32 - Conversión

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Los gritos parecían rebotar en cada una de las paredes de la habitación y golpearla en la cara multiplicados por cien.

El dolor que estaba experimentando Matt, retorciéndose en la cama de la casa del lago de Emma y Chris, hizo que su cuerpo empezara a temblar.

La culpabilidad y su propio sufrimiento parecieron volverla loca.

Emma se le acercó y la cogió de la mano, intentando transmitirle algo de ánimo.

—Pasará enseguida —Le susurró dulcemente.

Chris se limpió, con el dorso de la mano, una única gota que se le había derramado al convertir a Matt.

La cama se movía por completo ante las convulsiones del chico, que seguía agonizando, mientras su cuerpo sufría los primeros cambios para ser inmortal.

Elle se abrazó a Emma y ésta la estrechó con fuerza.

Un grito desgarrador culminó su sufrimiento y, al instante, se vio sumido en un coma profundo.

Su respiración empezó a serenarse y su cuerpo se quedó inmóvil.

Chris le cubrió con una manta e hizo un gesto para que todos le dejaran descansar.

Elle temió no poder caminar, ya que le temblaban las piernas.

—Te traeré una taza de sangre, Elle.

Ella se limitó a sonreír a Chris, que se adentraba en la cocina.

—No recordaba que fuera tan horrible. A decir verdad, apenas recuerdo el día en que me pasó a mí.

—Es normal —Emma se sentó junto a ella en el sofá del salón—. El cerebro bloquea estas cosas.

—¿Él tampoco se acordará? Si lo hace, seguro que no me lo perdona nunca. Me odiará —Su mirada estaba perdida en un punto fijo como si estuviera loca.

Chris entró con tres tazas de sangre humeante y las dejó frente a ellas.

—No te atormentes, Elle. Ha sido él quien ha tomado la decisión.

—Pero ha sido por mí.

Emma la rodeó con sus brazos.

—Ha sido porque te quiere. Si no fuera así, habría salido corriendo.

—Gracias por dejar que nos quedemos con vosotros mientras encontramos un lugar donde vivir.

—Es todo un placer. Los amigos de Jayden son nuestros amigos —La sonrisa de Emma pareció tranquilizarla.

El silencio se adueñó de la estancia, mientras los tres contaban las horas de aquella larga semana en la que Matt se convertiría en uno de ellos.



Con sumo cuidado, ordenó el escaparate donde las novedades en cámaras digitales tomaban un gran protagonismo.

Como cada año, Jayden volvía a ocupar su habitual puesto de trabajo veraniego en la tienda de fotografía del señor Foster, y aquello le era de gran ayuda para distraerse en su nueva y solitaria vida.

Elle y Matt se habían marchado a Washington tras una breve reunión con el Consejo.

Jayden se sentía feliz por la pareja, pero su partida había dejado vacía por completo su lista de amistades.

Miró de soslayo el calendario que colgaba de la puerta del almacén y suspiró. Aún faltaba una semana para que Eilean volviera de Londres. Pero, a pesar de que sabía que ella regresaría a su casa, no sabía con certeza si lo haría a su vida, ya que, al parecer, algo que desconocía se había interpuesto en su amistad.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora