35 - Pérdida

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A pesar de la fina lluvia y de la negativa de su madre, Jayden había decidido salir a dar una vuelta con su moto para intentar ocupar su última tarde de vacaciones tras haber desecho su equipaje.

Las gotas que caían sobre la visera de su casco, cada vez eran más grandes y decidió poner rumbo a casa antes de que el agua calara por completo su ropa.

Giró la esquina y se encaminó dirección a su calle.

Sus diestros ojos no pudieron evitar reconocer la silueta femenina que corría bajo la lluvia intentando llegar a su casa lo antes posible.

Eilean se paró en seco al reconocer el faro de la moto de Jayden, que se acercaba a toda velocidad.

Sus ojos conectaron tan sólo un segundo y el tiempo pareció detenerse para ambos.

Le echaba de menos, pero sabía que, por mucho que consiguieran arreglar su maltrecha confianza, su amistad nunca volvería a ser lo mismo después de aquel beso robado.

Quiso saludarle, pero su orgullo se lo impedía.

Jayden tragó saliva para hacer bajar el nudo que se le había formado en la garganta.

Ante él, como una visión en mitad de un sueño borroso, estaba ella, plantada bajo la lluvia, con su cabello rojo pegado sobre la cara y su pequeño cuerpo completamente definido bajo su vestido de verano empapado.

Aceleró para dejar atrás aquella visión que sabía que le atormentaría toda la noche, pero pisó una de las líneas pintadas en el asfalto y la moto empezó a patinar.

Eilean se llevó las manos a la boca, pero Jayden logró controlar su potente moto y salir airoso de la situación.

El corazón le latía a toda prisa y sus ojos no podían dejar de mirar la imagen de Eilean en el retrovisor, que cada vez se hacía más y más pequeña.



Las nubes del día anterior habían dejado paso a un radiante sol de verano que, por desgracia, tenía recluidas a Kate y Galatea en el interior de su casa.

Jayden pasaba la tarde de aquel aburrido domingo junto a su madre revisando el manuscrito, casi completo, sobre la vida de Galatea.

—Has tenido una vida sorprendente.

—Cualquier vida inmortal es sorprendente.

Kate le sonrió con autentica devoción.

—No, tu historia es cautivadora. Estoy convencida de que a mi editor le va a fascinar. Es una lástima que sólo se pueda vender como cienciaficción. Si supieran que es una historia real se vendería mucho mejor.

—Jayden, tu madre me valora demasiado.

—No, yo también opino que será un libro muy interesante.

Galatea le sonrió y sus ojos pasaron a ser dos finas líneas con una chispa gris.

El teléfono del salón empezó a sonar y Kate saltó de la silla para atender la llamada.

Galatea empezó a garabatear, en el margen de una de las hojas, pequeñas correcciones sin importarle el asunto de la llamada.

Su bolígrafo se paró en seco y miró a Jayden.

—¿Qué pasa?

—Ve con tu madre.

Jayden resopló. Envidiaba que se pudieran comunicar sin una sola palabra dicha en voz alta.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora