Su mente rememoró aquel día en concreto en el Regent's Park de Londres. Recordaba la intensidad del sol de invierno sobre su rostro. Las palabras del libro que se había llevado para leer. Pero sobretodo, la recordaba a ella. Aquella niña que envidió por poseer una felicidad e inocencia absolutas, ajena a todo mal y problema, rodeada de ardillas juguetonas que parecían adorarla.
Sus ojos recorrieron el cuerpo de Eilean, que aún seguía acurrucado en el hueco que formaban sus piernas y sus brazos.
Quizás no era envidia lo que había sentido aquel día hacia ella. Tal vez, en aquel preciso momento, se había enamorado de su risa pueril y de su cabello de fuego.
Su corazón empezó a latir rápidamente y la habitación pareció encogerse con ellos dentro.
La cercanía y el calor del cuerpo de Eilean, avivaban el dolor que Jayden sentía por no poder demostrarle su amor.
El movimiento acelerado de su pecho, obedeciendo a su agitada respiración, despertó a Eilean, que levantó los ojos muy despacio hasta ver los de él.
Tardó unos segundos en reconocerle.
—No ha sido una pesadilla, ¿verdad? —Su voz sonaba serena.
—Lo siento.
Se levantó con un poco de dificultad y Jayden la cogió de un brazo para que no perdiera el equilibrio.
Una única lágrima silenciosa surcó su rostro.
—Si no te importa esperarme abajo, recogeré un par de cosas y me reuniré contigo.
Jayden asintió, con la sensación de que Eilean había madurado en aquellas pocas horas.
Kate y Galatea la recibieron en su casa con una amplia sonrisa, que Eilean intentó corresponder sin éxito.
Sus ojos recorrieron la casa y el aroma le recordó vagamente a Jayden.
En otras circunstancias, al conocer en persona a la familia de su amigo, Eilean se habría hecho preguntas evocadas por su don, pero en aquella situación ya no le importaba nada.
La tristeza de la pérdida de su abuela inundaba por completo su mundo.
Jayden se sentó frente a ella en la mesa de la cocina y Galatea les sirvió la cena.
—No tengo hambre, si no le importa —Rechazó con un gesto de la mano el pedazo de pastel de carne que le ofrecía.
—Come sólo un poco, has de recuperar fuerzas y, por favor, no me llames de usted, no soy tan mayor.
Se oyó una risilla disimulada procedente de la puerta de la cocina donde estaba Kate.
Eilean miró su plato y cogió un diminuto trozo de pastel con el tenedor. El ambiente relajado y amistoso de aquella casa calmaba un poco su ansiedad.
Jayden permanecía frente a ella, inmóvil, percibiendo sus movimientos y palabras sin apartar los ojos de su plato.
Un hormigueo nervioso le consumía por dentro.
Se sentó en el borde de la cama de Jayden y miró curiosa la habitación. A pesar de sus negativas, Kate se había asegurado de que Eilean ocupara la estancia proporcionándole la intimidad y el descanso que necesitaba.
Se arrellanó en la almohada y se durmió sin mucho esfuerzo.
Jayden había cogido una almohada y una manta y se había retirado, sin poner objeción alguna, a la planta baja para dormir en el sofácama del despacho de Kate.

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LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo II
Vampiros¿Y si el amor verdadero no fuera un mito? La vida universitaria no es fácil para un dhaphiro, y Jayden está a punto de descubrirlo. Nuevos amigos, extraordinarios desafíos, emociones descontroladas y una intensa relación con una chica muy especial a...