas hacer tú el book de fotos, ni te imaginas el dineral que me quería cobrar el fotógrafo que fui a ver la semana pasada.

—Es todo un placer —sonrió, sin apartar sus ojos de la lectura del fotómetro—. La luz está perfecta, cuando tú quieras empezamos.

Ella sonrió y se colocó en el centro del improvisado decorado.

—¿Cómo crees que saldré más guapa?

—Tu relájate y sonríe, poco a poco te irás soltando. Recuerda que lo maravilloso de la cámara digital es que se pueden hacer todas las fotos que uno quiera sin sufrir luego los gastos del revelado.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora