49 - El Consejo de Washington

672 83 0
                                    


El ascensor de madera de caoba empezó a subir rápidamente a las oficinas del Consejo.

A medida que se iluminaban los números en el indicador de las plantas, sus nervios parecían aumentar.

Se mordió el labio inferior.

El sabor del beso que Jayden le había dado antes de subir al ascensor aún permanecía en sus labios y aquello la hizo serenarse un poco.

—Todo saldrá bien.

Eilean sonrió sin humor a Emma, que iba cogida de la mano de Chris.

—He conseguido que un viejo amigo sea quién evalúe tu caso. No debes temer nada.

—Gracias, Chris.

El timbre metálico de la botonera del ascensor sonó antes de que se abrieran las puertas.

Aquel sonido agudo pareció crispar sus nervios aún más.

Ante ellos, apareció una oficina de paredes de cristal y muebles de aluminio mate, que daban al lugar un aspecto frío e impersonal.

Varias personas caminaban por los pasillos con documentos.

Se respiraba un ambiente frenético y tenso.

Chris empezó a caminar y ellas le siguieron.

Un hombre joven sonrió ampliamente al verlos.

—Hola, Chris. Me alegro de verte.

—Lo mismo digo, Peter.

Siguieron por el pasillo sin detenerse y Emma sonrió orgullosa.

—Chris nunca lo aceptará, pero hace tantos años que trabaja para el cuerpo especial del Consejo que empieza a ser una persona influyente —susurró cerca de Eilean.

—Eso me tranquiliza.

Tras pasar por varios despachos, llegaron a una luminosa sala de espera colmada de plantas y con una música ambiental perfectamente estudiada para relajar el ánimo de los tensos entrevistados.

Una mujer de mediana edad y un chico adolescente estaban esperando su turno.

Se sentaron y el pulso de Eilean se disparó ante la inminente entrevista.

—Tranquila, no pasará nada.

—¿Y si no supero la prueba?

Emma miró un segundo a Chris como si se comunicaran mentalmente y él asintió.

—Estás muy relajada —Sonrió y sus pestañas bajaron lentamente dándole un aspecto de muñeca de porcelana—. Lo harás muy bien y contestarás sin miedo.

El adolescente de la otra punta de la sala la miró embobado.

—Sí, todo saldrá bien.

Eilean sintió una paz que la embriagaba y una atracción algo extraña por Emma, que seguía clavándole sus ojos verdes como esmeraldas recién pulidas.

Chris se levantó de un ágil movimiento al ver a un chico de aspecto muy juvenil y cabello rubio que les hacía una señal desde la entrada de la sala.

—Vamos, Harry nos ha venido a buscar.

Emma se levantó y Eilean la siguió, aún hipnotizada por su belleza.

Siguieron al joven hasta un despacho al final del pasillo y entraron sin mediar una palabra entre ellos.

De no ser por el influjo de Emma, Eilean hubiera sentido pánico ante el rostro impertérrito del chico rubio, que parecía tener mal carácter.

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora