54 - Planes de futuro

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La joven camarera de la heladería dejó frente a Jayden una enorme copa de helado con sirope de chocolate. Eilean posó sus ojos en su envase de zumo de frutas y suspiró con resignación.

    —¿Qué te pasa?

    Ella levantó su mirada lentamente.

    —Una de las cosas en las que no pensé cuando acepté ser de tu mundo era que echaría de menos los helados.

    Jayden frunció el ceño.

    —¿Te apetece? —Ella asintió lentamente—. Es extraño, no tendría que pasarte esto; sólo te tendrías que sentir atraída por la sangre.

    —Bueno, también me apetece, pero ese helado tiene tan buena pinta.

    Jayden cargó su cuchara con helado bañado en sirope y se lo ofreció.

    —Pruébalo —Sonrió tentador.

    —No, se supone que ya no debo alimentarme de comida mortal.

    —También se supone que tu frágil piel de vampiro no soporta los rayos directos del sol y ayer paseabas tranquilamente bajo ellos. Eres medio dhaphiro.

    Sin resistirse más, se inclinó hacia delante y Jayden le dio una cucharada de aquel dulce y frío manjar.

    —¡Que bueno! —Sonrió.

    Jayden miró a la camarera, que estaba en la barra y, elevando la cuchara, le hizo un rápido gesto para que trajera otra.

    —¿Ves? Puedes comer. Al parecer, tienes más de mí que de Chris.

    Los ojos de Eilean brillaron fugazmente, mientras una amplia sonrisa se esbozaba en su rostro.

    —Me gusta la idea de tener una parte de ti.

    Jayden cogió la mano de ella, que descansaba junto a la gran copa de helado.

    —No tienes sólo una parte de mí, todo mi ser es tuyo. Te pertenezco por completo.

    Ella se mordió el labio inferior, intentando calmar lo que aquellas palabras le hacían sentir.

    —Soy tuya... —Balbuceó—. Quiero decir, que también te pertenezco.

    Jayden le besó la mano.

    La camarera se acercó a ellos y dejó frente a Jayden la cuchara que había pedido, por desgracia, aquella intromisión rompió al instante el momento mágico que les envolvía.

    —Toma —Le acercó la cuchara y ella la cogió sin apartar sus ojos de los de él.

    —Gracias.

    Durante unos segundos, que parecieron eternos, sus miradas se negaron a romper la conexión, hasta que una gota de helado derretido cayó sobre la mano de ella, que Jayden aún sostenía. Sin pensarlo, él la atrajo hasta sus labios y succionó con un beso la gota que empezaba a escurrirse.

Eilean se estremeció y temió no poder controlar sus instintos más primarios.

Jayden secó con una servilleta su piel y volvió a reposar sus manos sobre la mesa.

    Empezó a comer despreocupado, como si aquella acción que había puesto patas arriba los biorritmos de Eilean hubiera sido un acto natural para él.

    —¿Qué querrás hacer?

    —No sé, volver a casa con Emma. Me tiene preocupada, echa de menos a Chris y no quiere animarse.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora