21 - Dhaphiro salvaje

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El ruido de las hojas caídas sobre el húmedo suelo del bosque amortiguaba las pisadas del Grupo Especial de Élite del Consejo, encargado de contener a los miembros rebeldes de la comunidad.

Desde hacía varios años, se habían encargado de localizar y reinsertar con éxito en su sociedad a todos los dhaphiros que fueron creados genéticamente por la milicia de Enzo.

Pero faltaba uno.

El interior oscuro de la cueva no fue problema para los ojos diestros de los tres vampiros que entraron en busca del supuesto oso salvaje que tenía atemorizados a los habitantes de Aberfeldy. Los guardabosques habían alertado de la presencia de un fiero animal en los parajes contiguos a la población y el Consejo Escocés había mandado a su equipo antes de que más humanos resultaran heridos.

Bajo el manto protector de la oscuridad, y agazapada contra las rocas cubiertas de musgo, una silueta oscura, inamovible y cubierta de una espesa mata de pelo enmarañada con barro y hojas, rugía a los intrusos que acababan de allanar su morada.

Los vampiros intercambiaron unas miradas de complicidad. Sin duda, era uno de los dhaphiros que habían logrado escapar del laboratorio clandestino de los Túneles de Londres.

Cuando la luz de una de las linternas de los intrusos iluminó la cara del dhaphiro, sus ojos brillaron como el ámbar y un rugido feroz se escapó de su garganta.

—Tranquilízate, no te haremos nada —Uno de los vampiros se acercó con paso cauto.

El dhaphiro le seguía con la mirada y se agazapaba más con cada paso que el intruso daba.

—Creo que no nos lo vas a poner fácil. Jack, prepárate.

Su compañero fijó la mirada en el cuerpo cubierto de barro y mugre que rugía con fuerza.

—Vamos a llevarte a un lugar seguro —Alargó una de sus manos para intentar tranquilizarlo.

El dhaphiro, sintiéndose amenazado, saltó sobre el vampiro, enzarzándose ambos en una feroz lucha que les llevó a rodar sobre el húmedo suelo de la cueva.

El vampiro intentaba apartar a su atacante con sus fuertes brazos, pero el dhaphiro, a pesar de tener una apariencia frágil, se las arreglaba perfectamente para acercar sus afilados dientes al cuello de su agresor.

—¡Ahora!

Jack frunció el ceño y el dhaphiro salvaje se quedo inmóvil. A pesar de su cuerpo paralizado, de su pecho aún salían rugidos desesperados cargados de furia.

—Por los pelos. ¿En qué estabas pensando?, casi me muerde.

—Lo siento, Frank.

El tercer vampiro, que sostenía la lámpara, escrutaba con curiosidad aquel ser paralizado por su compañero.

—Es una hembra.

Sus compañeros se apresuraron a comprobarlo.

Ante ellos, y bajo aquella capa de barro y cabello encrespado, se apreciaban claramente las curvas femeninas propias de una mujer adulta.

—Llevémosla al camión. Jack, no pierdas la concentración. Nuestra pequeña salvaje es muy fiera.

Jack se limitó a asentir, mientras sus compañeros trasladaban el cuerpo petrificado de la dhaphiro hasta un lugar seguro.



Su bolígrafo se deslizaba a toda prisa por la hoja en blanco. En su mente, las palabras de Jayden resonaban recordándole todos los pasos para realizar correctamente el ejercicio.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora