52 - Evolución

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El ronroneo de un motor desorientó al adormecido Jayden, que había pasado tres días sin apenas moverse del lado de Eilean.

—No rujas, estoy aquí —Abrió los ojos y miró el cuerpo inmóvil que yacía a su lado.

El sonido se hizo más claro y su mente, cada vez más despierta, lo identificó al instante.

Era el motor de su moto.

Con la rápida huida de Oregón, Jayden se había visto obligado a dejar su preciado vehículo allí y, con la inesperada dependencia de Eilean hacia él, no había osado ir en su búsqueda, así que Chris le había pedido a Danny, un amigo de confianza, que le trajera la moto hasta su nueva residencia.

Pasó sus dedos por el cabello de ella y sonrió. Parecía que su piel estaba mucho más sonrosada que el día anterior.

—Cuando despiertes, podremos salir a dar una vuelta con la moto.

El silencio volvió a llenarlo todo durante algunos minutos.

Emma llamó a la puerta y entró sin esperar una invitación.

—Jay, Danny ha traído tu moto. ¿Por qué no sales a dar una vuelta? Yo cuidaré de Eilean.

—No, está claro que apartarme de ella le provoca un estado de ansiedad demasiado grande.

Emma se sentó en el borde de la cama y les miró.

—No puedes estar una semana sin moverte —Le cogió de la mano y le dio un tirón para que se pusiera en pie—. Vamos a comer algo. Ella estará bien.

Jayden se levantó a regañadientes y avanzó un paso hacia la puerta, con su mirada fija en el rostro de Eilean.

El rugido grave que emitió su garganta hizo vibrar los cristales de las ventanas.

—¿Lo ves? He de quedarme.

Emma le miró con el ceño fruncido.

—Eilean, te lo devolveré enseguida. Debes pensar un poco en él. No puedes tenerle aquí encerrado una semana entera.

La habitación quedó en silencio.

—¿Has visto eso?

—Buena chica —Emma le acarició el pelo y salió rápidamente de la habitación con Jayden aún cogido de su mano, sin darle tiempo para inventarse una excusa que le hiciera quedarse junto a ella.

La brisa del exterior despejó por completo su aturdida mente.

El otoño empezaba a hacer acto de presencia y ya había empezado a teñir los árboles de tonos rojizos y amarillos.

—¿Cómo puede tener consciencia si está en coma?

Emma encogió los hombros y se encaminó hacia su coche.

—Quizás no sea consciencia, sino instinto puro. Ya viste como reaccionó con la sangre. Era un animal salvaje.

Jayden se sentó en el asiento del copiloto y sus ojos repasaron su muñeca justo donde Eilean le había mordido.

—¿Estará bien sola?

—Será sólo una hora, como mucho. ¿Qué va a hacer? ¿Salir corriendo?

Él la miró con una media sonrisa y se abrochó el cinturón de seguridad.

Las ruedas del todoterreno de Emma atravesaron un mar de hojas secas que se había formado a la entrada del camino y Jayden fijó sus ojos en la casa que se alejaba.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora