24 - Traslado

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Sus labios se movían a gran velocidad, a la vez que sus ojos amarillos captaban las palabras que salían de boca de los médicos y científicos que custodiaban su prisión de cristal.

Su cerebro estaba saturado de nueva información pero, aún y así, era eficaz a la hora de almacenar sus nuevos conocimientos.

Sonrió.

Entendía perfectamente todo lo que las personas que la rodeaban decían con tan sólo leer sus labios.

—Doctor Parker, parece que Eve se ha estancado en su aprendizaje. No es capaz de construir frases complejas, aunque sí de comprender y hacerse entender con palabras simples.

—Es una lástima. Pensaba que estábamos ante una dhaphiro extraordinaria.

La científica de ojos negros pasó una página del informe que sostenía.

—Al parecer, su grado de violencia ha descendido a los mínimos esperados. Yo recomendaría trasladarla al pabellón de rehabilitación para que pueda relacionarse con sus semejantes.

El doctor lo meditó durante unos segundos.

—Creo que es factible, quizás entre el resto de dhaphiros rescatados encuentre el estímulo que necesita para liberar su potencial.

La científica sonrió.

—Dispondré todo para su traslado.

Eve sonrió con malicia.



La cremallera de la mochila, llena hasta arriba con su material deportivo, no opuso demasiada resistencia a las diestras manos de Jayden.

Sin pensárselo dos veces, elevó la bolsa por los aires y la lanzó al fondo de la estantería más alta de su armario.

Al rincón del olvido.

Kate llamó a su puerta con la preocupación perfectamente definida en los rasgos de su cara.

—¿Quieres hablar del tema?

Jayden le dedicó una amplia y serena sonrisa.

—Estoy bien, mamá.

—No puedes estarlo, acabas de dejar el equipo de natación y te encantaba.

Jayden ajustó con cuidado las puertas de su armario y se acercó a su madre.

—Me encantaba ser el centro de atención y, por culpa de eso y las malas compañías, he estado durante muchos meses insoportable.

Kate sonrió dulcemente mientras pasaba su mano por el cabello de su hijo, intentando recolocar una traviesa ondulación.

—Por suerte, has vuelto.

—He vuelto.

El móvil de Jayden, olvidado sobre su mesilla de noche, empezó a sonar con una estridente canción. Él saltó sobre la cama para alcanzarlo.

Aquella canción era la que tenía asignada a Emma.

Kate sonrió y se marchó silenciosa.

—Aquí un padrino casi inmortal, ¿en qué puedo ayudarle?

Las risas se distorsionaron a través del teléfono.

—Jay, estamos cerrando la lista de invitados y necesito saber si vienes solo o acompañado.

—¿Acompañado? No había barajado esa posibilidad.

Emma resopló.

—¿Hay alguien especial que quieras llevar como acompañante?

LA ISLA DEL DHAPHIRO - La Saga del Escarabajo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora