Septiembre de 2008, Eugene, Oregón.
El último cliente al que había atendido durante su jornada laboral cerró la puerta delicadamente tras de sí, satisfecho con la buena atención que le había proporcionado Jayden aconsejándole sobre su nueva cámara digital.
Aquél era su último día en la tienda de revelado de fotos. El verano ya llegaba a su fin y, con él, se agotaba el plazo de su contrato de sustitución.
A pesar de ello, se sentía orgulloso de su labor, ya que su gran pasión, la fotografía, le había ayudado mucho en aquel empleo eventual.
Con una lentitud deliberada, deshizo el nudo que mantenía sujeto su mandil a la cintura y lo dejó plegado sobre el mostrador.
Una sensación de nostalgia le invadió.
Habían sido tres meses de verano muy bien aprovechados y, aunque sacrificó alguna que otra salida con sus amigos, no se lamentaba, puesto que cada vez que el Sr. Foster le entregaba el sobre con su paga veía recompensado su esfuerzo.
Desprendió de su camisa, con sumo cuidado, la chapa metálica con su nombre y, junto con el mandil bien plegado, se encaminó hacia el pequeño cubículo que el Sr. Foster llamaba oficina.
—¿Señor?
—Pasa, Jayden, pasa —La voz del hombre delataba su edad con su grave frecuencia y lenta cadencia.
—Ya se ha ido el último cliente del día.
El hombre se limitó a despegar sus gruesas cejas del libro de contabilidad que se empeñaba en rellenar a mano.
—¿Estás seguro de que no quieres que te renueve el contrato? A Janine no le importará tener un nuevo compañero cuando regrese mañana de sus vacaciones y, sinceramente, tus conocimientos de fotografía digital nos han ayudado mucho con el negocio.
Jayden perfiló una sonrisa sincera en su joven rostro.
—Le estoy muy agradecido, pero me sería imposible trabajar tantas horas en la tienda con las clases en la universidad y el curso de fotografía —el Sr. Foster suspiró apesadumbrado—. De todas maneras, puede contar conmigo como cada año para hacer la suplencia de verano de Janine y de Thomas.
—Es una lástima, pero qué se le va a hacer, eres un periodista en potencia.
—De momento, sólo soy un universitario que estudia la carrera de periodismo —Jayden dejó con cuidado el mandil y la chapa sobre la mesa de su jefe—. Si no me necesita para nada más, me gustaría marcharme a casa.
El Sr. Foster volvió a concentrarse en su letra pulcra dibujada sobre el libro de contabilidad.
—Que te vayan bien las clases, joven Jayden. Saluda a tu madrastra y a tu tía de mi parte —sin mirarle a los ojos, le deslizó un sobre por la superficie de la mesa con su última paga. Jayden lo recogió un tanto ansioso.
—Así lo haré. Gracias.
La campanilla de la puerta del establecimiento sonó como las campañas de la libertad cuando Jayden salió camino de su casa.
La brisa, no tan cálida como de costumbre, indicaba los últimos vestigios del verano.
Desde que se habían trasladado a Eugene y habían conocido a su gente y la ciudad, Jayden y su familia se habían enamorado de ellas.
En el último año pasado en Londres, Galatea y Kate habían estado debatiendo sobre su nuevo lugar de residencia sin llegar a ningún consenso. Fue Jean quien lo decidió. Una mañana, se presentó en su casa comentando que había estado buscando el próximo lugar para establecerse y se había enamorado de una postal de Eugene con el lema La ciudad más grande del mundo de las artes y el aire libre. Tras meditarlo mucho, y comprobar que ningún miembro de la familia que todos ellos formaban tenía antecedentes en aquella localidad, buscaron unas preciosas casas y, sin perder mucho el tiempo, se trasladaron allí. El lugar elegido fue el barrio residencial de Green Spirit, donde las casas de estilo victoriano se combinaban a la perfección con las placas solares y los cubos de reciclaje.
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LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo II
Vampiri¿Y si el amor verdadero no fuera un mito? La vida universitaria no es fácil para un dhaphiro, y Jayden está a punto de descubrirlo. Nuevos amigos, extraordinarios desafíos, emociones descontroladas y una intensa relación con una chica muy especial a...